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Fundación Ronald McDonald®, el hogar de los más inocentes

Andrea Vinyamata de Gibert
Andrea Vinyamata de Gibert
Project Manager & Social Media Manager. Articulista en Diario16. Líder Coach. RRHH y formación. Presentadora de conciertos y eventos. Experta Universitaria en Redes Sociales, Marketing y Contenidos. Estudios en psicología.
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análisis

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Todos conocemos los restaurantes McDonald’s. Muchos hemos ido alguna vez con nuestros niños, sean hijos, sobrinos, nietos, a pedir el menú infantil, y a ver cómo sus ojos se iluminan cuando ven el juguetito que esa semana regalan. Qué felices pueden llegar a sentirse en esos momentos. Y qué felices podemos llegar a sentirnos nosotros, al ver sus tiernas sonrisas inocentes. Porque nuestros pequeños, son lo más grande. Y porque esos ratitos son los que, para muchos, endulzan la vida.

Pero no todos conocen la Fundación Ronald McDonald®, una fundación que regala sonrisas muchísimo más necesarias, cruciales, que las de esos domingos de cine y palomitas.

La Fundación Ronald McDonald® acoge, aloja, cuida a miles de familias que han sufrido el duro golpe de que, alguno de sus queridos niños, haya sido diagnosticado con alguna grave enfermedad de difícil tratamiento, y dicho tratamiento se halle fuera de su lugar de residencia.

El hecho de pasar por un trance así es, con total seguridad, una de las cosas más complicadas a las que se puede enfrentar una familia. Y si a eso añadimos que, en muchos casos, los tratamientos para dichas afecciones, no se encuentran en sus mismas ciudades, pueblos o incluso países, el varapalo aún es mayor.

Las Casas Ronald McDonald® en España suman un total de 72 habitaciones, que suponen un ahorro a estas familias de más de 1.000.000€ de euros cada año en alojamiento, aparcamiento y transporte. Además, al mantener las familias cerca, se reducen los tiempos de recuperación de los niños y mejora su calidad de vida.

Hace unos días crucé, casi por casualidad, la puerta de una de esas cuatro casas que la fundación tiene en España (Madrid, Valencia, Málaga y Barcelona). Ellos lo llaman casas, pero realmente son HOGARES, HOGARES EN MAYÚSCULAS. Las emociones que allí dentro sentí, se clavaron dentro de mí, y dudo que ya jamás pueda desprenderme de ellas. Ni quiero.

Estuve en la Casa que tienen en Barcelona, cuyo terreno, muy cercano al Hospital Vall d’Hebron, y de unos 1.500m2, cedió el Ayuntamiento de Barcelona. Se abrió en el año 2002, es la más antigua de las cuatro, y desde entonces se han alojado, en esta Casa de 15 habitaciones, 748 familias distintas que se convierten en 3.484 ingresos, ya que las familias vuelven a la Casa varias veces al año.

Podría describir la sensación que viví, con la metáfora de encontrarme en un oscuro pasillo que creo que me va a llevar a un lugar lleno de tristeza y que, de repente, al abrir sus puertas, se transforma en un luminoso oasis lleno de cálida luz y juguetes, donde los niños corretean de un lado a otro, entre paredes pintadas de colores, y con un jardín repleto de fantasía y mariposas. Además, sus padres, hermanos y familias en general, a menudo sonríen. Muy a menudo. El amor de las personas que allí trabajan, y de los voluntarios que cada día van a acompañarlos, está impregnado en cada rincón de sus cuidadas habitaciones, en cada cocina individual de la que disfruta cada familia, en cada sala, sea la de cine, la de juegos, en la biblioteca o el aula de estudio.

Esta Fundación ha logrado regalar un entorno de estabilidad, de paz, a esas personas que necesitan tantísimo ese apoyo, tanto logístico como humano.

Las casas de la Fundación Ronald McDonald® entremezclan el estremecedor dolor que la enfermedad de un niño provoca en lo más íntimo de las personas, con la maravillosa labor de seres humanos que logran que otros seres humanos sientan que no están solos, y eso repercuta directamente en la calidad de vida de los pequeños.

La Casa más grande es la de Madrid, que actualmente disfruta de 27 habitaciones (cada habitación aloja a una familia de entre cuatro y seis personas). Desde que abrió sus puertas en 2015 hasta el 31 de diciembre de 2017, la Casa Ronald McDonald® de Madrid ya había alojado a 754 familias distintas que se convirtieron en 1.524 ingresos, ya que las familias vuelven a la Casa varias veces al año.

La Casa de Málaga, desde que abrió sus puertas en 2012 hasta el 31 de diciembre de 2017, ya había alojado a 685 familias distintas que se convirtieron en 1.115 ingresos, y la de Valencia, abierta desde 2013, en diciembre de 2017 ya había alojado a 829 familias distintas que se convirtieron en 1.340 ingresos.

He querido escribir este artículo porque, este nuevo entorno en el que me he encontrado, ha hecho que conecte con una realidad que muchos no conocen (las enfermedades graves durante la infancia), y también me ha mostrado el lado más humano de muchas personas, cosa que, en la sociedad en la que estamos actualmente viviendo, muchas veces echamos de menos.

Escribo este artículo con la pretensión de dar a conocer la Fundación, de que todo aquél que sienta curiosidad por si puede hacer algo, se dé cuenta de hasta qué punto, cada ser individual, puede llegar a tener tantísima fuerza y repercusión positiva en la vida de otras personas, en la vida de tantos niños empapados en inocencia. Porque es cierto que, por desgracia, nadie puede abarcar la necesidad de cariño y apoyo de todas las familias que están viviendo una dificultad tan dura como es ésta, pero cada voluntario que dedica tiempo a estos niños, a sus hermanos, que muchas veces también son niños, a sus padres, abuelos, tíos, puede hacer que sus estados de ánimo mejoren enormemente, cosa que, en momentos así, es ORO, incluso se puede traducir en una mejor salud.

Adjunto la web de la fundación; https://www.fundacionronald.org/index.aspx.

Animo a todos a que entren y vean, porque seguro que esbozarán una sonrisa, la sonrisa que la esperanza provoca. Animo a que la gente hable de estas casas, a que colabore de la forma que quiera y sea posible. A que compartan en redes.

Y os animo porque, la sonrisa de un niño en momentos así, adquiere un valor tan enorme, que muchísimas otras cosas dejan de importar… No es tópico, es REAL.

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