El líder de Vox, Santiago Abascal, desplegó esta tarde en el debate de investidura un discurso tan incendiario que podría haber iluminado un estadio completo. Con una retórica que rozaba la caricatura, Abascal arremetió contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un espectáculo verbal que dejó a más de una persona asombrada por la dureza de sus acusaciones.
Abascal, conocido por su estilo macarra, comenzó su intervención asegurando que la tribuna nunca antes había estado tan «pringada de cinismo y de demagogia».
«Voy a hablarles de competencias y responsabilidades que no tiene este Parlamento», afirmó Abascal, como si estuviera repartiendo lecciones desde una posición de autoridad moral incuestionable. Con esapropensión del líder de Vox a señalar con el dedo acusatorio a cualquier dirección que no sea la suya.
A medida que avanzaba, Abascal pintó un panorama apocalíptico, acusando a Sánchez de estar a un paso de dar inicio a un «golpe de Estado» que, según él, sería el preludio del fin de la democracia. Palabras tan dramáticas que podrían haber sido extraídas de un guion de película de suspense, si no fuera por la seriedad del contexto político.
«Sánchez ha pactado con un prófugo de la justicia en el extranjero, hace lo que le ha ordenado el golpista Puigdemont. Cuánto dolor y miseria pueden causar las ambiciones de un solo ser humano. Sánchez pasará a la historia como quería», exclamó Abascal, adornando su discurso con una ironía descomunal, como si estuviera componiendo un monólogo tragicómico.
En su fervor acusatorio, Abascal no dudó en señalar a Sánchez como el presunto ejecutor de la «liquidación del Estado de derecho». Una afirmación tan categórica que parecía extraída de un guion apocalíptico, donde el líder de Vox se erige como el profeta de la debacle democrática.
La ironía alcanzó su punto máximo cuando Abascal vinculó a Sánchez con sus socios políticos, insinuando relaciones con figuras relacionadas con ETA. Una jugada retórica que no se debe permitir en sede parlamentaria.
Abascal instó al líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, a detener la tramitación de la amnistía en el Senado, como si estuviera impartiendo órdenes en un juego de estrategia política. Abascal asumió, para él y los suyos, el papel de director de la escena política.
La intervención de Abascal contra Sánchez en la investidura fue un espectáculo de grandilocuencia y exageración, donde las acusaciones, la dramatización y la ironía se entrelazaron en un discurso que más parecía un guion teatral que una exposición política seria.
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De traca lo de este hombre, relata los, según el, los dictadores más grandes de la historia salidos de las urnas, Menciona Venezuela, Alemania y Hitler, pero obvia a su ídolo franco, un dictador que es estudiado en las universidades de medio mundo, y no precisamente como modelo. En fin, como te hombre sea el futuro de España, echemonos a llorar.
Digamos que tienen un millón de seguidores entusiastas, estuvieran entre sus filas o no; filiales. Bueno, es lo que hay. Pero fijaos que entre todos esos manarrachos uno sólo hay que le dispute el puesto – lo más accesible que ha habido jamás – y mucho menos quien se lo discute, porque patada a seguir, pero fuera. Dale a tu cuerpo alegría… Y el espinete de los manteros regresaba a asustar a don pimpón .
Es bluff de toda la vida, no hay programas fuera de la limitación de derechos, pero el PP está sobrado en contacto y experiencia y no precisa asistencia ni docencia a este respecto.
Decencia, en todo caso, que ya no vende en este país.