La mala política mata: El PP declara la guerra a España

Hasta Bruselas llegó cierto hedor a Madrid: el PP hace el ridículo en su intento de sitiar a la Comisión Europea

14 de Noviembre de 2024
Actualizado a la 13:54h
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La mala política mata: El PP se hunde en Bruselas con su intento de bloquear a Teresa Ribera
Alberto Núñez Feijóo y Dolors Montserrat

El espectáculo protagonizado por el Partido Popular en el Parlamento Europeo no solo ha avergonzado a sus propios electores, sino que ha dejado en entredicho su concepto de "patriotismo". Bloquear el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea, una figura clave para la transición ecológica, no fue solo un intento de desgaste al Gobierno de Pedro Sánchez; fue un ataque directo a la representación y el prestigio de España en la Unión Europea.

Dolors Monserratdesplegó en Bruselas una estrategia rancia y destructiva, claramente diseñada para sembrar la discordia en lugar de contribuir a la construcción europea. La derecha española, dirigida por Alberto Núñez Feijóo, acompañado de su habitual séquito de Tellado, Gamarra y Semper,  parece haber olvidado que, tras el espectáculo, están las políticas reales, esas que afectan al futuro del país y que exigen responsabilidad.

El desastre de Mazón y la estrategia de encubrimiento

Mientras en Europa el PP lidera una cruzada que bordea el negacionismo climático, en España evitan hablar de lo sucedido con Carlos Mazón y la negligente gestión de la DANA que asoló la Comunidad Valenciana el 29 de octubre. Mazón, que ha rehuido la autocrítica y no ha reconocido los fallos de la Generalitat Valenciana, ha contado con la férrea defensa de Feijóo, quien, lejos de exigir explicaciones, ha optado por acusar al Gobierno central de todos los errores. Cualquier mención a declarar el estado de alarma, que el PP habría utilizado como un arma política contra Sánchez, quedó en el aire. Si el presidente hubiera tomado esa decisión, Feijóo habría estado encabezando manifestaciones en Madrid con pancartas que clamaran "dimisión".

Esta actitud no es nueva en el PP. En los peores meses de 1936, la derecha conspiraba contra el gobierno legítimo de la Segunda República. Hoy, aunque el contexto es otro y Feijóo carece del apoyo del ejército o de ciertos sectores empresariales, su desprecio por la estabilidad del país y el Estado de derecho recuerda a aquel pasado oscuro. La diferencia, claro está, es que ahora España forma parte de la Unión Europea, un contexto en el que la estrategia populista y destructiva del PP encuentra límites.

Teresa Ribera y el boicot en el Parlamento Europeo

En el Parlamento Europeo, la candidatura de Teresa Ribera para vicepresidenta y comisaria de la Comisión Europea desató una oleada de intervenciones populistas. El PP, en lugar de apoyar a una española con un perfil reconocido en la transición ecológica, optó por lanzar ataques absurdos que incluían la "criminalización del sector primario" y otros tópicos ya cansados, que lo único que provocan son más muertes por desastres naturales debidos al cambio climático. Dolors Montserrat, representante del PP, no dudó en aplicar términos exagerados y despectivos, refiriéndose a Ribera con un tono más propio de un debate partidista en Madrid que de un diálogo en Bruselas.ç

Mientras Montserrat ejercía de portavoz de la mediocridad, el socialista Javier López se mostró hastiado y comparó la comparecencia con un reality show de baja calidad. Vox, representado por Jorge Buxadé, se unió con entusiasmo a la campaña de desprestigio, tachando la gestión de Ribera como "criminal". Pero el verdadero paripé fue el boicot a una candidatura española por intereses partidistas. Las implicaciones son claras: para el PP, la política es solo un juego en el que vale todo, incluso si eso significa bloquear a España en el escenario internacional.

La hipocresía de Feijóo y el "curioso patriotismo" del PP

Gabriel Rufián, portavoz de ERC, acertó al definir el comportamiento del PP como "un curioso patriotismo". El Partido Popular no ha dudado en defender la unidad de España, pero su concepto de "patriotismo" parece implicar únicamente los intereses de sus miembros y la élite política que representa. En cambio, cuando se trata de colaborar para que una española competente acceda a un cargo de relevancia en la Unión Europea, el PP opta por la obstrucción.

El PP ha dejado clara su posición: para ellos, todo vale si sirve para desgastar al Gobierno. Incluso César Sánchez, diputado del PP y portavoz en el Congreso sobre cambio climático, tuvo la desfachatez de atribuir la responsabilidad de la DANA exclusivamente al Gobierno central, olvidando que la ley asigna la gestión de emergencias a la Generalitat Valenciana. El cinismo del PP se evidencia en cada intervención, donde cualquier fallo se convierte en un arma contra Pedro Sánchez, mientras Mazón, que ha sido el principal responsable de la gestión de la catástrofe, sigue sin asumir la más mínima culpa.

Una derecha desorientada y sin proyecto de país

El PP de Feijóo ha perdido el norte. La formación, que antaño abogaba por la estabilidad y la seguridad jurídica, ahora se encuentra sumida en una estrategia de confrontación constante, carente de cualquier visión de país. El propio Feijóo, lejos de ser un líder moderado, ha abrazado un estilo de liderazgo errático y volátil, pidiendo una cosa y la contraria en función de lo que mejor convenga a su objetivo inmediato de desgastar al Gobierno.

El caso de Teresa Ribera y la gestión de la DANA demuestran que el PP no solo no tiene propuestas constructivas, sino que está dispuesto a quemar puentes y bloquear a figuras clave para el país si esto sirve para ganar titulares en la prensa. Feijóo, Tellado, Gamarra, y Semper han hecho del oportunismo una bandera, mientras se acercan peligrosamente al borde de la antipolítica.

El PP y su guerra contra España

El comportamiento del PP en Bruselas es una vergüenza para España. No solo han ridiculizado el papel de la diplomacia española en Europa, sino que han demostrado que sus prioridades están muy lejos de los intereses nacionales. Teresa Ribera, cuya candidatura representaba una oportunidad para consolidar a España en la transición ecológica europea, fue objeto de un boicot injustificado y absurdo.

Mientras el PP clama por la unidad de España, sus acciones en Bruselas y en la gestión de la DANA en Valencia demuestran que están dispuestos a destruir cualquier institución o figura pública que no se alinee con su agenda partidista.

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