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La autocrítica y la verdad son posibles en política

Félix Lareki Garmendia
Félix Lareki Garmendia
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao. Su carrera profesional fundamentalmente la ha desarrollado en Xerox España S.A.U.. Exprofesor de la Escuela Superior Universitaria de Marketing en la Cámara de Comercio de Bilbao, del Master de Marketing y de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del País Vasco UPV - EHU. Durante 8 años ha estado en política en el País Vasco. Vicepresidente de la Asociación Internacional Aulamar para personas discapacitadas para el disfrute de la navegación a vela. Tiene publicados varios libros con ESIC Editorial. Su lema es “pasión por el arte y las personas”, lector empedernido, escritor y analista social.
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Una buena parte de los españoles, no dudo estará de acuerdo en la cantidad de mentiras, provocaciones, juegos de salón, descalificaciones, fueras de juego, escándalos, insultos, amenazas, falsedades, etc.. que oímos todos los días entre los regidores políticos. El Congreso de los Diputados muchas sesiones se parece más a un gallinero que al espacio de una democracia.

Hemos podido comprobar como las mentiras se ejercen limpia y abiertamente, es decir sin inmutar el rostro y sin quebrar la voz, parecería ser que existe una certeza que jamás uno vaya a ser descubierto ni por los medios, ni por el personal de la calle, cuestión altamente infantil. Hoy se sabe con absoluta certeza quien entre sus argumentos cuenta más mentiras que nadie.

La cuestión es creer como fan de una determinadas siglas políticas que todo lo que oye es cierto, imbuido por un cierto fanatismo mesiánico. Pero nadie cree sino está dispuesto a hacerlo. Aunque  parece que todo vale si a cambio gana el candidato.

Como en el caso de la periodista presentadora de la noche de los candidatos en RTVE en las últimas elecciones generales, cuando avistamos uno de la derecha calificado como posible nuevo presidente, mintiendo olímpicamente al presentar algunos datos  cuando su interlocutora, la presentadora del debate, le acusaba de mentiroso, como así se pudo comprobar posteriormente.

O cuando otro candidato ultraderechista,  afirmaba que Bildu apoyó la reforma laboral con total descaro, sin fruncir el ceño, siendo totalmente corregido por la periodista, provocando con ello  un error de bulto en una comparecencia pública, o citando el derribo de presas, perjudicando con ello a los agricultores o que los peores datos económicos dentro de Europa los ofrecía España, cuestión igualmente falsa, pues es el País que mejores previsiones dispone para el 2023 y tiene la mejor disposición de rebajar la inflación de casi toda Europa.

Pero es normal que todos los partidos con sus presencias en diferentes momentos hayan apoyado la tesis de que la mentira es un aliado importante de la clase política, mintiendo directamente en determinadas situaciones, faltando a la verdad o citando medias verdades, aún cuando a uno se le ocurre que hacerlo,  obviamente, es cosa de torpes, pues actualmente hay suficientes medios técnicos para comprobar cualquier aseveración si es falsa o no lo es. Todo está muy controlado. Uno parece no darse cuenta que estamos en el año 2023, cuando la Inteligencia Artificial, es capaz de pensar, casi por si misma.

Una primera conclusión podría ser…  La forma más fácil de equivocar al electorado, es decir mentiras o medias verdades, pero obviamente no se sustenta por si misma, siendo uno finalmente descubierto. Pero algo queda.

LA AUTOCRITICA

Lo de la mentira, de la que Trump ha sido el gran maestro, es grave, pero lo que me ocupa ahora es la  ausencia de autocrítica tanto de la clase gobernante como de la oposición, ambas no existen, llegado el momento de la reflexión pública. No vaya a ser que se entere el Pueblo y nos saquen cantares, dicen algunos.

Deberíamos afirmar con rotundidad que LA AUTOCRÍTICA, SÍ ES COMPATIBLE CON LA POLÍTICA. O bien ¿No es compatible, con una carrera pública? Dado que al ser pública, pues eso, lo admite todo.

Veamos, ¿Pueden Uds decirme – cuando  las televisiones y todos los medios nos han inundado de información-, si han encontrado algún partido que haya concurrido en estas elecciones pasadas,  que haya hecho algún tipo de autocrítica seria por los resultados obtenidos?

Todos los pequeños partidos que se incluían en la llamada banda progresista, es decir sin incluir a la derecha o ultraderecha, han perdido escaños, miento, excepto uno, que ha sido Bildu que pasó de 5 a 6, situándose delante del PNV. Un importante zarpazo, que debería dar lugar a una profunda reflexión para los conservadores nacionalistas. ¿Alguien ha visto u oído que la autocrítica se haya producido? ¿Será porque llevan muchos años en el poder?

Han bajado en su feudo habitual, Bizkaia, han dejado de ser la primera fuerza política en Euskadi, siendo sobrepasados por el PSE, los socialistas vascos que no pasaba desde el 2008. En las elecciones locales perdieron dos concejales en Bilbao, aunque mantuvieron la alcaldía. En Gipuzkoa han pasado a ser la tercera formación. Momento importante para una autocrítica seria y natural que hemos echado en falta.

