El que fuera comisario de los Mossos d’Esquadra de Cataluña, Josep Lluis Trapero, ha anunciado hoy que acudirá a los tribunales para denunciar la persecución injusta que sufrió dentro del contexto de la Operación Cataluña, por parte de individuos que no tenían ninguna habilitación para hacerlo, según ha confirmado Europapress.
Mediante un comunicado publicado por RAC1 y por Catalunya Radio, se ha hecho pública la decisión del alto mando policial después de que se haya conocido la información revelada por La Vanguardia y El Diario.es relativa a las notas informativas de José Manuel Villarejo en las que se explica que el que fuera ministro del Interior, durante el gobierno de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, intentó implicar a Trapero en un caso de tráfico de drogas.
Estas «invenciones y falsedades» según Trapero, que fueron difundidas por varios medios de comunicación, tuvieron consecuencias judiciales graves e injustas que afectaron a personas que estaban a sus órdenes.
«Como funcionario, pero especialmente como ciudadano, comprobar que otros funcionarios y cargos públicos me perseguían es indignante, frustrante y decepcionante», ha afirmado Trapero.
Además, ha señalado que hace tiempo percibe una «degradación institucional y de la gestión pública donde, a menudo, lo que debería ser la búsqueda y defensa del interés general se sustituye por intereses perversos y personales».
Comunicado íntegro de Trapero
«Como funcionario, pero especialmente como ciudadano, comprobar que otros funcionarios y cargos públicos me perseguían es indignante, frustrante y decepcionante. Me he hecho a menudo la reflexión de si esto lo hicieron a un alto mando policial, qué no habrán hecho a lo largo de sus carreras profesionales a ciudadanos anónimos. Como opinión personal, lo observo con tristeza y con preocupación y reafirma lo que hace tiempo percibo: una degradación institucional y de la gestión pública, donde, a menudo, lo que debería ser la búsqueda y defensa del interés general se sustituye por intereses perversos y personales, y en donde la decencia ha abandonado el libro de estilo de algunos de sus gestores.»
