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El Progresismo y sus problemas conceptuales

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Hablar de cuestiones tradicionalmente aceptadas es un problema. La gente suele interpretar que estás inventando la pólvora, o que pretendes aleccionarlos sobre conceptos ya sabidos y que cada cual tiene muy claros, con lo que resultas ofensivo, o, como mínimo, quedas como un gilipollas. Sin embargo, el Señor que en gloria esté hizo de mi lo soy, un soberbio hijo de puta sin compasión y con un sentido criminal de la crítica, y del análisis. Así que, aún sintiendo enormemente el daño que pueda causar en alguna que otra conciencia o autoestima, voy a tratar de poner algún punto sobre alguna “i”, por si acaso le resultara útil a alguien.

Nuestro presidente y secretario general Pedro Sánchez (conocido en el mundo de los hipercríticos como “camarada Petrotsky”) hace referencia con mucha asiduidad últimamente, (de hecho, con demasiada asiduidad como para pasar desapercibida a mi maldad), al concepto de Progresismo. Como no tengo muy claro que la muchachada entienda de qué cojones está hablando el presidente, voy a tratar de aclarar un par de conceptos.

Curiosamente el aumento del uso del término Progresismo viene acompañado del desuso que se nota en el término Izquierdas, con lo que mucho me temo que se use como eufemismo ante el ataque feroz que la reacción está haciendo sobre nuestra línea de flotación ideológica. Todas estas cuestiones están ya resueltas en el artículo en el que hablábamos de Socialismo, pero tranquilos, las volveremos a analizar cuando hablemos de los gravísimos problemas de comunicación de Psoe.

El término Progresismo es bastante más controvertido de lo que pueda pensarse en un principio. Para empezar, está la prostitución que la reacción hace del término al dirigirse a todo lo que huele a rojo como Progredumbre. No dedicaré ni un segundo a responder a lo que no es más que un insulto que denota la falta de conocimiento, y el odio, de quien lo esgrime. Pero hay otro término más preocupante y que sí merece atención, y es el de Progresía. Desgraciadamente la Progresía existe. Tiene que ver con esa nueva clase (que no es tal) de nuevos progresistas urbanitas, tecnológicos, jovenzuelos, blandos, desideologizados, universitarios si se quiere, que no han conocido el sudor, el dolor, el sufrimiento, el hambre, y que cree en la eternidad de los derechos conquistados por otros. Son gente a la que repugna el fascismo, pero que no está dispuesta a luchar contra él. Gente que cree que es suficiente con votar… ¿a quién?, y que ideológicamente están ubicados a la hora de la verdad en el “no saben, no contestan”. Y lo peor de todo, como son muchos, se creen representativos de algo. No son fiables, no aportan nada, no se puede contar con ellos, pero están ahí, y enturbian la cuestión si no se aclaran las cosas suficientemente. Finalmente, nos queda el Progresismo como tal entendido como búsqueda de soluciones en el cambio. Ahora bien, y esto es lo sustancial de este artículo, el Progresismo puede ser Proactivo, o Reactivo. Uno puede estar seguro de conocer el futuro y pretender adelantarse a él haciendo o promoviendo políticas que nos acerquen al mismo, o traigan el futuro al presente más rápido, o incluso a costa de un futuro que en realidad no iba a cumplirse. Me refiero al Progresismo Proactivo. Este Progresismo es radical y pretencioso. Tiene carácter revolucionario, genera división y enfrentamiento, pretende conocer un inefable futuro escribiéndolo en presente, y, muy habitualmente, genera una reacción contraria que tiene como consecuencia el retroceso en derechos, libertades, y calidad de vida. Es un Progresismo propio de posturas mesiánicas, iluminadas, fanáticas, comunistoides, radicales, y en el fondo profundamente conservadoras. Pero, sobre todo, y esto es lo importante, extraordinariamente equivocadas. Luego está el Progresismo que merece la pena: el Progresismo Reactivo, el Progresismo Socialista. El Progresismo Reactivo no se anticipa al futuro, sino que reacciona ante el futuro adaptándose a él, ofreciendo a la sociedad las soluciones palmarias que el futuro latente nos trae de su mano. Hablamos de futuros inmediatos, hablamos de realidades comparadas, hablamos de soluciones conocidas o cuasiconocidas, pero no implementadas aún. Es un Progresismo sin riesgo de retrocesos; es un Progresismo de consenso social y de avance. Es el Progresismo Socialista.

Bien, la cuestión es que en este gobierno hay dos concepciones de Progresismo. El de Sumar y Unidas Podemos, que es un Progresismo Proactivo, y el del Psoe, que es un Progresismo Reactivo. ¿A cuál creéis, queridos lectores y lectoras, que refiere Pedro Sánchez cuando habla de gobierno progresista? Ahí lo dejo. Feliz Navidad, y un saludo a todo el mundo.

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