Este año 2020 se cumplirán 45 años de la muerte del dictador Francisco Franco y la democracia que nació tras la Transición aún no ha podido quitarse una parte del legado que dejaron esos años oscuros en los que se ofreció paz y una supuesta prosperidad a cambio del sometimiento absoluto del pueblo al régimen. Todo ello, acompañado de la represión, las torturas y los asesinatos que caracterizan a cualquier régimen dictatorial. Una de las herencias que dejó el franquismo fue que la Jefatura del Estado estuviese ocupada por Juan Carlos de Borbón por obra y gracia de Francisco Franco. El pueblo, tras la muerte del dictador, no tuvo oportunidad de decidir sobre el régimen que quería para la nueva democracia que nacía después de la destrucción del aparato legal franquista. Pasaron los años, se votó una Constitución, llegaron partidos teóricamente republicanos al gobierno y nada, el pueblo sigue sin tener oportunidad de poder elegir a su Jefe de Estado.

Para lograr ese blindaje, los Borbones han tenido siempre la predisposición de los políticos de casi todo el orbe ideológico para convertirse en los guardias de corps del Palacio de la Zarzuela. Algunos partidos llegan al ridículo intelectual de afirmar que si se pone en cuestión la legitimidad de la Corona se está poniendo en duda toda la Transición.

Sin embargo, es esa propia defensa cerrada de la Monarquía la que está poniendo en peligro a la institución porque la están debilitando desde un punto de vista de legitimidad democrática, algo que necesita del voto de la ciudadanía para ser obtenida, como hacen el resto de representantes públicos del país.

Por tanto, al ser la Monarquía una herencia del franquismo, entra dentro de los ámbitos de actuación de la Ley de Memoria Histórica. Hay varios puntos dicha ley que se pueden aplicar a la familia que actualmente ocupa la Jefatura del Estado sin haber sido elegida por el pueblo. ¿Alguien se atreverá a abrir esa puerta?

Juan Carlos de Borbón, por ejemplo, ocupó la Jefatura del Estado antes de la muerte de Franco en dos ocasiones. La primera en julio de 1974, cuando el dictador estuvo ingresado. En esa ocasión se ejecutaron actos tan importantes como la renovación de los acuerdos de cooperación con Estados Unidos. La segunda ocasión en que Juan Carlos de Borbón fue Jefe de Estado ocurrió en octubre de 1975. A partir de ahí, los borbones no abandonaron el cargo. Esos 20 días antes de la muerte del dictador a Juan Carlos de Borbón le dio tiempo para entregar el Sáhara Occidental a Marruecos, en contra de las propias leyes de la ONU, pero garantizándose el apoyo de Estados Unidos, tal y como rebelaron los documentos desclasificados de la CIA.

Una vez muerto Franco, Juan Carlos de Borbón juró defender las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios que alumbraban al Movimiento Nacional. Tras hacerlo los procuradores en Cortes gritaron ¡Viva Franco! y ¡Viva el Rey!

Adolfo Suárez reconoció en una entrevista cómo había manipulado las cosas en el referéndum para la reforma política de diciembre de 1.976. En concreto, el ex presidente dijo que «cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república…, hacíamos encuestas y perdíamos». Para evitar dar la voz al pueblo español incluyeron la palabra rey y monarquía en la Ley de Reforma Política y así justificaron que ya se había hecho un referéndum, algo que, como se ve, no fue así. En segundo término, para terminar de culminar la manipulación, no dieron la oportunidad de que los y las ciudadanas españolas pudieran elegir el modelo de Estado en el referéndum de 1.978 sobre la Constitución. Esto fue un trágala en toda regla porque se metió en el paquete de la Carta Magna también a la Monarquía.

Estas dos consultas son las que utilizan como argumento quienes defienden a los Borbones y su permanencia en la Jefatura de Estado, tanto en la derecha como en una parte importante de la socialdemocracia. Un argumento que es falso porque en ningún momento el pueblo español ha tenido la oportunidad de decidir libremente sobre la permanencia del modelo monárquico y la instauración de la República.

Por más que los defensores de la Monarquía afirmen que los españoles lo votaron, no es cierto. Fue impuesta de la misma manera en que lo fue la Jefatura de Estado de Franco. Durante más de 40 años los Borbones no se han sometido al democrático ejercicio de escrutinio por parte de la ciudadanía y, por tanto, su legitimidad democrática es casi nula porque lo único que la salva es un artículo de la Constitución que lo que hace, en realidad, es dar legalidad al hecho de que sea la genética y no la voluntad popular la que decida quién es el más alto representante de todos los ciudadanos.

1 COMENTARIO

  1. Se han aprobado leyes con un determinado fin que después se han aplicado para castigar hechos distintos, pero eso siempre lo hacen los poderosos contra los débiles, o, por poner un ejemplo, la justicia española contra los independentistas catalanes. Para acabar con la monarquía, algo ya imprescindible, solo veo dos salidas a medio plazo: 1) Ante la evidencia de que, o Tercera República o Monarquia sin Catalunya, alguien convenza al rey que debe sacrificarse. 2) Que el Gobierno Sánchez&Iglesias se atreva a convocar un referéndum tipo «llave maestra» como el de Suárez en el 76, o el de Piñera del próximo 26 de abril, por el que pida al electorado si debe abrir el procedimiento para reformar la Constitución. Eso debería abrir el debate sobre la forma de Estado, los partidos deberían definirse y el rey debería abdicar para no afectar a la neutralidad. Deberían pactarse 45 años de Republica y, en 2065, realizar un referéndum sobre la forma de Estado. Sería lo justo.

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