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La función de la filosofía en la educación

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Cuando se empiezan a desarrollar los decretos para poner en marcha la nueva ley de educación, podría ser conveniente reflexionar acerca de la filosofía.

Todas las sociedades se han movido siempre entre la barbarie y la civilización. En las más atrasadas solía dominar un modelo de barbarie, mientras que las más avanzadas progresaban mediante acciones civilizatorias. Era común transitar de una vertiente a otra de modo que no dominaran nunca del todo los ejemplos bárbaros y tampoco se impusieran absolutamente las formas civilizatorias de actuación. Todavía hoy nos resulta raro en sociedades avanzadas económica y tecnológicamente que una persona sea decapitada por defender derechos, o protestar contra las fuerzas de seguridad. Arabia Saudí lo acaba de hacer con el escándalo del mundo occidental y buena parte del oriental. Todavía aplican la crucifixión por ideología terrorista.

La función de la filosofía es doble. Por una parte, tiene que frenar la barbarie. A veces no puede hacerlo del todo y, al menos, trabaja por mitigarla todo lo posible. No basta solo con esta acción, sino que paralelamente ha de aumentar la civilización con aspectos culturales positivos contra cualquier sectarismo y fanatismo, mitos y supersticiones que se presenten y a favor de valores y formación ciudadana para que los seres humanos pueden comportarse autónomamente. En ese sentido tiene que formar personas y ciudadanos que compartan la responsabilidad, el respeto a la conciencia y la apertura a posiciones personales que puedan chocar con las vigentes en una situación determinada, integrando mentalidades más críticas.

Esto no se consigue de inmediato, tiene que pasar un tiempo para poner de manifiesto que hay conflictos asfixiantes y también ofrecer herramientas para un mejor comportamiento convivencial. A partir de aquí es cuestión de preferencias, pero teniendo siempre en cuenta las consecuencias de ambas posiciones en relación con un pensamiento más racional.

Los avanzados conocimientos que se presentan como científicos, artísticos y tecnológicos necesitan también una mirada crítica para saber si son verdaderos o falsos, buenos o malos, útiles y eficaces, así como las consecuencias que se pueden derivar de los mismos. La razón crítica no puede faltar aquí, porque su carencia apuntaría enfoques y consecuencias desfavorables. Esto no tiene un mero afán teórico, sino fundamentalmente práctico. No se trata de teorizar, sino de aplicar a las acciones cotidianas. No es tanto filosofía académica, sino exclusivamente mundana en el sentido kantiano, que proporcionará temas para ser posteriormente teorizados. Aquí hay un conjunto de problemas en los que se puede actuar.

Las líneas de actuación se inician con el aprendizaje de un pensamiento racional, que conduce inevitablemente a la crítica. Desde aquí cabe construir esquemas que hagan comprender la realidad entre la que nos movemos cotidianamente. No se puede olvidar la necesidad de transitar por sistemas de ideas, de lo contrario no habría filosofía, sino simples debates meramente estériles.

Habría que adaptar esto a las edades de los estudiantes. Se podría reflexionar ampliamente sobre la propia cultura, que ha servido de molde para la primera formación. Después, habría que centrarse en nuestra actuación como seres humanos. Para esto es necesario un curso de Ética. Luego llegaría la Filosofía, como reflexión sistemática. Se concluirá con la Historia de la Filosofía como las sistematizaciones configuradas a lo largo de la historia de la humanidad. Con esto tendríamos diseñados cuatro cursos en la Secundaria con una duración y profundización superior en cada uno.

Tenemos tantos contenidos para trabajar que sería necesario seleccionarlos en función de las necesidades actuales, en las que habría que poner el énfasis. Una línea humanista recorrería todos ellos. Habría que ofrecer una visión general de lo acontecido en los 20 siglos de cultura en los que ha intervenido la reflexión racional. Interesaría conocer lo que ha significado esta reflexión en la marcha la humanidad. Esto entraría en el mundo cultural para lo que sería necesario aprender, fundamentalmente, conceptos situados en la historia. Por ejemplo, mito, logos, materialismo, espiritualismo, teología, ciencia, racionalismo, empirismo, idealismo, evolucionismo, física y algunos más. También se seleccionarían algunos autores para incardinar en ellos tales conceptos, por ejemplo, uno griego y otro moderno. Se terminaría aprendiendo autores, corrientes y teorías, que han que anclarían todo lo anterior. Esto se completaría con una buena selección de textos que plantearan asuntos fundamentales, que todavía se encuentren vigentes. Materiales didácticos para explicar con claridad los planteamientos de los autores.

Se puede empezar en la infancia con debates, argumentos, crítica de problemas y algo de investigación. Y terminar en la madurez universitaria, ofreciendo módulos optativos en Filosofía de la Ciencia, del Derecho, del Arte, de la Cultura y la Tecnología. Esto conformaría un humanismo filosófico muy sólido.

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