A Vox y sus lobbys reaccionarios ultraconservadores le salen homosexuales de debajo de las piedras. Como en el final de la gloriosa película de Kubrick en la que los esclavos de Roma gritaban aquello de “todos somos Espartaco”, Santiago Abascal ve ahora cómo en cada rincón del país, en cada barrio y en cada pueblo le afloran los nuevos Espartacos del amor, activistas anónimos del movimiento gay, cientos y miles de personas que empiezan a darse cuenta de lo que nos jugamos en este país si la extrema derecha alcanza el poder algún día. España entera, esta vez sí, ha salido del armario. Hablamos de ciudadanos de toda condición sexual que este fin de semana han enarbolado la bandera del arco iris para defender los derechos del colectivo LGTBI en el día del Orgullo. Qué mejor ejemplo que los vecinos de Villanueva de Algaidas, el irredento municipio malagueño que ha reaccionado con bravura ante la retirada de la enseña multicolor del Ayuntamiento. Minutos después de que tres vecinos acudieran al cuartel de la Guardia Civil para denunciar que el emblema gay colgaba de la Casa Consistorial, las nobles gentes de Villanueva se revolvían contra la cacicada homófoba y llenaban las calles de banderas. Fue toda una explosión de color ante la negra intolerancia y la homofobia en blanco y negro propagada por algunos.

La lección que nos dejan los vecinos de Villanueva de Algaidas es que nunca hay que callar ante el totalitarismo y que siempre debemos estar atentos, en guardia para defender los derechos humanos que tanto tiempo nos ha costado conquistar a los españoles. Por si fuera poco, la mismísima Guardia Civil se sumó a la causa al actualizar su cuenta en Twitter con la bandera que representa a las personas del movimiento LGTBI. Como era de esperar, el gesto humanitario de la Benemérita enervó a los rancios diputados de Vox. Macarena Olona fue la primera en levantar el martillo de Torquemada. A la señora le pareció mal que el Instituto Armado cubriera su escudo con otra tela que no fuera la bandera de España y pidió la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. A su vez, el atrabiliario y siempre guerracivilista eurodiputado Hermann Tertsch también se mostró irritado por el gesto de la Guardia Civil: “No hay institución que quede a salvo de la violencia corruptora de la izquierda totalitaria. Esto no tiene nada que ver con derechos ni con homosexuales, sino con el asalto al Estado: la proclamación de que sus órganos armados quedan al servicio de la ideología de este Gobierno”. Sin duda, el odio le reconcomía por dentro.

Un solo gesto de dignidad puede cambiar el mundo y eso es lo que ha ocurrido estos días en España. Las personas y las instituciones, hartas ya de los tics homófobos de Vox, han salido a defender lo que es justo frente a las ideologías del odio propagadas por unos lobos con piel de cordero que pretenden ir de muy demócratas pero que a la hora de la verdad, cuando se trata de respetar los derechos humanos, las libertades de las minorías y de las mujeres, siempre terminan dando el cante franquista. Los señores de Vox tratan de convencer a los españoles de que no son nostálgicos del régimen, de que son la nueva derecha constitucional, pero cada vez que ponen uno de sus tuits incendiarios el tufillo a supremacismo reaccionario y xenófobo se propaga por todas partes. Hace dos años, sin ir más lejos, el partido ultra colgó un comunicado de prensa en su página web en el que alertaba de que “la celebración del ‘orgullo gay’ se ha convertido, en los últimos años, en una imposición institucional, un problema de convivencia y en la causa de la vulneración de los más elementales derechos de las poblaciones donde se lleva cabo. En el caso de los ciudadanos madrileños la situación se vive con verdadera angustia por los excesos, en todos los aspectos, que se comenten”. Tratar de criminalizar a todo un colectivo que se expresa festiva y pacíficamente cada año fue sencillamente vomitivo y en cualquier país con una democracia medianamente seria y avanzada la Fiscalía habría actuado de oficio por delito de odio.

Nadie va a terminar con el Día del Orgullo Gay, por mucho que la señora Rocío Monasterio se empeñe en llevar las carrozas al gueto de la Casa de Campo para que no se vean. España ya no es aquel país caduco, analfabeto y atrasado de antaño al que se engañaba fácilmente con cuatro misas y cuatro amenazas de señoritos. El que más y el que menos ha ido a la escuela y ha viajado por el mundo. Los españoles le han visto el plumero a toda esta ralea totalitaria y gazmoña que trata de imponer sus cavernícolas ideas, su religión y su moral a los demás. Los españoles quieren que les dejen vivir en paz, cada cual mostrándose como lo que es, hetero, homo, bi, trans, vegano, animalista o mediopensionista. Pero Vox se ha empeñado en meterse en la cama del pueblo, como ya hicieron los obispos que apoyaron a Franco durante la cuartelada del 36. Por cierto, Abascal todavía no se ha pronunciado sobre la rebelión de las banderas de Villanueva y sobre la pluma de la Guardia Civil. Eso sí que ha sido toda una revolución social y no sus estúpidas caceroladas de ricos.

