viernes, 3mayo, 2024
12.7 C
Seville

Inmigración sin control y deshumanización de la UE

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Nadie emigra de su país por gusto, sino por la búsqueda de un futuro mejor, en especial cuando se huye del horror de la guerra, la represión de un régimen dictatorial o fundamentalista, de la hambruna secular o por la falta de un futuro viable. Solo hay que ponerse en la piel de una mujer o un hombre nacido en Gaza, Chad, Haití o cualquier otro país que forma parte de la larga lista de Estados fallidos donde falta de todo, para sentir que la vida no tiene sentido por la ausencia de cauces para desarrollar lo que cada ser humano lleva dentro: dónde existir es una lucha diaria por comer y sobrevivir de mala manera.

Sentir que el futuro se circunscribe a vivir de la ayuda de las ONG o trabajar para las mafias locales, inunda la mente de una rabia inaudita que puede derivar en violencia contra uno mismo, el entorno o el mundo rico; o en el deseo irrefrenable de huir de ese pozo sin fondo, aunque por el camino se pierda la vida. Saber y ver merced a la telefonía móvil —todos los que emigran traen un móvil en el bolsillo—cómo se vive en el mundo rico, es el efecto llamada que despierta el lícito anhelo humano de querer disfrutar de la abundancia que ven en las redes sociales; unido al sentimiento de que la vieja Europa y EEUU forjaron su riqueza esquilmando los recursos naturales de sus naciones. Sentimientos que asientan la idea de que existe una deuda que tienen que pagar.

Naciones poderosas que no se sienten responsables de ese expolio ni de haber propiciado gobiernos títere corruptos que han creado estados fallidos o de haber estimulado los conflictos tribales para espoliar sus riquezas; sino que consideran ilegal el deseo de llegar a su arcadia dorada recurriendo a un sin fin de trabas burocráticas, policiales, acusando a las mafias de ser las responsables de la inmigración ilegal o, peor, pagando a países dudosos en el cumplimiento de los derechos humanos, para que los retengan en campamentos insalubres por tiempo indefinido. Todo menos reconocer que hay un problema humano que cuesta al año miles de vidas al que hay que dar una respuesta; unido al racismo que aflora en sus sociedades —que en apariencia parece no existir— donde se les niega o eterniza la gestión para obtener un permiso de trabajo, o dificulta el alquiler de una vivienda por ser moro o negro; donde consiguen trabajos mal pagados que cobran en negro; donde se les segrega rehuyendo de la socialización con ellos; se les impide el paso con concertinas o se les apalea por buscar una vida mejor.

No reconocer la deuda —al menos moral— que tenemos con los emigrantes, unido el racismo latente y la desigualdad galopante, son los graves problemas sociales de la sociedad europea, progresivamente más fría y despegada con el sufrimiento de los oprimidos. Desapego incomprensible cuando su progresivo envejecimiento precisa mano de obra para cubrir miles de puestos de trabajo. Mano de obra que está llamando a la puerta que constata la incapacidad de la UE para promover un plan de inversión sostenida a largo plazo —gestionado desde Europa— en los países emisores de inmigrantes; para establecer un calendario anual, bianual o trianual de acogida de inmigrantes de manera regulada; o la realización de campañas permanentes contra la xenofobia. 

Solo así se acabará con las mafias que trafican con el anhelo de las personas de tener un futuro mejor; con el horror de las vallas electrificadas y los apaleamientos en frontera, que los Gobiernos europeos parecen dar por descontados, como muestra de una sociedad que ha perdido su humanidad, para mantener su pequeña parcela de seguridad; sin pensar que, tarde o temprano, o nos salvamos todos o no se salva nadie. La historia demuestra que cuando los pueblos se ponen en movimiento, porque se les niega el derecho a tener un futuro, no hay concertinas ni campamentos de refugiados ni leyes ni mares que detengan su anhelo de tener una vida mejor.  

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído