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El rapto de Europa

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análisis

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La joven doncella Europa, cuyo nombre significa la bien regada o de rostro hermoso, paseaba con sus hermanas por la orilla del mar en la ciudad de Tiro. Zeus, el padre de todos los dioses, convertido en toro, aparentemente manso, de cuernos pequeños, adornado con flores, se acercó a la niña que confiada, lo acarició, jugó con él y se sentó en su lomo. Ocasión que aprovechó Zeus para adentrarse mar adentro con su preciada carga hasta la isla de Creta. Allí, en un bosquecito de sauces, la violó, y de sus abusos sexuales nacieron tres hijos. Más tarde, cansado de ella, la regaló a Astano, rey de Creta.

Esta leyenda de la mitología griega resulta enormemente simbólica para analizar el destino de las mujeres de este continente que lleva el nombre de la doncella secuestrada por Zeus.

¿En qué medida el destino actual de nuestra Europa corresponde a las voluntades de la gente que la puebla? ¿Y sobre todo, a las de las mujeres de Europa?

Condiciones de la participación de España en la Unión Europea

La entrada de España en la Unión Europea ha conllevado  la dependencia absoluta de nuestro país a las directrices y legislación europea, que deciden los países más ricos de ese consorcio. Las condiciones que aceptó el gobierno español han situado a España  en la marginalidad de la producción industrial, minera, astilleros, agrícola, ganadera y pesquera, marginándola a ser un país turístico. No han resuelto ninguna de las desigualdades económicas y sociales que nos aquejan y han hecho retroceder en derechos y libertades a las mujeres, al introducir descaradamente en las legislaciones y discursos propagandísticos, de varios de los Estados miembros, la ideología queer, y aprobar la legislación trans, entre ellos España.

 Estamos viviendo las conmociones ocasionadas por una adhesión precipitada, en la que los intereses españoles fueron pospuestos en aras de lograr una entrada inmediata en el entonces Mercado Común, a la que no se pusieron condiciones.

El tratado de Maastricht más tarde, firmado con grandes alegrías por parte de los gobiernos, ha sido rechazado por la ciudadanía noruega, puesto en cuestión gravemente por Dinamarca y aprobado por la mitad de Francia. Más tarde no se aprobó la Constitución que se proponía ante el rechazo de Francia, Dinamarca e Irlanda. Treinta y un año más tarde, el Reino Unido ha salido de la Unión, con un Brexit que está siendo enormemente gravoso para Gran Bretaña y que comporta dificultades también para España, que no sabe cómo manejar el enquistado conflicto con Gibraltar.

Las diferencias entre los países más desarrollados y los de economía más débil, la guerra de Ucrania, la pretensión de seguir ampliando el número de países en el este de Europa, con enormes diferencias económicas, políticas, sociales y culturales, comporta una crisis de estabilidad, agravada por la masacre que está llevando a cabo Israel sobre Palestina, la inflación desbocada que todos esos conflictos han provocado, la crisis energética con el enfrentamiento con Rusia, que hacen imposible en la actualidad cumplir los objetivos propuestos en los propósitos que decían pretender los iniciadores del MCE

La Unión Europea resultante ha sido denunciada por los partidos de izquierda, como la complicidad de los grandes consorcios industriales, y la coalición de los mercados financieros en contra de sus pueblos. Esa Unión que reivindican las nacionalidades que se sienten diferentes en el seno de sus Estados, para proceder a dividir a sus propias naciones; esa Unión que se pretendía de los pueblos, y que en realidad es de las grandes corporaciones económicas y que enfrenta cotidianamente a los gobiernos de sus países, ¿ha tenido alguna vez en cuenta a las mujeres? Ni en su constitución, ni en su desarrollo, ni en la redacción de sus tratados, ni en la reflexión de las condiciones que deben regirla, han tenido apenas parte las mujeres y menos, desde el feminismo.

En España, las demandas centenarias de las mujeres respecto al trabajo, el paro, el salario, la igualdad de oportunidades, los puestos de dirección, la violencia machista, la prostitución, los vientres de alquiler, la educación, la sanidad, siguen sin satisfacerse.

