Se acercan las elecciones municipales y cada vez va siendo más habitual que en las listas de los partidos aparezcan personas que no son de las localidades a las que se presentan. Hay muchas razones, pero, en general, se trata de una perversión del espíritu municipalista ya que, por muy buenos gestores que pudieran llegar a ser, estos candidatos «foráneos» no cuentan con un aspecto fundamental para poder gobernar un Ayuntamiento: el conocimiento espacial, social y ético de lo que verdaderamente se necesita.

Mariano Rajoy lo dijo muy claro: «Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde». Muchos ríos de tintas y chanzas se hicieron con esta frase del ex presidente del Gobierno, pero, en realidad, esas palabras encierran una verdad muy potente: el verdadero alcalde es el pueblo y no se puede ser el primer edil si no se tiene un conocimiento total de la localidad, de sus vecinos y de las necesidades reales de ambas.

Por tanto, estos «paracaidistas» o «candidatos cuneros», aterrizarán como lo hicieron las divisiones 82 y 101 Aerotransportadas en el Desembarco de Normandía y se sentirán como aquellos soldados que cayeron sobre tierra extraña, desconociendo lo fundamental de cada uno de los lugares a los que aspiran a gobernar.

Serán estrategias de partido o ansias por tener presencia en todos los municipios. Será lo que sea pero estos movimientos depauperan el verdadero significado de unas elecciones en las que se dirime el futuro de las personas desde la cercanía y no desde el desconocimiento o la ignorancia.

Este fenómeno del paracaidista, por desgracia, cada vez va siendo más habitual. Los partidos que tienen implantación encuentran muchas dificultades para poder confeccionar las listas y, de no hacerlo, entonces tiran de los forasteros. Por otro lado, nos encontramos con el fenómeno de la despoblación. Hay municipios en los que la gran mayoría de sus habitantes son personas ya muy mayores que no quieren implicarse en algo tan complejo y de tanta responsabilidad como ser alcalde de su pueblo.

Pongamos un ejemplo: una pequeña localidad de menos de 50 vecinos, con una edad media de 70 años, de carácter rural. ¿Qué va a saber un foráneo, posiblemente llegado de la capital de la provincia, de lo que necesitan ese pueblo y sus habitantes? Nada. Aterrizará con buenas ideas, con prejuicios sobre lo que se encontrará, con proyectos mentales y, llegado el momento, se dará cuenta que lo que se plantea sobre el papel nada tiene que ver con la realidad.

Mientras la campaña avanza, se van conociendo casos como, por ejemplo, el de la localidad almeriense de Pulpí, en el que todos los componentes de la lista de Ciudadanos son murcianos. No trabajan ni viven en el municipio, pero han llegado a un acuerdo con el partido para presentarse en esa localidad tras quedar fuera de las listas de Lorca, según informa Nuevodiario.

Lo mismo ocurre con la lista del partido de Albert Rivera en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan, donde todos sus componentes son de pueblos cercanos como, por ejemplo, Utrera o Lebrija.

Pero no sólo Ciudadanos está llenando sus listas de paracaidistas. En la provincia de Zamora, más de la mitad de los candidatos del PSOE en la comarca del Aliste son paracaidistas. En la comarca de Benavente, tanto el PP como los socialistas han tenido que tirar de «cuneros» para poder confeccionar las listas.

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