La imprenta existía en China antes del siglo XV, pero ningún impresor chino logró lo que Johannes Gutenberg hizo: crear un nuevo sector económico. La revolución de la imprenta y la Reforma protestante del siglo XV tuvieron un impacto económico mayor que la revolución informática de 1977-2004. Las revoluciones basadas en redes, como la Reforma, la revolución científica y la Ilustración, transformaron profundamente la civilización occidental. Sin Gutenberg y su invento, Martín Lutero no habría sido más que otro hereje en la historia del cristianismo.
A pesar de que las autoridades católicas apelaron a la violencia, no pudieron detener la Reforma debido a la gran cantidad de religiosos protestantes con una elevada centralidad de intermediación. Sin embargo, cuando una red choca contra una jerarquía consolidada e institucionalizada, no suele salir victoriosa. En este sentido, la paz de Westfalia (1648) representa el triunfo de la jerarquía después de la conmoción de la guerra de los treinta años.
Otro gran triunfo para la jerarquía se produjo en el Congreso de Viena (1815), que estableció el orden posnapoleónico: la pentarquía de Austria, Gran Bretaña, Francia, Rusia y Prusia. Después de que las revoluciones de 1848, influenciadas por las redes inspiradas en doctrinas socialistas, fueran apaciguadas, la familia real Sajonia-Coburgo legitimó la institución de la monarquía al aceptar los principios del gobierno constitucional.
La crisis financiera de 1873 provocó el desplazamiento de 150 millones de personas y el surgimiento de redes de populismo y xenofobia en los países que recibieron a los emigrantes. Décadas después, el orden europeo colapsaría con la caída en desgracia del canciller Otto von Bismarck y el abandono del Tratado de Reaseguro suscrito en secreto entre Alemania y Rusia.
En octubre de 1969, una computadora envió un mensaje incompleto a través de Arpanet, estableciendo la primera comunicación entre dos computadoras. Este evento marcó el comienzo de lo que se convertiría en internet. Sin embargo, algunos argumentan que internet es más una consecuencia del poder jerárquico que la causa de la crisis del siglo XX.
La idea de que el ciberespacio es un territorio sin ley y la noción de que la defensa cibernética está retrasada en comparación con los ataques cibernéticos han servido como justificación para la creación del Estado administrativo. Este estado está enfocado en producir regulaciones públicas cada vez más complejas que, en la práctica, a menudo resultan contrarias a los objetivos del regulador. Esto representa la última versión de la jerarquía política, que produce complejidad y socava la prosperidad y la estabilidad.
Sin embargo, no es deseable que las investigaciones se confundan con teorías conspirativas. De hecho, cuestiona su seriedad histórica y afirma que sus promotores siempre malinterpretan y tergiversan el modo en que funcionan las redes. Reflexionando sobre cómo las redes de éxito a menudo escapan a la opinión pública, mientras que las que fracasan atraen la atención y se sobre representan.