El empleo de las mujeres alcanza a 9.121.900 de contratadas y la tasa de ocupación femenina se sitúa en el 58,9%, mientras la tasa de paro es del 16,8%- 3,6 pp superior a la del hombre- y la media de la UE se mantiene en el 6,4%. Las mujeres presentan una mayor incidencia del paro de larga duración. Es decir, solo un poco más de la mitad de las mujeres en edad activa tienen empleo, y solo el 57% de las que se hallan en paro tienen cobertura de desempleo. 

La maternidad, la separación matrimonial y el divorcio conllevan graves costos para las mujeres y para sus hijas o hijos menores. En definitiva, todas esas circunstancias siguen manteniendo a las mujeres españolas en el lugar subordinado a que las condena su condición femenina, explotadas económica, política y culturalmente.

Beneficios de la Unión Europea

Desde 1985 en que se firmó la adhesión de España a la Comunidad Europea y desde 1992 en que se aceptó el Tratado de Maastricht y se entró a formar parte de la Unión Europea, ¿qué beneficios han aportado tales asociaciones a las mujeres españolas? Por algo las mujeres noruegas se opusieron muy eficazmente a formar parte de la UE y las danesas han exigido excepciones importantes para su país. Es de destacar que han sido las mujeres las que más activamente se han opuesto a las condiciones del Tratado en Dinamarca, Noruega, Francia e Irlanda.

 A la vez, el Reino Unido se negó a ratificar importantes cláusulas relativas a la seguridad y a los derechos de los trabajadores y optó por no aceptar la moneda única, hasta concluir en el Brexit que lo ha llevado a salir de la Unión.

En España el gobierno ha obviado consultar al pueblo sobre nuestra adhesión al Tratado, con evidente desprecio hacia su opinión y sus intereses. Años después de la aprobación del Tratado, las clases trabajadoras y las mujeres no se han beneficiado de los avances que prometían sus gobernantes.

Pero ¿qué hacemos las mujeres españolas para que nuestra voz sea escuchada? ¿Qué reclamaciones planteamos, qué programas defendemos, qué coaliciones o asociaciones hemos realizado con las compañeras de la Unión? ¿De qué forma consideramos que esa Unión puede ser fructífera y provechosa para nuestros intereses?

Los proyectos y programas de promoción de la mujer en la UE no son en realidad más que pequeñas ayudas de subsistencia para los colectivos femeninos más desfavorecidos. El mítico Estado del Bienestar que se construyó en el norte de Europa hoy se halla en esos países no solo sometido a toda clase de críticas, sino en pleno desguace. En España, donde se acometió tan tarde la tarea de construirlo, aún no se ha completado cuando ya se pone en cuestión y comienzan a rebajarse sus planteamientos, ante la ofensiva de la extrema derecha, que amplía su influencia en toda Europa. En definitiva, para las mujeres, con sus hijos menores, solo resta la asistencia social, ese remedo moderno de la caridad burguesa.

En cuanto a la agenda feminista de la que tanto hablamos, ninguna de sus demandas se ha cumplido. La prostitución ha sido legalizada en Alemania y Holanda, y en los demás países, entre los que se encuentra España, es tolerada si se produce en “libertad” de la mujer, mientras la violencia machista aumenta el número de sus víctimas. Y a estas milenarias represiones patriarcales hay que añadir las que la posmodernidad nos ha traído: los niños como mercancía en los vientres de alquiler, la venta de óvulos, y la inefable “ley trans” que solamente en la clínica Kavistock de Londres ha causado diez mil menores víctimas de hormonaciones y mutilaciones.  

Es preciso que el Partido Feminista de España aglutine a todas las mujeres y hombres que luchen por un cambio de las condiciones que impone la Unión Europea, bajo los dictados de Estados Unidos y de las grandes corporaciones internacionales, que son los que deciden las normas que han de cumplir los 27 Estados, en defensa de sus intereses económicos.  Aceptamos ese desafío en las próximas elecciones del 9 de junio de 2024.

Únicamente si el Partido Feminista detentara una parte del poder legislativo europeo, podríamos salvarnos del destino de ser raptadas, violadas y vendidas, como nuestra desdichada madre Europa.

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