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¡Extremadura! qué grande eres…

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análisis

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No se preocupen, no voy a tratar de “marearles” con los mil y un datos que demuestran cómo Extremadura muy bien podría ocupar un capítulo del libro  Guinness de los Records en cuanto a políticas sociales, económicas, sanitarias, educativas, etc., se refiere; ni cómo en más de trescientos años expoliándola –al estilo de ese gran país que es México- no han podido acabar con ella. Voy, simplemente, a hacerles una serie de consideraciones sobre esta tierra “abandonada de la mano de Dios” que, para mí, es “de la mano de la política” a través de toda sus historia, y actualmente, para colmo, en periodo de “vaciamiento”: los jóvenes se están yendo en bandadas -nadie quiere esperar a ver cuándo llega ese futuro del futuro- y los mayores no nos vamos porque ya no tenemos donde ir; y aun así no hay pueblo que no esté perdiendo habitantes a ritmo desenfrenado. Aquí sólo hizo política un tal Godoy y mejor olvidar sus “hazañas”, lo que ha perpetuado después no ha sido otra cosa que una “mini-plutocracia terratenientista” (en las dictaduras, repúblicas y en la democracia) y en esa eternizamos. 

Extremadura es el paraíso de toreros, cazadores y señoritos de postín que disfrutan como enanos en sus enormes latifundios plagados de sumisos servidores y semiesclavos conformistas en su mayoría trabajadores sin dar de alta (así lo está demostrando la inspección de trabajo actualmente), votantes todos del PP y del PSOE inexcusablemente, porque es la fuerza del fascismo inculcado desde temprana edad, como se hacía con sus padres y abuelos que lo aceptaban si querían sobrevivir…, aunque en el fondo sueñen con la izquierda que ellos nunca verán. Y ahora, además, con una pléyade de políticos socialistas (¡que dicen ellos!, pero que, salvo alguna rara excepcionalidad, no son sino como sus padres y abuelos de la mano del saludo romano) y populares (más romanos todavía), todos detrás de buscarse el modo de  “vivir del cuento” y de asegurarse una de esas “millonarias” pensiones que no están al alcance del resto de los mortales (el Sr. Ibarra, según parece, 24 años en el cargo, nos cuesta a los extremeños unos ¡10.000 o 12.000 €/mes! -tirando por lo bajo- entre pensión, “pitos y zaragatas”).  

Arthur Schnitzler, narrador y dramaturgo austriaco, médico de profesión, y muy admirado por Sigmund Freud, dijo algo que resume fielmente el compeler de Extremadura: “Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”. Nunca hemos estado preparados, no nos han permitido prepararnos; esperar ¿qué?; aprovecha el momento oportuno ¿cuándo?, ¿cuándo llegó la Plutocracia (perdón, la Democracia)? ¡¡¡Pufffffff!!! Un tal Francisco Quijorna soltó esto en el Facebook: “¿El pobre que se cree rico y apoya al rico capitalista causante de su pobreza, cómo se llama?”. Pues muy fácil “Quico”: cualquier nombre y de cualquier pueblo de Extremadura. Por algo, los extremeños somos los que más seguro estamos de que existe “el más allá”: ¡Vivimos en Extremadura! 

Como prologo de nuestras hazañas para poder ocupar alguna parte de ese libro Guinness (sin contar, por supuesto, la sandia de mayor peso de España de Villanueva de la Serena o el mayor melón de la “cosecha de la Junta de Extremadura”), quiero hacer una pequeña “critica” a nuestro himno de la democracia (no el de la virgen de Guadalupe, que a un servidor, que no es devoto, le encanta y le trae el recuerdo de cuando su madre de pequeño se lo cantaba), que, dicho sea de paso, casi ningún extremeño se sabe si exceptuamos a algunos políticos  por la cuenta que les tiene, aunque cuesta trabajo creer que hayan sido capaces de aprendérselo, aún a pesar de tener presente -cómo no- su alto índice de inteligencia. Dice así:  

