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Feijóo, el PP y la ironía del caciquismo

Feijóo puede optar por continuar por la senda de la crítica y la denuncia, arriesgándose a caer en la ironía de acusar a otros de las prácticas que ellos mismos han sido señalados de ejercer, o pueden decidir presentar un proyecto político sólido, coherente y, sobre todo, creíble

Eva Maldonado
Eva Maldonado
Redactora en Diario16, Asesora de la Presidencia de la Conferencia Eurocentroamericana.
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análisis

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Alberto Núñez Feijóo y su partido, el Partido Popular (PP), han adoptado una postura de crítica constante en el escenario político actual, apuntando frecuentemente a las supuestas transgresiones y errores del gobierno en funciones. Sin embargo, lo que resulta especialmente llamativo, y hasta cierto punto irónico, es la referencia que hace Feijóo al caciquismo, dada la percepción que los que lo conocen tienen de su gestión en Galicia.

El término «caciquismo» evoca en la mente del español una imagen de líderes locales o regionales que ejercen un control casi absoluto sobre su jurisdicción, a menudo desoyendo las leyes o la ética en pos de sus intereses personales o políticos. Esta es precisamente una de las críticas que se han dirigido hacia Feijóo durante su mandato en Galicia: la acusación de haber ejercido un control desmedido, adoptando posturas y decisiones que rozan con prácticas caciquiles.

Por ello, resulta paradójico que Feijóo y el PP se erijan ahora como paladines contra el caciquismo, cuando en su propio territorio se les ha señalado por comportamientos similares. Esto no solo arroja dudas sobre la sinceridad y coherencia de sus críticas, sino que también cuestiona la autenticidad de su proyecto político.

Francina Armengol

El reciente cuestionamiento al papel de Francina Armengol, junto con la demanda reiterada de una nueva convocatoria electoral, parece indicar una estrategia de deslegitimación constante, en vez de la propuesta de soluciones y alternativas concretas. A la vez, al poner en duda la neutralidad de Armengol, están también cuestionando las instituciones democráticas que, paradójicamente, pretenden defender de las «cacicadas» de otros.

La necesidad de España es clara: líderes y partidos políticos que, más allá de las críticas, presenten soluciones viables y propuestas concretas. El PP, bajo el liderazgo de Feijóo, puede optar por continuar por la senda de la crítica y la denuncia, arriesgándose a caer en la ironía de acusar a otros de las prácticas que ellos mismos han sido señalados de ejercer, o pueden decidir presentar un proyecto político sólido, coherente y, sobre todo, creíble.

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1 COMENTARIO

  1. La maldad de los caciques del PP es mucho más temible porque, entre otras cosas, es consciente…La falta de coherencia cuando se les ve atacar a Óscar Puente por haber hecho un discurso que no les gusto y no decir absolutamente nada negativo contra el que le acoso …igual que cuando otros compañeros suyos de derecha, VOX, han hecho discursos más hirientes y vejatorios contra las mujeres…Se comportan como una pandilla de trileros…y se creen superiores al resto de los españoles…Lo lamentable es que no solo el PP considera que no tiene obligaciones … Hay una responsabilidad solidaria de los medios de comunicación que han perdido la objetividad, que blanquean las malas palabras y las acciones de la derecha… puede implicar mucha facilidad para los que actuar de mala fe, el abuso de poder sean más efectivos…

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