Evidentemente no es simple casualidad que las cámaras de televisión que transmiten la imagen de la F1al mundo entero saquen cada vez que pueden a Daniel Ricciardo: en el muro de Red Bull o en el hospitality, y que el australiano cada vez que se le acerca una cámara la mire directamente y sonría de modo extrañamente astuto. Es una sonrisa diferente a aquella eufórica que le conocíamos de antaño.
Si a esa sonrisa le sumamos las afirmaciones de Cristian Horner de que va a dejar competir a los dos pilotos mientras no haya que poner por delante los intereses del equipo, el mensaje está bien claro.
Red Bull ha llegado a un acuerdo con la federación Internacional de automovilismo para que sus dos pilotos den espectáculo compitiendo entre ellos ya que no hay ninguna otra escudería capaz de hacerles sombra por el momento. Pero al final, y está clarísimo, si hay que elegir van a apostar por el mismo de siempre. Y si hubiese que cambiar a un piloto ya sabe el mundo entero quién está por allí preparado y listo para subirse al monoplaza: el siempre muy simpático Daniel Ricciardo. Astutamente sonriendo.
Tigre Tigre
