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Libertad educativa, políticas ideológicas y adoctrinamiento

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Últimamente se ha puesto de moda que “la caverna”, es decir, el PP (Partido Pútrido) y VOX (Violencia, Odio y Xenofobia) hablen de libertad educativa, políticas ideológicas y adoctrinamiento. No lo hacen de manera constructiva para tratar de que la ciudadanía viva mejor, sino que solo albergan objetivos destructivos, para lo cual no hacen sino sembrar confusión. Y lo peor no es eso; lo peor es que no escucho argumentos contundentes por parte del sector de “la izquierda” para contrarrestar tantas estupideces como “la derecha” es capaz de proferir. No sé si estaré acertado o no, pero yo voy a intentar aquí establecer algunos puntos conceptuales como referencia para futuras respuestas, si es que algún político se digna a leer este artículo.

Primero hablaremos de “libertad educativa”. A ver… ¿qué demonios es eso? ¿Desde cuándo hay libertad para decidir si a nuestros jóvenes se les explican los polinomios, la gramática, la historia, o la pretecnología? Ojalá hubiera podido elegir yo. Me habría ahorrado mucho sufrimiento con las matemáticas. Parece razonable que los contenidos que aprendan nuestros chicos y chicas estén en relación con la comprensión objetiva del mundo en el que vivimos. Estos contenidos han de estar, y de hecho lo están, determinados por el Ministerio de Educación de manera que sean los mismos para todo el mundo y se garantice así una igualdad de oportunidades y un acceso igualitario a los contenidos, independientemente de en qué colegio o comunidad autónoma se estudie. ¿De qué libertad estamos hablando? Ah, ya, espera, ahora lo entiendo. Hablan de libertad religiosa. Y la de restringir el acceso de la juventud a contenidos que hablen de convivencia, solidaridad y bienestar social (que se sufraga con impuestos) en asignaturas como Educación para la Ciudadanía, donde se dicen cosas como que todos los ciudadanos y ciudadanas somos básicamente iguales, y tenemos el mismo derecho al acceso a unos servicios públicos de calidad que garanticen la igualdad de oportunidades. Esto es peligroso. Es un mensaje “desfascistador”. Otro elemento de la “libertad educativa” es la “libre elección de centro”. ¿Qué sentido tiene que los chavales y las chavalas estudien en colegios que les cogen lejos de su casa? Claramente, la posibilidad de establecer “supercolegios” para ricos, frente a los “coliguetos” para pobres. Si el criterio es la cercanía, igual para todo el mundo, entonces se pierde el poder de “fascistoización” de la educación dirigida a la desigualdad y el elitismo. Esto es lo que significa libertad educativa: libertad para “afacistar” a los niños y las niñas. Es muy sencillo: si tú consideras que tu hijo debe ir a un colegio porque es mejor ¿por qué no quieres que todos los niños y las niñas vayan a ese mismo colegio? Y es que no solo es cuestión de “afascistamiento”, es también una cuestión de competitividad. ¿Ha quedado claro lo que se entiende por “libertad educativa”?

Sigamos. Vamos a ver ahora el asunto de las “políticas ideológicas”. Por favor, que alguien me diga qué políticas no son ideológicas. Todas las políticas son ideológicas; por eso votamos en las elecciones; para decidir qué políticas queremos que se hagan conforme a qué ideología. Pensar que existe una violencia específica contra la mujer ¿es ideológico? Por supuesto. ¿Y pensar lo contrario no es ideológico? También. Plantear que hay que subir los impuestos para garantizar los servicios, ¿es ideológico? Naturalmente. Y decir que hay que bajarlos para que solo los ricos puedan acceder a servicios de calidad y establecer así una desigualdad en las posibilidades competitivas ¿no es ideológico? Todas las políticas son ideológicas. Bien está que a la “caverna” no les gusten las políticas de justicia social y de igualdad de oportunidades, pero, por favor, no nos aburran con sus gilipolleces.

He dejado para lo último lo del adoctrinamiento, que en realidad entronca directamente con el primer concepto que hemos tratado de la “libertad educativa”. Cuando el mundo cavernario habla de que no quieren que a sus hijos se les “adoctrine”, en realidad lo que quieren decir es que no quieren que se les “desadoctrine”. Con el trabajo que cuesta meter en la cabeza de los niños y las niñas la absurda idea de un ser superior todopoderoso que gobierna nuestras vidas y ante el cual algún día tendremos que rendir cuentas, para que vengan estos “sociatas” de mierda a decir que el mundo que debe preocuparnos es el que podemos medir y tocar. Y que detrás de la injusticia no está la mano de dios, sino la mano criminal del hombre; y que, por lo tanto, contra la injusticia es muy natural, y sano, rebelarse. No hay mayor adoctrinamiento que la religión. Todos y todas la sufrimos. Está por todas partes. Muchos tuvimos que sufrirla obligatoriamente en el colegio, y solo por la denodada defensa que de la auténtica libertad hicieron algunos padres, algunos de nosotros estamos libres de las redes del fanatismo religioso. Que no llamen adoctrinamiento al hecho de explicar a los niños cual fue el origen conocido, a día de hoy, del universo o de la vida en la tierra. O que la orientación sexual no se elige, sino que viene determinada por condicionamientos biológicos (aún no bien conocidos); que no llamen adoctrinamiento a la lucha contra la violencia de género cuando están muriendo entre 50 y 60 mujeres al año en España a manos de sus parejas o exparejas. La libertad para “comer el coco” a los niños y las niñas, aunque sean tus hijos y tus hijas no debería existir. Y de la misma manera que se comprendió que nadie puede pegar a un niño, aunque sean los padres, algún día se comprenderá que no se puede influir religiosa o ideológicamente en un niño o niña, aunque sean los padres. Para querer avanzar no hace falta adoctrinamiento, sino un espíritu de libertad. Para lo que hace falta adoctrinamiento es para mantener unas estructuras caducas, fanáticas, falsas e injustas. Por una educación desadoctrinadora, el próximo 23J, piénsatelo bien.

Un saludo a todo el mundo

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