3 COMENTARIOS

  1. Este periodista, el tal José Antequera, pone los ejemplos de Villanueva de Algaidas y de la bandera «tuneada» de la Guardia Civil para decir que VOX está muy alejado de la realidad social española.

    Sobre lo primero, no hay más que decir que Villanueva de Algaidas es un pueblo de sólo 4.000 habitantes. No pretendo que se le menoscabe por eso, pero sí diré que en el caso de que a ese ayuntamiento y a sus vecinos se les hubiesen ocurrido otras iniciativas para dar a conocer su pueblo ante el resto de España, unas iniciativas menos chabacanas, menos carnavalescas o menos escandalosas como, por ejemplo, montar un mercadillo medieval, o patrocinar un torneo de ajedrez, o convocar un certamen literario, ninguna de ellas habría tenido la menor repercusión, y eso habría sido así, justamente, por tratarse de un municipio pequeño al que, por eso mismo, los medios informativos (incluído DIARIO16) habrían ignorado o habrían dedicado, a lo más, una pequeña y arrinconada sección de un sólo párrafo de extensión en la sección de SOCIEDAD….. Pero como lo que aquí está en candelero es la exhibición pública de la bandera arcoiris, téngase la seguridad de que se le habría proporcionado cobertura mediática aunque el caso hubiese sido no ya en un pueblo de 4.000 habitantes, sino en una aldea que hubiese tenido sólo 400 o menos, pues de lo que aquí se trata es de magnificar la información y su trascendencia a fin de inculcar en la sociedad la creencia de que toda España se ha convertido, de facto, en un bastión ganado para la causa gay.

    Y en lo tocante a la Guardia Civil, lo que hay que decir, desde un punto de vista técnico, no es que toda ella, como institución armada, apoye al movimiento LGTBI (esa afirmación es tendenciosa a más no poder), sino que lo que sucede es que esa actitud le ha sido impuesta, vía jerárquica, por su actual directora general, María Gámez Gámez, una mujer que, además de ser socialista de carnet, ya en su primer discurso ante sus subordinados se declaró feminista, y ya se sabe que en España, a día de hoy, el feminismo (en su versión antimasculinista) y el homosexualismo van íntimamente cogidos de la mano, y que ambas ideologías forman, junto con el socialismo, un innegable ménage á trois….. Es por eso que teniendo en cuenta que la Guardia Civil es un cuerpo extraordinariamente disciplinado, pues he ahí que si su directora general se sirve de su condición jerárquica (como no podía ser de otro modo) para imponerle la bandera multicolor, acompañada por una batería de mensajes victimistas y lacrimógenos acerca de la condición homosexual, ellos la aceptan y acatan de igual manera que hace unas pocas décadas las Fuerzas del Orden también aceptaban y acataban que debían perseguir a los homosexuales en virtud de lo dispuesto en la Ley de Vagos y Maleantes….. Son las cosas que tiene el ser un cuerpo apolítico: se limitan a obedecer órdenes sin cuestionarlas, con independencia de que, según sean sus miembros, la procesión les vaya por dentro.

    Por cierto, Sr. Antequera, ya que se le llena a Vd. la boca hablando de la supuesta bravura de las gentes de ese pueblo malagueño, sepa Vd. que, a día de hoy, el homosexualismo se ha convertido, de hecho, en la ideología no oficial de este país, por lo que pronunciarse a su favor no es un ningún acto de valentía ni de bravura, sino que se trata de algo tan cómodo y seguro como es dejarse arrastrar por la corriente….; tan sencillo como eso. Por el contrario, lo que hizo ese puñado de vecinos, sabedores de que se encuentran en un país virtualmente homosexualista, sí que fue un acto de valentía, pues a buen seguro de que eran conscientes de que viviendo en un municipio regido por el PSOE, su gesto no pasaría desapercibido y que serían señalados de inmediato.

    Además de eso, y antes de que se me olvide: Antequera, esa otra localidad malagueña de la que Vd. toma su apellido, y que se encuentra a tan sólo 30 Kilómetros de Villanueva de Algaidas, es, según los datos que me han llegado hasta hoy, un pueblo donde no se ha celebrado el día del orgullo (al menos de forma institucionalizada), ni se han colgado banderas gays en el balcón del Ayuntamiento, ni se han pintando los buzones ni las furgonetas de reparto de CORREOS con los colores de esa bandera. ¿Se trata, tal vez, de un ejemplo paradigmático de pueblo «facha», «reaccionario» y «cavernícola»? Así pues, entre Villanueva de Algaidas y Antequera, (que es como decir el quevediano «entre claveles y rosas») elija Vd. cuál de esas dos localidades es más representativa de la actual realidad social española.

