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Crónica de una muerte anunciada

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análisis

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El viernes pasado, en un curioso, extenso e inesperado video que posteó en sus redes sociales el Presidente de la República, Alberto Fernández, anunció lo que muchos esperaban y todos presumían, que no sería el próximo Presidente de la Nación. Más aún, sin decirlo, Fernández comunicó que ni siquiera sería candidato presidencial porque ‘El próximo 10 de diciembre es el día exacto en que cumplamos 40 años de democracia. Ese día, entregaré la banda presidencia a quien haya sido elegido legítimamente en las urnas por el voto popular. Trabajaré fervientemente para que sea un compañero o una compañera de nuestro espacio político y represente a quienes seguimos y seguiremos luchando por una patria justa, con equidad y felicidad para todos y todas.

Pese a que pretendió imbuir una mística inexistente a su discurso, Fernández ‘renunció’ a algo que no tenía y que, dado todos los guarismos, nunca tendría, la posibilidad de ser reelecto. Porque encontraba rechazos dentro de su propio frente gobernante, al punto que había quienes estaban dispuestos a disputarle su liderazgo en las urnas en una eventual Primaria Abierta, Simultánea y Obligatoria (PASO), y porque además encontraba fuerte rechazo en el conjunto de la sociedad, donde sus erráticas políticas, su desprecio por la ley y su abstracción de los problemas cotidianos lo ubicaban en guarismos de rechazo no vistos desde hace mucho tiempo para un Presidente de la República.

Alberto Fernández tardó 1228 días en darse cuenta que ‘no logramos todo lo que nos propusimos.’, más bien diríamos que lograron bastante poco, y recién ahora menciona que ‘Nos duelen las familias en condición de pobreza. Nos duelen los bajos ingresos. Nos duelen los proyectos y sueños que no pudieron concretarse.’… dolor que no sintió cuando, por ejemplo, mientras regía un duro aislamiento y muchas familias no podían visitar a familiares enfermos, él estaba de fiestita junto a su esposa y amigos en la Quinta de Olivos.

Después de casi tres años y medio, sí recién después de casi tres años y medio asume que ‘Nos cabe la responsabilidad histórica de hacer con honestidad lo que nos toca. Esa responsabilidad y compromiso me lleva hoy, como Presidente de la Nación, a estar convencido, sin espacio para ninguna duda, que tengo que concentrar mi esfuerzo, mi compromiso y mi corazón en resolver los problemas de los argentinos y las argentinas.’, entonces los argentinos nos preguntamos ¿A qué carajo se dedicó hasta ahora? ¿Para qué se presentó como candidato presidencial si no era para eso? ¿Era para garantizarle impunidad a su compañera de fórmula, Cristina Fernández, entonces imputada y hoy condenada por la Justicia? ¿Era para garantizar negocios para los amigos? ¿Para qué carajo quería ser Presidente si no era para intentar ‘resolver los problemas de los argentinos y las argentinas’?

Dicen que el problema fue la pandemia, que fue mundial y a pocos países afectó tanto como Argentina… les falta decir que nos afectó tanto por las malas decisiones que tomaron los gobernantes argentinos.

Dicen que el problema fue la guerra, que afectó a gran parte de los países del mundo, y salvo Ucrania a pocos como Argentina… les falta decir que como consecuencia de las decisiones adoptadas por los gobernantes argentinos, los actuales y muchos de los anteriores.

Dicen que el problema es la sequía, pero pese a que los pronósticos mundiales hacía bastante tiempo preveían esta realidad, no hicieron nada, paradójicamente, hasta que el agua no llegó al río… y eso es consecuencia de los gobernantes argentinos que vieron en el campo al enemigo a quien no debían darle, como dice el dicho, ni agua.

Habla de la pobreza, pero olvida decir que durante lo que va de su mandato los hogares pobres crecieron más de un 14% y los indigentes más del 8%… y aún faltan dos mediciones antes que termine su gestión.

Habla de inflación, pero olvida decir que durante lo que va de su mandato el índice de inflación interanual pasó del 53,8% al 104,3%… y nada augura que el futuro sea mejor.

Y cuando muchos creían que su anuncio aportaría sosiego a la difícil situación que afronta el país, la realidad una vez más los abofeteó. Porque pese a la épica que le quisieron imprimir al anuncio, se trata de una muerte anunciada, de una candidatura no nata, que desnuda el nulo poder que detenta y ejerce el Presidente. Dijo Fernández que ‘Como militante peronista siempre supe que primero estaba la Patria, después el movimiento y por el último, los hombres.’ Pues bien, no logró el acompañamiento de los hombres (ni de las mujeres), no consiguió disciplinar el Movimiento, y evitó escrutar a la Patria porque la respuesta hubiera sido demoledora.

Pero en este contexto, el anuncio de Fernández suma un nuevo factor de incertidumbre, porque como dijera Heisenberg hace casi cien años, nada se puede predecir con exactitud, siempre queda un margen de incertidumbre en el conocimiento humano… y en ese margen ingresa el intentar dilucidar en qué condiciones llegará Argentina, y fundamentalmente los argentinos, al recambio presidencial ‘el día exacto en que cumplamos 40 años de democracia’.

Pretendieron presentarlo como un renunciamiento del tenor de aquel del 31 de agosto de 1951 y tiene mucho más que ver con el del 14 de mayo de 2003, fundamentalmente porque más que renuncia es una huida.

Y los que huyen son cobardes. ‘Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.‘

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