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Carlos Alcaraz o Fernando Alonso somos nosotros (VICARIAMENTE)

Javier Puebla
Javier Pueblahttp://www.javierpuebla.com
Cineasta, escritor, columnista y viajero. Galardonado con diversos premios, tanto en prosa como en poesía. Es el primer escritor en la historia de la literatura en haber escrito un cuento al día durante un año, El año del cazador, 365 relatos que encierran una novela dentro.
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análisis

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(para Eduardo, mi sobrino)

Era una de las palabras favoritas de Javier Marías, nuestro más firme aspirante al  Premio Nobel de literatura y que desgraciadamente no vivió lo suficiente para lograr tenerlo entre las manos.

Vicariamente.

Vicario es el que hace las veces de otro, lo representa o encarna. El ejemplo más conocido y utilizado es, en la religión católica, el Papa, que hace las veces de Dios en la tierra.

Y es en ese sentido, vicariamente, que Fernando Alonso o Carlos Alcaraz, o cualquier otro ídolo, hace de nosotros, nos representa, en los circuitos o en las canchas de tenis,  o donde sea.

Cuando Alonso o Alcaraz triunfan, logran algo, lo logramos nosotros. Es una satisfacción personal, que experimentamos en el alma, en nuestro interior. Nos proyectamos en ellos y sus triunfos son nuestros triunfos.

Aunque también, por supuesto, sus fracasos son nuestros fracasos. Y eso es lo más bonito porque nos duelen, vicariamente nos duelen, pero les seguimos queriendo, como nos queremos a nosotros mismos. Cuando Alcaraz está de baja por lesión o Fernando Alonso tiene un coche que no está a su altura nosotros lo sufrimos en primera persona. Estamos tristes por Fernando o por Carlos, pero también estamos tristes por nosotros mismos.

Vicariamente muchísimos españoles, y ciudadanos de todo el mundo somos en la actualidad Fernando Alonso o Carlos Alcaraz. Igual que vicariamente podemos ser Indiana Jones, o el malvado y genial Moriarty, cuando nos adentramos en la ficción.

Vicariamente. Maravillosa palabra. No me extraña que fuese la favorita de Marías.

Vicariamente en este momento de la vida, tras la difícil pandemia y aún sufriendo los abusos de los grandes grupos económicos o la incompetencia de tantos políticos, vicariamente, repito, muchos logramos estar contentos gracias a nuestros representantes en otros mundos, el del tenis y el de la F1, en este caso.

Les estamos infinitamente agradecidos. Y les aplaudimos, al mismo tiempo que –maravilla de maravillas– nos aplaudimos también a nosotros mismos.

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