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Fuego fatuo (II)

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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El 20 de agosto de 2021 publiqué un artículo con este título después de que un incendio arrasara la zona donde vivo. Han pasado dos años, el monte se quedó sin tratar, los pinos quemados y caídos acumulándose, las fincas sin limpiar, la basura acumulándose más aún… ahora otro incendio se ha llevado por el mismo sitio 500 hectáreas y por medio casas, estructuras y, sobre todo, formas de vivir…

La respuesta es bien sencilla: los gestores públicos no voy a decir que sean culpables, y lo hago sólo por evitar represalias legales, pero sí son responsables; no puede ocurrir que este problema esté dando vueltas de una administración a otra quemándoles las manos. La parcela junto a la mía con un metro de restos de eucalipto ha ardido tan espectacularmente que los propios bomberos han publicado un vídeo pasando junto a esa barbaridad, denunciada por escrito al Ayuntamiento, guardas… para nada, no, para destruir mi hectárea de árboles, arbustos, pasto, quemar gallinas, patos, pavos, y dejar achicharradas a tres ovejas, además de cosas y un paisaje que es más una grisalla cutre que un cuadro campestre.

A un político, sea el Alcalde de Bonares, pueblo con más incendios de España y sin una acción específica y planificada en contra; sean el Delegado de Medio Ambiente, el Consejero o el Presidente de la Junta, con su defensa de un regadío que está matando a Doñana y a una provincia entera para permitir la explotación del medio por cooperativas y empresas gigantes que mueven miles de millones de euros agotando los recursos; sea una Ministra cuyas competencias sólo aparecen como ariete de partido, al político se le pide que solucione problemas pero, mucho más, que estructure el futuro de una sociedad, si no son sólo gestores cuyo calificativo me ahorro.

La cuestión de la propiedad en el campo andaluz es un caos, no se puede reclamar a gente que no existe: pues inicien trámites de expropiación y asuman la responsabilidad de la limpieza, verán cómo aparecen los propietarios. No me vale decir que la gente no cumple las normas, que no se tiene jurisdicción, dicen que todos somos responsables y echan balones fuera, el buen cargo público mueve, lucha, pelea y hace cumplir y se deja criticar porque no es persona sino cargo, la persona se queda en casa. Me avergüenzo de todos ellos como ciudadano, representan lo peor de lo Público y no voy a pensar en mala voluntad, sino en pura incompetencia.

El perito del seguro me dice que en 30 años nunca había visto incendios así por esta zona, hasta hace un lustro. Hablo con los héroes del Infoca, los verdaderos protagonistas en esta historia minusvalorados y que deberían ser una prioridad en todos los sentidos de la Administración, y me dicen algo fácil de comprender: si el freático baja la vegetación se estresa, si hay sequía (y no está desconectada de eso) y pirómanos sin vigilar ni castigar toda esta zona arderá hasta ser un desierto…

Por eso, señores, el agua no es algo para repartir como un botín sino el futuro de todos que hay que administrar como un bien común, pinchar más y más pozos y permitirlos o legalizarlos es desertizar, literalmente, tarde o temprano esta Doñana moribunda y asada. Lo saben los técnicos, lo sabe la gente del campo de verdad, lo sabe la Ciencia, repito: si el freático sufre, la consecuencia es fuego y desierto, todo lo demás es una mierda con nata montada.

Miro caer la tarde tosiendo por el humo tóxico de la resina, “ellos” saben que en un mes se habrá olvidado todo. Un zorro quemado, un erizo carbonizado en mitad de un enjambre de moscas azulonas, los insectos desnortados de la madera, la bruma de ceniza que se eleva aventada, una oveja renqueante con el casco deshecho, las fumarolas de las raíces y el terreno que arderá todavía semanas, el campo es otra vez un cementerio pleno de fuegos fatuos.

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