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La Búsqueda

Neutralidad culposa

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Me he sentido escoria viendo La Búsqueda, el impresionante documental sobre los desaparecidos en Perú por los enfrentamientos entre Sendero Luminoso y el Ejército estatal, dirigido y escrito por Mariano Agudo y Daniel Lagares. Conocía el libro Persona de José Carlos Agüero, que recibió el Premio Nacional de Literatura en Perú y que tiene mucho que ver con este guion o, al menos, lo atraviesa como una lanza… hiriéndolo de vida.

He sentido la bajeza de ser humano porque cada vez estoy más convencido del peligro que supone la defensa de las ideas cuando el fin justifica los medios… ¡No! Y eso no me priva de defender mi postura política, pero pretender atajos casi siempre lleva a la locura de construir al enemigo y, una vez hecho, sólo hay que eliminarlo para creer que se llega la verdad, confundiendo el crimen con la esperanza. ¡No! Y si usted piensa que la única forma de ir a alguna parte es arriesgar la convivencia con alguna víctima inevitable, porque así es como se hace la Historia: se ha vuelto majareta y empieza frisar la peligrosidad.

Sólo un Humanismo comprometido con la justicia y el librepensamiento atenúa la estupidez humana, que es un factor incontrolable y de una crueldad que mejor no testar. Yo, cada vez más, confío en la conciencia y la coherencia, en pararnos a calcular las consecuencias de nuestras ideas y medir bien cuando estimemos la posibilidad de generar un daño a alguien; que una parte de la Humanidad, cuanto mayor mejor, actúe sin esa voluntad de dañar podría evitarnos mucho dolor, el resto, la consignas o las intenciones ideológicas: que vengan después.

El documental tiene belleza cinematográfica, la fotografía retrata el paisaje como si de un cuadro oriental se tratara, no copiando sino buscando la recreación de la realidad para que el intérprete se pierda en su interior. No sé si pretendidamente, no sé si realista, nunca he estado en Perú, pero creo quedarme con una imagen de la vida cotidiana del país, de su gente corriente, y me parece muy bien porque suele esta gente que no sale en los libros ser víctima de los desastres políticos.

La madre y el padre de Agüero fueron de Sendero Luminoso y murieron torturados y asesinados; sin embargo, el hijo pide perdón al tiempo que reivindica la memoria y el crimen de sus progenitores, huye del símbolo para entrar en las ideas… impresiona su testimonio, las víctimas son víctimas y no hay que analizar los motivos para ser asesinado: no existen, el axioma humanista es que dañar a otra persona es el crimen, cualquier circunloquio sobre esta cuestión encubre a un canalla. La reconciliación sólo llega cuando cada cual puede recoger a los suyos y llevárselos, enterrados o no, y dejar el camino libre para la investigación, culpar a los culpables pero jamás (y nótese que invertimos la versión tópica) reivindicar mártires porque eso justifica el enfrentamiento. Nadie es mártir, sólo hay víctimas de la barbarie y que cada palo aguante su vela. Este documental es sabio, la postura que defiende sobre el respeto ayuda a superar la tragedia sin traicionar memorias ni enfrentar bandos…

No se trata de promover una neutralidad culposa. Quizá deberíamos tomar nota, en España no conseguimos enterarnos: unos beatifican y otros olvidan las atrocidades: la valoración inicialmente sólo puede ser cuantitativa pero eso da la verdad: el exterminio sistemático frente a los crímenes vulgares, el genocidio frente al asesinato, no es lo mismo, pero nunca justificar ninguna muerte, hay que situarse en la paz y asumir el dolor de ser víctima pero también el de ser responsable. Verbigracia los nuevos cargos en Andalucía que hablan de concordia o incluso los que niegan la Memoria Histórica, flirteando con la criminalidad más abyecta y no lo quieren saber, al contrario, creen estar asistidos por la Paz y no ven que es la Paz del asesino, la de las cuatro décadas de “prosperidad”.

El testimonio de un muchacho casi niño que buscó a su hermano en las sierras y lo encontró entre los terroristas, y se quedó con él; un muchacho después asumido por el mismo ejército que disparó a ese hermano por la espalda mientras huía, en el cuerpo de Cabitos con el número 51, ejército que esclavizaba a las prisioneras para que limpiaran e hicieran las comidas y violarlas por las tardes hasta matarlas torturadas o extenuadas, este testimonio es capital porque demuestra algo que nos cuesta admitir: que somos más fruto del entorno que de la decisión, que a posteriori todos acusamos pero en el fragor de la realidad somos asesinos en potencia, no es tan fácil abstenerse de la violencia cuando nos rodea… de ahí la importancia del contexto, por eso hay que promover un entorno de paz y placer, porque la violencia genera violencia y si sabemos esto sólo cabe un contrapunto: la paz genera la paz.

Tenemos estos ingredientes pragmáticos para regular nuestro comportamiento. Lo otro son ideas. Conozco a Daniel Lagares, he leído a Agüero, parecen gente de paz, humanistas que aspiran a la Justicia, La Búsqueda es un documento magistral donde se muestra el horror que podemos llegar a generar pero también la grandeza que albergamos y que, como todo lo bueno, nos han enseñado a reprimir con ideas degradantes como la de pecado, bien o mal, alma, patria, Dios, orden, Historia… cuando todo es mucho más fácil e interesado: el egoísmo de saber que si puteas a los demás tarde o temprano te lo devolverán.

La Búsqueda merece ocupar un lugar entre los documentos cinematográficos que componen la Historia de verdad, la que nos hace recapacitar sobre las personas y no las instituciones y sus héroes. Merece recoger premios, ser distribuido, ir a los centros educativos, generar debate, merece que la belleza de su planteamiento en todas sus dimensiones sea reconocida y trascender las fronteras del país andino. Ya ha pasado por el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, por el Festival de Cine de Sevilla y cuenta, por cierto, con una colaboración de Canal Sur (no sé si ahora la darían), España debería hacerse eco: Mariano Agudo es sevillano y Daniel Lagares onubense pero curiosamente el Festival de Cine Hispanoamericano de Huelva rechazó su presentación; no se nos alcanza a comprender qué peregil le faltaba…; me constan los intentos de regolfar parte de la actividad de Lagares como fotógrafo y documentalista a su provincia y la indiferencia o desprecio por parte de sus autoridades públicas, más preocupados por el Decano y la Señora de las Marismas… repetirán la Historia.

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