    Voy acabando. Sólo por curiosidad, Sr. Antequera: cuánto se va a embolsar DIARIO16, en conceptos de subvenciones oficiales, por lisonjear al Gobierno abordando este tema de una manera que Vd. sabe que le será sumamente querida.

  2. El tal José Antequera pone los ejemplos de Villanueva de Algaidas y de la bandera «tuneada» de la Guardia Civil para decir que VOX está muy alejado de la realidad social española.

    Sobre lo primero, no hay más que decir que Villanueva de Algaidas es un pueblo de sólo 4.000 habitantes. No pretendo que se le menoscabe por eso, pero sí diré que en el caso de que a ese ayuntamiento y a sus vecinos se les hubiesen ocurrido otras iniciativas para dar a conocer su pueblo ante el resto de España, unas iniciativas menos chabacanas, como patrocinar un torneo de ajedrez, o convocar un certamen literario, ninguna de ellas habría tenido repercusión mediática por tratarse de un municipio pequeño al que, por eso mismo, los medios informativos habrían ignorado (incluído DIARIO16) o habrían dedicado sólo un pequeño párrafo en la sección de SOCIEDAD….. Pero como lo que aquí está en candelero es la exhibición pública de la bandera arcoiris, téngase la seguridad de que se le habría proporcionado cobertura mediática aunque eso hubiese sido no ya en un pueblo de 4.000 habitantes, sino en una aldea que hubiese tenido sólo 400 o menos, pues de lo que aquí se trata es de magnificar la información y su trascendencia a fin de inculcar en la sociedad la creencia de que toda España se ha convertido, de facto, en un bastión ganado para la causa gay.

    En lo tocante a la Guardia Civil, lo que hay que decir, desde un punto de vista técnico, no es que toda ella apoye al movimiento LGTBI (esa afirmación es tendenciosa a más no poder), sino que lo que sucede es que esa actitud le ha sido impuesta por su actual directora general, María Gámez, una mujer que, además de ser socialista de carnet, ya en su primer discurso ante sus subordinados se declaró feminista, y ya se sabe que en España, a día de hoy, el feminismo (en su versión antimasculinista) y el homosexualismo van íntimamente cogidos de la mano, y que ambas ideologías forman, junto con el socialismo, un innegable ménage à trois….. Teniendo en cuenta que la Guardia Civil es un cuerpo disciplinado, he ahí que si su directora general se sirve de su condición jerárquica para imponerle la bandera multicolor, acompañada por una batería de mensajes victimistas y lacrimógenos acerca de la condición homosexual, pues los guardias la aceptan y acatan al igual que hace unas pocas décadas las Fuerzas del Orden también aceptaban y acataban que debían perseguir a los homosexuales en virtud de lo dispuesto en la Ley de Vagos y Maleantes….. Son las cosas que tiene el ser un cuerpo apolítico: se limitan a obedecer sin preguntar, con independencia de que, según sean sus miembros, la procesión les vaya por dentro.

    Por cierto, Sr. Antequera, ya que se le llena a Vd. la boca hablando de la supuesta bravura de las gentes de ese pueblo, sepa Vd. que, a día de hoy, el homosexualismo se ha convertido, de hecho, en la ideología no oficial de este país, por lo que pronunciarse a su favor no es un ningún acto de valentía, sino que es algo tan cómodo y seguro como enmarcarse dentro de una corriente dominante de pensamiento….; tan sencillo como eso. Por el contrario, lo que hizo ese puñado de vecinos, sabedores de que se encuentran en un país virtualmente homosexualista, sí que fue un acto de valentía, pues seguro que eran conscientes de que viviendo, además, en un municipio regido por el PSOE, y en el que “se conocen todos”, su gesto no pasaría desapercibido y que serían señalados de inmediato.

    Además, antes de que se me olvide: Antequera, esa otra localidad malagueña de la que Vd. toma su apellido, y que está a sólo 30 Kilómetros de Villanueva de Algaidas, es, según los datos que me han llegado hasta hoy, un pueblo donde no se ha celebrado el día del orgullo (al menos institucionalmente), ni se han colgado banderas gays en el balcón del Ayuntamiento, ni se han pintado los buzones de CORREOS con los colores de esa bandera. ¿Se trata, tal vez, de un ejemplo paradigmático de pueblo «facha», «reaccionario» y «cavernícola»? Así pues, entre Villanueva de Algaidas y Antequera, elija Vd. cuál de esas dos localidades es más representativa de la actual realidad social española.

    Y, sólo por curiosidad: cuánto se va a embolsar DIARIO16, en conceptos de subvenciones oficiales, por lisonjear al Gobierno abordando este tema de una manera que Vd. sabe que le será sumamente grata.

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