Cuánto se echan de menos plumas como las de Manuel Vázquez Montalbán o los sicilianos Andrea Camilleri y Leonardo Sciascia, escritores “políticos” los llaman en algunos cenáculos, más bien escritores que se pringan sin miedo ni medias tintas, a secas. Menos mal que aún da guerra en el anaquel de novedades la novela negra con claros tintes políticos del griego Petros Márkaris y su comisario Kostas Jaritos. Y pocos más que añadir a este selecto grupo de narradores que hacen o hicieron de su labor literaria un compromiso de activismo social y político sin ambages. Afortunadamente, siempre nos quedarán sus libros.
El pasado 2021 se conmemoró el centenario del nacimiento de Sciascia, un maestro de profesión que quiso dejar entre su legado literario un puñado de obras maestras que van mucho más allá de la novela negra al uso tal y como la conocemos desde hace más de un siglo. Y esto es así porque sus obras siempre buscaban la concienciación y el compromiso para retratar sin dobleces una sociedad corrompida hasta el tuétano, cínica hasta el infinito y que aún se atreve a hacer gala del oprobio en el propio rostro de ciudadanos resignados y con los puños agachados.
Sciascia no deja nunca títere con cabeza, porque pone todo su empeño en mostrar las tripas de un sistema podrido basado en la mentira y las falsas apariencias
Nacido en la ciudad siciliana de Racalmuto, la “ciudad de la razón” como se la conoce, Sciascia abandonó pronto el mundo de la enseñanza para dedicarse de lleno a la literatura tras su paso por el periodismo. Desde un primer momento tuvo siempre en el horizonte la capacidad de denuncia de la literatura como arma efectiva para concienciar a la ciudadanía en general y a los lectores en concreto sobre cualquier tipo de abuso de poder, ya sea ejercido por instituciones públicas o de carácter ilegal como por ejemplo la propia mafia.
La editorial Tusquets, encargada de publicar su principal obra en España, ha reeditado dos de sus títulos más emblemáticos, Todo modo y A cada cual, lo suyo, dos novelas que trascienden el noir a secas para configurarse como frescos asombrosos de la realidad que vivía su país, y sobre todo su Sicilia natal, en pleno imperio de la mafia en la segunda mitad del pasado siglo.
El país de la Iglesia, la mafia y el fascismo
En el país donde nacieron el fascismo y la mafia, y también organizaciones criminales como las Brigadas Rojas, o donde germinó y se asentó la institución de la Iglesia católica, Sciascia tuvo el arrojo de llamar a las cosas por su nombre, más allá de cualquier adscripción ideológica, aunque le costara más de un quebradero de cabeza. Y lo hizo a través de la ficción, de la literatura como medio de transmisión de conciencia a la ciudadanía. O incluso tomando partido en casos reales, como el especialmente doloroso del crimen del ex primer ministro italiano Aldo Moro, asesinado por las Brigadas Rojas, un crimen que lo marcó para siempre en su trayectoria literaria.
Los personajes de las novelas de Sciascia son indudablemente reales y extraídos de un encaje social determinado, ya sean curas, burgueses acomodados o arribistas políticos. Todos ellos tienen en común un afán cínico por traspasar los límites de la legalidad sin disimulo, con premeditación y una arrogancia que les otorga la connivencia de otros cómplices igual de corruptos que ellos y con los que comparten sus intereses espurios. Por ello Sciascia no deja nunca títere con cabeza, porque pone todo su empeño en mostrar las tripas de un sistema podrido basado en la mentira y las falsas apariencias.
Adéntrense en las tramas de apariencia sencilla de obras maestras como Todo modo, El día de la lechuza o A cada cual, lo suyo y comprobarán entre líneas todo el poderío que atesora la literatura de denuncia del escritor siciliano, una obra que va ganando en sabiduría y verdad conforme pasan los años.