Hoy el PNV alega serán la clave para la formación del Gobierno, pero eso es una verdad a medias, pues otras fuerzas políticas también serán claves, como Sumar, Bildu, Coalición Canaria, ERC, etc.. Algunos opinan que su electorado se ha hecho viejo y se ha desdibujado su identidad con los acuerdos hacia el PSOE, en vez de con Bildu, quizás falta de rumbo hacia el entendimiento con otras fuerzas nacionalistas. Imanol Zubero, doctor en Sociología por la UPV afirmaba que no atrae a gente joven al mismo ritmo que la pierde. Fuente Diario Vasco.

¿Tanto poder les impide poder acordar con un partido vasco natural como es Bildu? ¿O prefieren acordar con el Socialismo Español en muchos ayuntamientos en las elecciones locales pasadas para evitar que Bildu los gobierne? La Sociedad Vasca, les da la respuesta, encumbrando a un partido de izquierda nacionalista, la juventud vasca parece lo tiene claro. Es momento para la autocrítica para el nacionalismo conservador.

Cuando el líder ultraderechista de Vox es preguntado al final del día de la votación por un periodista, las causas de su pérdida de escaños de 52 a 33. La respuesta que se produce, es hacer principal culpable al Partido Popular. Un enemigo natural, ahora aliado, con el que ha pactado en las elecciones locales profusamente. Ningún comentario que podría entenderse como una cierta autocrítica. La culpa es de otros, se basan igualmente en la demonización de los ultraderechistas por parte del partido gobernante. Ninguna fisura para la autocrítica, han bajado de 51 a 32 escaños, lo que supone 656.000 votos menos.

Cuando uno está en el mercado empresarial y en la economía empresarial, observa muchas recomendaciones de los gurús que nos hablan de liderazgos, de cómo salir de los malos momentos y de los baches y todos coinciden en una sola cosa. Reconocimiento del fracaso y aceptación de las causas del mismo. Eso -dicen- nos hará más fuertes en el futuro. Es una regla de comportamiento personal y también en el mundo de los negocios y en la política.

Pues bien  nadie en la práctica,  ha hecho públicamente autocrítica, todos se han aplaudido, abrazado, felicitado, llorado y expresado su satisfacción por los resultados, y el partido que más votos ha sacado, construye el relato de que debe ser el que forme el próximo gobierno, sin darse casi cuenta que no dispondría de los apoyos necesarios.

En España, al ser una democracia parlamentaria, cualquiera puede ejercer el poder, si tiene el número de escaños suficientes para otorgarle la mayoría parlamentaria, dicho en otras palabras, quedándose el segundo en las urnas, puede formar gobierno, si consigue los aliados necesarios. Esto no es discutible, lo marca la propia Constitución.

La derecha en España, en las anteriores elecciones locales, ha pasado a gobernar en muchos ayuntamientos en las pasadas elecciones locales sin haber obtenido la mayoría suficiente, pero si el apoyo de los ultraderechistas. Que le han facilitado las mayorías necesarias para quedarse con Gobiernos locales.

Cada uno se busca la vida de la mejor manera, pero las normas son iguales para todos.

Cómo es posible que el PSOE este en disposición de apoyar un gobierno de derechas en España, cuando estos se han ocupado de desprestigiar totalmente a un gobierno de izquierdas que ha aprobado muchas leyes de carácter social y laboral y que ha sido tachado de gobierno títere por las derechas, y que ha amenazado públicamente eliminar muchas de estas leyes de carácter social y humano si ganase las elecciones.

Uno debe ser más prudente en algunas afirmaciones. No todo vale en política, ni la mentira, ni las amenazas, ni la falta de autocrítica. Nadie está en poder de la verdad absoluta, pero la necesidad de acordar es permanente, si voy regando de enemigos el camino por donde paso, necesitado después, solo obtendré el vacío y la orfandad.

La autocrítica exige la asunción de nuestra realidad circundante, debemos de ser capaces de reconocer nuestro entorno. En España no se ha hecho autocrítica en estas pasadas elecciones generales de Julio del 2023, por tanto en cuanto que la derecha y auto derecha española han sido incapaces de reconocer la realidad de País que es España.

Somos una nación plural, en la que conviven transexuales, nacionalistas, violadores sexuales, independentistas, antimonárquicos, mundo gay, inmigración legal e ilegal, niños maltratados, mujeres maltratadas, múltiples lenguas nacionales, nacionalidades, comunidades autónomas diferenciadas, prensa ligada al poder y a los partidos y prensa libre e independiente.

No reconocer todo esto, es evadir nuestra responsabilidad y nuestras capacidades para dirigir un País, diverso y plural y carecer del mas mínimo sentido de autocrítica para entender que somos diversos, que no hay una España única, ni exclusiva de nadie. La derecha española junto con la ultraderecha no han sido capaces de reconocer quienes somos realmente, su territorio es exclusivo  y sus ideas también. No aceptar la diversidad, ayuda a evitar la autocrítica. Esa es la razón de su auténtico fracaso para gobernar y la imposibilidad de tener mayorías consolidadas, es decir acordar y no rechazar, negociar y no excluir, aceptar la diferencia y no la intransigencia de creerse únicos.

Este realmente es nuestro País. Es lo que tenemos.

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