/Nuestra voces se alzan/ Incierto, aquí sólo alzamos la voz unos pocos. /Nuestro cielo se llena/ Lo siento, pero la mayoría de extremeños está “a la luna de Valencia”. /De banderas, de banderas/ Del PSOE y del PP. /Verdes, blanca y negra/ Verde, porque estamos en casi todo muy “verdes”; blanca, porque no tenemos ni “blanca” (la mayoría, claro); y negra, porque, sin dudarlo un segundo, tenemos la “negra” (con la política muy especialmente). /Extremadura patria de glorias/ ¿Cómo no se refiera a la conquista de América y a Cortés y Pizarro?, el resto del tiempo ya se sabe de quienes ha sido la gloria (de los dictadores y de Ibarra y sus adláteres). /Extremadura suelo de historias/ Para no dormir imagino, porque sino… /Extremadura tierra de encinas/ Muy cierto, y más cierto aún de “bellotos” y “bellotas”. /Extremadura libre camina/ Hacia la migración y la inmigración (de sus jóvenes, sobre todo). /El aire limpio/ Depende en donde -Extremadura  es muy amplia- pues con los pesticidas… /Las Aguas puras/ ¿A través de las tuberías de amianto en kilómetros y kilómetros? /Gritemos todos en libertad/ ¿Qué libertad? ¿La de la pobreza, la indignidad y la iniquidad? /Extremadura tierra de paz/ “Peace” que dirían los garrulos anglosajones de la Junta, ¿no?  

Lo cierto es que los extremeños podemos “competir” con cualquier otra Comunidad Autónoma española o con cualquier región de cualquier país de Europa o incluso de medio mundo en un montón de facetas de la vida…, a la baja, evidentemente. 

Si hablamos de analfabetismo (sobre todo funcional) dudo que haya quién nos pueda superar; si de ignorancia se trata, sólo hay que preguntar a cualquier extremeño como se llama su Consejero o Consejera de Economía (por citar alguno), responderá que sólo conoce, gracias al Covid-19, al Sr. Vergeles y al Presidente Fernández Vara.., por la cámara que chupan cada día, claro; si de clientelismo se trata, ¿hay alguna región que nos supere en clientelismo político?, seguramente en esto podríamos ocupar un puesto alto en ese libro Guinness de los records, casi todo lo que va de Plutocracia gobernando los mismos; injusticia de la justicia, hasta el punto de que los cinco Magistrados de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura han dado por bueno un auto -o como se llame- de la Audiencia Provincial de Mérida en el que  se da por bueno que dos personas pueden estar al mismo tiempo en dos lugares diferentes, o sea, que poseen el don de la ubicuidad, ya me contarán sino es algo ¡increíble!, o que no se conozca, que servidor sepa, una sentencia favorable de ningún Juez sobre el IRPH o que se permita al Banco de Santander (el Banco de la Judicatura) que lleve ¡seis años! sin abonar una sentencia favorable a un cliente del Banco Popular que “compraron” por un euro siendo su valor más de 30.000 millones posiblemente y sino que se lo pregunten a Diario-16; si nos referimos a la explotación obrera, sólo hay que ver que somos la región con los salarios más bajos del país y seguramente de la UE de los más desarrollados, y ver como en cualquier inspección en una de cada tres explotaciones hay obreros sin dar de alta (muchos de ellos, seguramente, cobrando alguna prestación por desempleo); qué les voy a contar de engaños, infamias, ignominias…, ¡los primeros, oiga!; si de sindicalismo se trata, en esta tierra ya está desparecido en combate, convertido en displicente salvo alguna excepciones que se pueden contar con los dedos de la mano y sólo de CCOO; de corrupción, inepcia, mercantilismo público, etc., mejor no hablar, dudo que haya algún pueblo que no imite a este en el que servidor vive y no tenga al Alcalde “investigado” por algún delito urbanístico o algún que otro “pelotazo”, y, obviamente, qué decir de la pléyade de la Junta y las Diputaciones, donde cómo alguien levante alguna vez la alfombra…; sobre eso de la industrialización habría que preguntar al “Sr. de los Hierros” o a ese otro Sr. llamado Leal que andan por ahí vendiéndose sus industrias que hemos pagado todos los extremeños al estilo Mussolini, “pluma a pluma”, y no nos hemos enterado, y ni que decir tiene, que no hay nada más salvo las “agroalimentarias” para explotar a los pobres “hortelanos”; ¿qué decir referente al ocio?, sólo dos ejemplos: “Valdecañas” y “La Isla del Zújar”, ambos fraudulentos, y para de contar; de cultura no andamos mal: más “casas de curtura” que ninguna región de España salvo Andalucía que creo que nos ha cogido ventaja aunque no mucha porcentualmente, sobresaliendo nuestro dominio del inglés, pues hasta las fiestas las anunciamos en algunos pueblos en ese idioma.     

