Isabel Díaz Ayuso, patriota a tiempo parcial

Isabel Díaz Ayuso se declara patriota. Todo cuanto hace y dice es por España, salvo cuando no lo es. En realidad, la presidenta de la Comunidad de Madrid es una patriota a tiempo parcial y que sólo actúa como tal cuando ese patriotismo impostado tiene un rédito político, ya sea para su partido o, sobre todo, ya sea para su proyección de cara a unas futuras elecciones generales.

Ayuso es muy dada a realizar viajes institucionales que desde la Comunidad de Madrid se presentan como desplazamientos de Estado, intentando, de este modo, presentarla como una estadista que ya merece ocupar el puesto que por pertenecer al partido que pertenece le correspondería por designación divina.

Lo cierto es que cuando Isabel Díaz Ayuso hace sus discursos de corte trumpista fuera de España, lo que está realizando es un socavamiento de España. Eso, por cierto, muy patriótico no es.

Un análisis de las palabras de Ayuso en Nueva York la asemejarían a una exiliada política que ataca contra el régimen dictatorial que la hubiera obligado a abandonar su país. Nada más lejos de la realidad.

Aprovechando una rueda de prensa sobre un acto del Teatro Real, Ayuso sacó anoche toda su artillería contra el gobierno de Pedro Sánchez. Un discurso plagado de exageraciones, datos manipulados o, directamente, falsos como, por ejemplo, que se estén blanqueando actos de corrupción y socavando sentencias firmes de la Audiencia Nacional respecto al caso de los ERE de Andalucía.

La señora Ayuso debería saber que, en primer lugar, la Audiencia Nacional no tiene capacidad para dictar sentencias firmes porque no es la última instancia en ningún caso. Las sentencias que emanan de la Audiencia Nacional son recurribles ante el Tribunal Supremo. Sin embargo, el bulo quedó ahí porque en Estados Unidos no conocen el funcionamiento de la Justicia en España.

Además, cuando Ayuso se refiere a que se cuestionan las decisiones de los jueces, olvida que su propio partido acusó a los jueces de una persecución cuando comenzaron a investigar casos de corrupción como la Gürtel, Bárcenas, Kitchen, Púnica, Lezo y un largo etcétera.

Ayuso tampoco tomó en cuenta cómo cuando su partido ha gobernado se han legalizado defraudaciones milmillonarias a Hacienda con amnistías fiscales que ningún beneficio ha tenido para la ciudadanía, salvo para los criminales a los que se amnistió.

Uno lee las declaraciones de Ayuso y piensa que son hemeroteca de cuando los dirigentes del PCE, del PSOE o de los partidos conservadores de oposición al régimen de Franco hablaban en la prensa internacional. «Creo que es importante que la gente, que el mundo sepa que no todos en España operamos de la misma manera, que nosotros representamos a una capital y a una región capital que pone la seguridad jurídica por encima de todo, el respeto a las leyes, la igualdad ante las mismas y decir que no todo vale», dijo Ayuso como si fuese una exiliada política.

Todo eso hace daño a la imagen de España porque Ayuso expone una realidad que no existe, que sólo es propaganda y argumentario del Partido Popular. Lo peor no es que Ayuso lo diga, porque de la presidenta de la Comunidad de Madrid se puede esperar cualquier cosa por su sectarismo ultraliberal y su odio hacia todo lo que no represente esa opción.

Lo peor es que el Partido Popular, que tan patriotas se muestran cuando se trata de obtener réditos políticos, lleva desde el año 2018 boicoteando en el extranjero cualquier acción del gobierno, llegando incluso a intentar bloquear la llegada de los fondos europeos de recuperación. Eso no es patriotismo, es villanía y traición y, cuando se acusa de algo a alguien, lo mejor es mirarse a uno mismo no sea que el inquisidor se convierta en el condenado.