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Dos rupturas

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Durante los últimos cincuenta años, Occidente ha experimentado un nivel de bienestar que no reflejaba sus recursos materiales, espirituales y científicos. Sin embargo, en la actualidad se está dando cuenta de que este nivel de bienestar no puede mantenerse de la misma forma en la que se había planteado, especialmente a raíz de la economización de todos los elementos de la vida. El consumidor ha sido el principal actor de la economía en los últimos años. No obstante, el aspecto económico no es el único factor que explica la situación de crisis en la que nos encontramos.

Es imposible ignorar al menos dos rupturas: por un lado, una ruptura de la norma manifestada a través del colapso del ser humano como Homo laborans, es decir, el profundo cambio que el trabajo ha experimentado durante los últimos cincuenta años; por otro lado, una ruptura de la forma de construir al sujeto como ser humanista, aquel que se compone a partir de la formulación práctica de las grandes preguntas propias de la humanidad.

Es evidente que el panorama actual está caracterizado por una crisis económica profunda que afecta a todos los ámbitos de la vida humana. Esta situación también se ve reflejada en una disminución alarmante del caudal lingüístico, que pone en peligro la capacidad de abordar cuestiones trascendentales como la vida, la muerte, el mal y el amor. Esta escasez de léxico dificulta la correcta formulación de preguntas fundamentales que expresen nuestra realidad.

Nosotros todos somos seres problemáticos, sin excepción, ya que no podemos predecir lo que nos deparará la vida. Esta es un enigma inescrutable que nos da grandeza, no en el sentido de lo grandioso, sino en la amplitud de nuestra compasión y la habilidad de ponerse en el lugar del otro, como dijo Max Scheler. Debemos recordar que la crisis a la que estamos sometidos no apareció de la nada.

Los antecedentes de nuestro país son muy notorios, ya que aquí no se han dado ni Ilustración ni Romanticismo con la fuerza que han tenido en otros lugares. Estos movimientos históricos que han marcado al Homo europeus (con sus deseos de libertad, fraternidad y respeto a la diversidad) no pudieron ser llevados a la práctica de forma consistente por diversas razones. Si no se tiene en cuenta la influencia que el siglo XIX tuvo sobre nosotros, no se entendería el desmontaje intelectual, político y religioso que vivimos ahora mismo.

La moda nos presiona constantemente ya que nuestros fundamentos son inestables y frágiles, lo que impide determinar creencias basadas en razones y principios no dogmáticos, al igual que el comportamiento cotidiano. Esta es sin duda la gran prueba, el lugar donde se decide lo que significa una vida bien vivida. No hay que mencionar que en nuestro país se ha abusado de los grandes principios, sean religiosos, políticos o culturales, una sobrecarga que ha sido muy peligrosa en demasiadas ocasiones.

Se ha argumentado, con fundamento, que la Ilustración como proceso pedagógico en su conjunto es una filosofía práctica destinada a fomentar la autonomía y crítica de los individuos. Esta consiste en la capacidad de emitir juicios con criterios propios.

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1 COMENTARIO

  1. Me encanta la vinculación de bienestar económico al lingüístico que planteas. Aunque me sobre la adoración a los movimientos norteuropeos. La reflexión sobre augmentar la capacidad crítica para romper con las tiranías de las modas és preciosa.

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