Voy a terminar con una parte de un artículo de Almudena Grandes porque, sencillamente, tengo la impresión de que está ocurriendo, a los que quedan aquí, lo mismo que les ocurrió a sus padres y abuelos con la Dictadura y que Almudena expone con gran escrupulosidad aunque sea para toda España: “En ese tiempo, que vivieron los abuelos de quienes somos mayores, los bisabuelos de los más jóvenes, los españoles eran muy pobres. No sólo en el campo, también en las ciudades, la mayoría de la población no sabía leer ni escribir, aunque a menudo alguien les hubiera enseñado a firmar, rúbricas temblorosas, trazos infantiles que conservaron durante toda su vida. Ahora es muy fácil pensar que eran pobre gente, gente mínima, insignificantes criaturas desarmadas que sobrevivían de milagro, y desde el punto de vista material, es verdad. Muchos viajaron del pueblo a la ciudad con las manos vacías, el número de teléfono de unos parientes apuntado en un papel, la noche y el día. Según el cálculo de probabilidades que manejamos en la actualidad, lo más razonable sería pensar que casi todos se hubieran muerto, pero lo cierto es que no sólo sobrevivieron, sino que lograron prosperar. Desde los asentamientos chabolistas o las habitaciones realquiladas en edificios que se caían a pedazos, a fuerza de trabajar como animales, en condiciones de explotación que hoy nadie aceptaría, lograron mudarse a pisos pequeños en barrios feos, aglomeraciones de viviendas baratas, sin árboles, sin jardines, sin servicios, todo un paraíso para quienes habían vivido en el infierno. Aquellos españoles miserables, que carecían de todo, poseían la ilusión por el futuro, la capacidad de soñar con él. No habían tenido un libro entre las manos en su vida, pero era muy difícil engañarlos. Eran pobres, y lo sabían, sabían que solos no llegarían a ninguna parte, que debían apoyarse en otros como ellos, para poder apoyar a quienes llegaran después. Sabían que los intereses de los ricos eran opuestos a los suyos, que no ganarían nada si no se empeñaban en defender sus propios horizontes y que su única fuerza residía en la unidad. Eso, siendo tan miserables, les hizo al mismo tiempo poderoso”. 

En Extremadura –como en otras partes de España- han cambiado muchas cosas en sus pueblos y ciudades por aquello de que los tiempos traen consigo “modificaciones urbanísticas” y otras costumbres y maneras de vivir, pero no ha cambiado el fondo de la política que se aplica y de ahí que nuestro retraso en casi todas las facetas de la vida se haya convertido en “miserablemente crónico” respecto al del resto del país si exceptuamos alguna que otra Comunidad Autónoma que pasa por el mismo “aro” que nosotros. Y ahora no podemos echarle la culpa a la Dictadura, ahora la culpa es de la Plutocracia que nos fragmenta incluso con unos gobernantes que se dicen de izquierda…, para mayor vergüenza.   

En fin: ¡Extremadura!, que grande eres…  

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