Vladimir Putin está sin control. Está viendo cómo su ofensiva contra Ucrania no está saliendo como él pensaba y, sobre todo, se ha encontrado con una respuesta internacional en la que Rusia podría quedar absolutamente aislada del resto del mundo. Ni siquiera sus aliados, salvo los gobiernos títeres de Moscú, le están respaldando. Putin está solo y un sátrapa desequilibrado, cuando se encuentra atrapado, se vuelve muy peligroso.
La última decisión, anunciada por el propio presidente de la Federación Rusa, es la activación de la alerta para las fuerzas de disuasión como respuesta de los «comentarios realizados por los líderes de la OTAN».
La orden de Putin a Sergei Shoigu y a Valeri Gerasimov no tiene más interpretación que la de que el sátrapa ruso estaría dispuesto a utilizar armamento nuclear. «Ordeno al Ministro de Defensa y al Jefe del Estado Mayor que transfieran las fuerzas de disuasión del Ejército ruso a un régimen especial de servicio de combate».
Las fuerzas de disuasión son las que están especializadas en el lanzamiento de misiles balísticos y de crucero de gran alcance. Sin embargo, lo más peligroso es que también son los responsables del control del arsenal nuclear.
