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Desasosiego

Todo filósofo es un provocador con buenas intenciones. En lugar de dar respuestas regala el desasosiego de las preguntas

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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Con toda probabilidad esta palabra les ha atraído un tanto. Algunos han recordado a Pessoa sin darse cuenta, al célebre escritor cuyo apellido se traduce del portugués como: persona. A otros, esa palabra, les habrá recordado esos momentos en los que por alguna razón sentían cierta intranquilidad. No obstante el desasosiego es uno de los vehículos más poderosos que tiene la filosofía para su trasmisión.

En ese sentido hablamos de provocar un desasosiego, como podríamos hablar de provocar una duda o una perplejidad. Para entendernos este concepto en filosofía, y según los doctos, hace alusión a un estado de inquietud o intranquilidad que surge del cuestionamiento profundo, de la reflexión sobre temas existenciales o la confrontación con la complejidad del mundo y la experiencia humana.

Dicho tal que así crear un desasosiego a una persona supone crearle un aturdimiento en sus ideas y emociones, en tanto y en cuanto tal perturbación puede animarle a seguir motores de búsqueda para sus preguntas. Eso conduce sin duda al pensamiento crítico y a la exploración de la condición humana en su relación con el contexto.

Es por esto por lo que los filósofos sabemos que la filosofía no sirve para encontrar respuestas sino para ofrecer preguntas y crear desconcierto en los seres humanos que pueden sentirse invadidos por tal perplejidad. El filósofo en ese sentido es sin duda un provocador con buenas intenciones.

Y además esta forma de provocar tiene elementos poderosos. Según Søren Kierkegaard el desasosiego puede estar vinculado a la noción de la angustia existencial, que debe modular una fuerza motivadora de introspección. Podemos mencionar también al elemento de la duda, pero ya haciendo referencia a René Descartes.

El desasosiego filosófico puede ser considerado como un impulso para cuestionar las creencias establecidas, someterlas a escrutinio y buscar. Y hay más. El desasosiego en la filosofía puede estar relacionado con la noción de la búsqueda de sentido y significado en la vida. Filósofos como Martin Heidegger o Jean-Paul Sartre exploraron cómo el desasosiego existencial puede surgir de la confrontación con la finitud, la libertad y la responsabilidad humanas, así como de la búsqueda de autenticidad y realización personal en un mundo marcado por la incertidumbre. Dicho todo esto, queridos lectores, solo les diré una cosa: déjense provocar por el desasosiego.

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