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¿Olvidar o asumir?

Fernando Ayala
Fernando Ayala
Doctor en Historia y miembro de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres. Responsable del Área de Memoria Democrática de la Ejecutiva Regional del PSOE de Extremadura.
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análisis

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Se cuestionaba el psiquiatra Carlos Castilla del Pino si de cara al futuro que era lo mejor: olvidar el pasado o asumirlo. Era como un intento de visión neutra que amnistiaría el franquismo para luego historiarlo.

Es lo mismo que hemos venido escuchando por parte de algunos de los protagonistas de la Transición: fueron momentos en los que la máxima a seguir era la búsqueda de consensos,  fundamentalmente porque vivieron rodeados de una cuerda muy, muy floja tratando de evitar luchas cainitas. Otros intelectuales lo definieron de manera mucho más acelerada: “ por si…”

La realidad de España había hecho que el desarrollo económico y social de nuestro país a partir de los años 60 facilitase el acceso a la democracia. Por eso fue muy importante el papel de la sociedad civil ( a veces minusvalorado frente a la omnipresencia de los políticos).

El  sociólogo y profesor de ciencia política Juan José Linz insistía en no obviar que estamos ante un régimen autoritario en el que es muy importante el papel desempeñado por el dictador y en el que el pluralismo político estaba muy limitado ( solamente a los partidos y asociaciones afines al Régimen)

El historiador Charles Powell, haciendo un juego de palabras, recordaba que más que una dictadura militar era la dictadura de un militar. No olvidemos que el origen de su poder ( ya lo hemos comentado en otras columnas de opinión) viene de la tradición de golpes o pronunciamientos militares habidos en España durante el siglo XIX, ya sea por iniciativas o propuestas civiles, ya sea a instancias del propio estamento de una parte del Ejército.

Estamos, por consiguiente, ante un tema muy recurrente no solo para los asuntos relacionados con la Memoria, sino también con los de la más candente actualidad y siempre desde la libertad que da ejercer la opinión, a la vez que se trata de argumentar, con razonamientos lógicos, los posicionamientos.

En un proceso en el que, desde determinados sectores, nos piden que dejemos atrás lo que de manera casi despectiva vienen a denominar “ la guerra de los abuelos” se obvia que partiendo de la importancia del análisis de los hechos, lo que viene a resultar imprescindible es la profundización tanto en las causas como en las consecuencias de los acontecimientos.

Se nos llena la palabra de conceptos como Democracia o Libertad y si somos consecuentes y coherente con lo que predicamos, deberíamos dotar de contenido a nuestras manifestaciones. Ambos derechos no han venido por sí solos, son el resultado de un largo, y en muchas ocasiones, doloroso, camino de encuentros y desencuentros. Estamos obligados a conocerlos. No demos la oportunidad a la digresión que incluya olvidar y asumir.

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