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Inmanencia

Fernando Ayala
Fernando Ayala
Doctor en Historia y miembro de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres. Responsable del Área de Memoria Democrática de la Ejecutiva Regional del PSOE de Extremadura.
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análisis

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La inmanencia es lo esencial, lo inherente, lo sustancial que define a los seres humanos. Sus acciones brotan del sujeto y terminan en él. Es decir, la podemos oponer a la trascendencia, donde lo importante es traspasar, sobrepasar, en definitiva, asociar a las consecuencias de las cosas o de los hechos.

Valgan estas definiciones para poner de relieve, bajando al terreno cotidiano, cómo las actividades que realizamos, los hechos que pergeñamos, los pensamientos con objetivos que idealizamos, se trazan de una u otra manera, de acuerdo a si pretendemos que se queden como una cualidad, únicamente para nosotros o, por el contrario, buscamos compartirlas.

Es el dilema de siempre entre individualismo y colectivismo. Entre lo privado y lo público. En ambos, también podemos encontrar puntos intermedios y posibilidades de acuerdos. No tienen por qué ser excluyentes.

Si nos enrocamos en cualquiera de estos parámetros buscando su independencia o su trato aislado, nos daremos cuenta que hay personas, ya sean anónimas, ya sean supuestos líderes de opinión, que practican lo que coloquialmente se ha dado en denominar el “yoismo”.

Así, ante cualquier demanda, su respuesta no es un complemento o una reacción contraria a lo que se plantea, sino que te sueltan que ellos hacen sus cosas aún mejor o en mayor cantidad.

El conjugar la primera persona del singular para postular nuestras acciones supone eliminar la posibilidad de trabajar en equipo. Por eso siempre me ha gustado el lenguaje académico, donde, incluso para citar parte de tu trabajo, empleas el “nosotros” en lugar del “yo”.

Quizás sea más interesante buscar el perdurar en las acciones, en las realizaciones que propongamos, que quedarnos meramente con la satisfacción personal, pero sin la complicidad de los que nos acompañan en nuestros retos.

En la política se suele camuflar con frecuencia el refugiarse en los demás para tratar de salvaguardar intereses o apetencias de uno mismo. Así, todos podemos tener en mente argumentarios donde se explica que lo hacen por el bien de los demás, que los sacrificios son por la comunidad… pero a la hora de la verdad, si las cosas salen bien, veremos la preponderancia del que lo impulsa y si sale mal la culpabilidad será colectiva.

Hace unos días la noticia en nuestra tierra fue la bajada de impuestos sin pararse a pensar las consecuencias que podría tener para la salvaguarda de los servicios públicos. Si las hubiera, ahora no les toca dar explicaciones. Si las tuvieran negativas seguro que no van a ser culpabilidades propias.

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