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Comisarios

¡Alerta!

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Ahora que recordamos lo que algunos seres humanos fueron capaces de hacer en los campos de exterminio, en el Guadalquivir sin ir más lejos, con una tristeza honda me doy cuenta de los riesgos de la dejadez intelectual, de la necesidad de abandonar toda certeza absoluta más allá de nuestras cabezas paranoicas, donde quizá sea necesario autoengañarse con ese tósigo adictivo para poder resistir la rebeldía de la realidad: incontrolable.

Pienso en la España de 1935, cuando se estaba creando el clima pero aún no había ni leyes ni cartas blancas para aniquilar, salvo los delincuentes que en todo momento abundan. Miro a mi alrededor, haga usted lo mismo, y probablemente entonces alguien hizo igual: miró a su alrededor. Si conociéramos el futuro inmediato y viniera un conflicto podríamos acusar a gente de los crímenes que van a cometer. Esto, claro, es un imposible y tampoco tiene sentido crear un caldo censor de “precriminalidad” orwelliana. No, pero como ejercicio mental deberíamos preguntarnos por las causas que llevan a una persona a pasar de la ciudadanía cotidiana al ejercicio de la violencia institucionalizada contra los demás: el Comisario.

Pienso en los destinos cruzados de Ángela Figuera Aymérich y José Pulido Rubio, que coincidieron en el Instituto de Bachillerato La Rábida en Huelva en 1934, supongo que conversarían y participarían en el Claustro y lo diario. Aquélla depurada, perdió su plaza de funcionaria catedrática de bachillerato y hasta su título universitario; éste fue formador nacionalcatólico, vocal y secretario de la famosa Comisión C de depuración de desafectos, censor cívico-militar, participante en comisiones de incautación y se jubiló como secretario del instituto con todos los parabienes y subidas de sueldo posibles en la última etapa de su carrera. Ambos son epónimos de sendos institutos hoy, pero se me antoja una cierta injusticia ética y desde luego (que alguien lo revise): una ilegalidad con las normativas actuales de Memoria Histórica. Me sobrecoge pensar que estuvieron juntos, que él no habría dudado en plasmar su firma para arruinar la vida de ella.

Miro a mi alrededor y me pregunto: qué convierte en Comisario a una persona. Juan Ramón Jiménez, intelectualmente más cercano a Figuera que a Pulido (incluyan la humanidad), defendía la necesidad de permanecer “¡Alerta!” como forma de honradez y coherencia vital, es decir: poner por encima la autocrítica, la formación, la profundización en lo humano antes que en buscar el defecto de los demás, procurar la excelencia propia, individual, para así componer una sociedad poliédrica, libre, compleja, múltiple… mejor, porque si no, la verdad absoluta funciona como horma para cortar, amputar, depurar todo lo sobrante, lo que sobresalga del molde de lo supuestamente verdadero.

Pulido Rubio no mataría a nadie, no lo sé, supongo que fue un mediocre incapaz de ser consciente de los peligros de su tiempo pero capaz de todo para defender su miserable vida propia, su visión de una realidad que acababa en los límites de sus gafas. Esa ignorancia paleta es peligrosísima, suele ser extremadamente cobarde pero si le das la posibilidad de mandar, de firmar, de depurar… en circunstancias de riesgo no moverán un papel, nada, pero si les das poder esa gentuza convencida no dudará, no le temblará el pulso para lo que estimen correcto, de orden.

Intelecto es duda; la verdad, como la utopía, pueden ser los motores inmóviles de nuestras vidas pero jamás un criterio para clasificar a los demás. Me dan igual el estalinismo que el franquismo hitleriano, el peligro es la mediocridad, la estupidez elevada a normalidad… ésa es la gente a la que temer y, mirando a nuestro alrededor, ¿no son más cada vez en todos los ámbitos?, ¿no tendemos a pensar más cada vez con esa tensión?

La moderación pide política, debate libre (sin censuras previas, que son inconstitucionales). La radicalidad exige uniformidad, bloques, masa. Aíslese de la mierda que nos rodea, preguntémonos, hacia dónde vamos… quiénes formarán el Comisariado de este futuro de conflicto que nos aguarda afilando la guadaña.

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