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El discurso antifascista le duró cinco minutos a María Guardiola

Tres hipótesis podrían explicar el giro copernicano de la candidata del PP extremeño en el asunto de los pactos con Vox

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análisis

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El pasado viernes, tras asistir a la investidura de Isabel Díaz Ayuso, María Guardiola, líder del PP extremeño, fue acosada por varios ultras que le lanzaron un par de inquietantes mensajes desde el público. “Sinvergüenza, soluciona lo de Extremadura”, le susurraron al oído cuando pasaba por su lado en la calle y a plena luz del día. Fue apenas un minuto, un instante recogido por las cámaras que retrató a la perfección el tenso momento que vive la derecha española. Guardiola atraviesa la multitud, los escracheadores se acercan a ella para someterla a un hostigamiento propio de la mafia calabresa y ella, al escuchar las amenazas, da media vuelta tratando de identificar a los autores y prosigue su camino.

La cosa no llegó a mayores, que nosotros sepamos. Finalmente, la baronesa territorial regresó a Extremadura, donde estuvo todo el fin de semana dándole vueltas a su estrategia futura con Vox. Se había pasado semanas jurando y perjurando que ella jamás pactaría un gabinete de coalición con la extrema derecha. “Yo no puedo dejar entrar en el Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a la papelera la bandera LGTBI”, aseguró sorprendiendo a los prebostes de Génova con un discurso abiertamente antifascista, feminista, multicultural y pansexual. Tenía descolocado a todo el mundo. Hasta Feijóo tuvo que recurrir a una de sus habituales piruetas dialécticas para tratar de encajar el veto de Guardiola a los ultras mientras firmaba bifachitos a troche y moche (en Valencia dio luz verde a que su barón regional, Carlos Mazón, entregara la Vicepresidencia, con la Conselleria de Cultura incluida, a un torero voxista).

Nunca antes se había visto a una mujer del PP tomando partido de forma tan valiente en la defensa de los derechos humanos. Alguno incluso llegó a compararla con Angela Merkel, la gran cancillera alemana representante de esa derecha centrista, civilizada y europea que en su día apostó por colocarle un cordón sanitario a los ultras allá donde pretendan gobernar. Sin embargo, en apenas dos días, todo parece haber cambiado. En las últimas horas la presidenta del PP extremeño ha enviado un correo electrónico a altos cargos y militantes del partido en el que reconoce imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático con Vox. “Compartimos una prioridad, pasar página a las políticas socialistas. Es lo que nos debe preocupar”, sentenció.

¿Qué ha ocurrido en tan poco tiempo para que la lideresa extremeña se la haya tenido que envainar, recogiendo cable de esa manera tan drástica? Son varias las conjeturas que se barajan, ninguna excluyente de las otras y todas ellas complementarias. Para empezar, la hipótesis del correctivo. Un viaje a Madrid para saludar a Ayuso, aunque sea protocolariamente y en medio de un acto oficial de toma de posesión, siempre entraña sus riesgos. No se puede descartar que la lideresa castiza la tomara del brazo en medio del vino de honor, la llevara amablemente hasta un rincón del salón de actos y con esa sonrisa hierática de muñeca de porcelana (o sea dientes, dientes) le dijese en petit comité y sosteniendo una copa de Rioja: “Mira bonita, déjate de experimentos y de coñas con los derechos humanos. No nos estropees la estrategia, vete para Mérida y firma lo que tengas que firmar con Abascal”. De esta manera, habrían puesto en su sitio a la recién llegada y sus ideas vanguardistas y novedosas para la inmovilista derecha española.

Esa versión, lógicamente, contaría con el aval de Feijóo, al que no le gusta meterse en el navajeo de sus subordinados ni bajarse al barro de las trifulcas entre barones y baronesas territoriales. Así que habría dejado el asunto de la discusión ideológica en manos de la falangizada Ayuso. A fin de cuentas, al gallego lo llamaron para que reconquistara la Moncloa y en esas está. Lo demás no le importa un carallo, como dicen en su tierra.

Cabría una segunda hipótesis que bien podría explicar el giro copernicano de Guardiola. Que todo esto no hubiese sido más que puro posturero, un teatrillo de variedades, un sainete orquestado por el moderao Borja Sémper, responsable de campaña en estas elecciones, para distraer la atención ante la vergüenza y la infamia que van dejando tras de sí, como un rastro fétido, los pactos PP/Vox. En esa versión de los hechos, Guardiola habría desempeñado el rol de rebelde por un día, de demócrata de pedigrí por unas horas, de activista efímera por los derechos de la mujer y de las minorías sociales. Una vez cumplido el papel, diseñado para aparentar que en el PP también hay políticos mesurados capaces de seducir al millón de votantes del PSOE que sopesan romper con el sanchismo, a Guardiola la habrían sentado de nuevo en la mesa de negociación con Vox, le habrían puesto la estilográfica en la mano y a firmar. Esta podría llamarse la hipótesis de la marioneta o del guiñol.

Pero, con ser plausibles ambas teorías, no nos olvidemos de una tercera, que tiene que ver con esas dos voces graves como de ultratumba que en el momento de mayor tensión emergieron en Sol, entre el gentío, para ordenarle a la candidata que solucionara cuanto antes “lo de Extremadura”. Hay que ser muy valiente y muy íntegra para no flaquear ante dos camisas azules dispuestos a todo para resucitar el franquismo. Hay que ser de otra pasta para mantener el compromiso con la democracia hasta el final. ¿Le han temblado las piernas a Guardiola o se ha mantenido firme? A esta podríamos llamarla la hipótesis del poder en la sombra. O sea los poderes fácticos de los que tanto habla Sánchez y que dirigen el país desde las altas esferas. Y da mucho miedo.

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2 COMENTARIOS

  1. Esto era sabido ,mucho ruido y pocas nueces,se agarran para gobernar a un clavo ardiendo , les importa una mierda los ciudadanos, hasta los cuerpos de seguridad del estado apoyan a estos energúmenos .

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