La oportunidad de Casado

Este miércoles tiene lugar el tercer debate de moción de censura que tiene lugar en nuestro país los últimos tres años.

Las mociones de censura tienen generalmente dos motivos principales: una motivación seria de derrocar un gobierno a través de este instrumento o una motivación netamente de campaña política, bien de promoción de un liderazgo o de estrategia por marcar el debate político, particularmente a las formaciones con las que se compite en espectro electoral.

Sería en esta segunda motivación en la que encontraríamos la que ha presentado la formación ultraderecha al actual Presidente del Gobierno, y que ya sabemos no prosperará al menos en lo que a derrocamiento del Gobierno refiere.

La duda es qué consecuencias tendrá la moción de censura en su propósito real: desgastar al PP y convertirse de facto en la oposición al Gobierno de coalición, ya saben

En cualquier país europeo la derecha tradicional no tendría dudas respecto a la posición que debería adoptar ante una moción de censura promovida por la ultraderecha.

Sin embargo, en España hay una particularidad que no se da en otros países de la Unión Europea y es que la ultraderecha española nace, crece y se reproduce a partir del Partido Popular, comenzando por su líder.

Esta circunstancia, sin duda, marca el debate interno del PP pues Casado y Abascal crecieron en los brazos de los mismos referentes populares, sintiéndose más cerca de lo que desde luego el país necesita. Pero PP y VOX están unidos por lazos personales de una generación de políticos que deben decidir el destino de sus formaciones y la ultraderecha lo tiene claro. Quien duda, peligrosamente para ellos y la política española, es el Partido Popular.

Una vez más, la Comunidad de Madrid (y su capital) es donde los populares se convierten en la versión más exagerada de sí mismos, y asistimos a cómo los guardarraíles de la democracia^[1], la tolerancia, respeto y reconocimiento del adversario político y la contención han saltado por los aires, no hay más que seguir cualquier jueves un pleno en la cámara de Vallecas.

El seguidismo del PP y, especialmente, de Ciudadanos a la ultraderecha en su propósito de reescribir la historia de España es un triunfo de esta última que ha dejado claro quién marca el paso en ese trío que gobierna la ciudad y la comunidad de Madrid. Y, ya se sabe, tres son multitud.

El nerviosismo del PP ante el aliento de Vox que siente cercano le puede hacer patinar como ya está haciendo, tomando decisiones más preocupado por las cuentas que no le salen que por avanzar en un discurso de centroderecha que le dio dos mayorías absolutas.

Pablo Casado puede utilizar el debate de este miércoles para cerrar la puerta a la ultraderecha situándose con los partidos de la derecha europea o seguir tonteando con ella sin complejos consolidando al Partido Popular como la excepción dentro de los partidos populares europeos.

Todo espacio que ocupa la ultraderecha es un espacio que pierde la democracia. Lo que pierda la democracia, lo perdemos todos; y con la democracia no se juega, Señor Casado.

^[1] La expresión se ha extraído del libro “Cómo mueren las democracias”, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt.