El infantilismo entra en campaña

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En los últimos tiempos sobrevuela la política aquello que dijo José Luis Cuerda sobre ponerse un cartel en el pecho donde se viese “No soy gilipollas” porque la clase política está convencida de ello. El cartel habrá que llevarlo el día de las elecciones por si alguna cámara se acerca al lugar de votación porque el convencimiento de que lo piensan es enorme. Ahí tienen los peajes que nos van a cobrar, ganen unos u otros, por usar las autopistas y autovías que hemos pagado ya con nuestros impuestos. Lo peor que de ese pensar que somos gilipollas son los mensajes visuales que están comenzando a mandar.

La palma, de momento, se la llevan PP y Sumar. No pueden ser más infantiles, chabacanos y, en el caso pepero, antiguo hasta decir basta. El infantilismo hace entrada en la campaña electoral no se sabe si para acercarse a los niños de 6 años, a fin de que les voten dentro de doce años, o para presentar a un candidato incólume pero que arrastra una leyenda, real, detrás que no puede tapar un vídeo larguísimo.

En Sumar han decidido que tras regalar 20.000 euros a las gentes de 18 años. Así, sin discriminar, diciendo que el dinero se lo van a quitar a los millonarios (pongan aquí todas las carcajadas que quieran) y que es para estudiar o emprender (un bar de copas o sacar un disco de trap). Un ridículo, no mayor que el de Rafael Simancas con las encuestas (¿le aprobarían la carrera en Ciencias Políticas?), que ahora quieren tapar con un vídeo de Tik-Tok donde llamarán la atención de… los críos de la casa. Porque no es que sea boomer el vídeo, los boomers tienen más gracia, es que es para los niños que quitan el móvil a la abuela para ver vídeos estúpidos.

Meten al Skibidi Toilet, un personaje de juegos de supuesto terror y que siempre canta la misma tonada. Un juego para críos porque no hace gracia a nadie mayor de ocho años. ¿No tienen hijos a los que preguntar? Podían haber utilizado, ya puestos, a Huggy Wuggy, al vecino (este sí encajaría más con ese intento alegórico que han pretendido), a los cartel of banban o a los rainbow friends (que nada tienen que ver con el lobby gay). A eso le suman plátanos llorones, manzanas con ojos y gatitos. ¿Piensan que eso va a calar entre las personas de izquierdas, por jóvenes que sean? Y lo peor de todo el voto con un corazoncito. ¿Dónde está la lucha de clases o el cabreo del precariado? Ni rastro, pero eso sí todos llorando por los sucesos de las banlieus francesas.

Y si unos pecan de infantilismo, los otros exageran lo rancio-infantil. Durante la transición a la democracia fue habitual que se publicasen libros-reportaje con la vida de algunos dirigentes políticos. Tras años de cierre informativo se necesitaba conocer a quienes estaban en las Cortes o los gobiernos. Algún publirreportaje con los dirigentes estaba bien, pero sin exceder el minutaje. Si en el PP piensan que alguien en su sano juicio va a ver un vídeo de diez minutos alabando a Alberto Núñez Feijóo es que son más arcaicos que la Iliada.

Lo peor es que venden una moto de personaje impoluto sin tacha, amigo de sindicalistas y que jamás ha querido ser político. Pues para no querer serlo lleva treinta años en el momio y haciendo una fortuna bastante grande. Con sobresueldos se puede más. Eso sí, su amistad de años con algún narcotraficante Dorado ni se menciona. Que sufrieron para poder casarle, como con M. Rajoy, tampoco. Y que ha hecho del gallego lo mismo que los independentistas catalanes menos aún. ¿Piensan que las personas no conocen? ¿Han leído en algún tratado sobre liderazgo que hay que hablar a la mente de un niño de seis años y se lo han creído? ¿Piensan que los españoles son gilipollas?

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