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Los gobiernos de algunos países árabes tras las revoluciones pacíficas han derivado en dictaduras totalitarias envueltas en el velo de una presunta democracia. En lugares como Egipto, Marruecos o Turquía la legítima protesta del pueblo está perseguida y un nuevo ejemplo de ello lo tenemos en el caso del joven investigador Patrick George Zaky que estaba matriculado en un máster impartido por la Universidad de Bolonia quien, en un viaje a Egipto para ver a su familia, ha sido detenido y posiblemente torturado por pertenecer a una organización de defensa de los derechos humanos. Zaki, además, se podría enfrentar a una acusación por terrorismo por, según la acusación, instigar a la protesta con la intención de socavar a la autoridad gubernamental, y hacer declaraciones que perturban la paz social. Es decir, el mismo discurso que cualquier dictadura para justificar la detención de los opositores.

Según EIPR, la organización de derechos humanos a la que pertenece Zaky, la orden de arresto era absolutamente desconocida por el investigador y la detención se produjo antes de que pudiera comunicarse con su familia. En un comunicado de prensa, además, EIPR denuncia torturas cometidas en el primer día de arresto: «fue golpeado, electrocutado, amenazado e interrogado sobre diversos temas relacionados con su trabajo y activismo».

Tanto el gobierno italiano como el español, además de la Comisión Europea, ya están al tanto de la situación de este joven investigador. Por otro lado, existe el temor en Italia de que todo pueda terminar como el caso del investigador italiano Giulio Regeni, que fue asesinado por las Fuerzas de Seguridad egipcias en 2016, las mismas que detuvieron a Zaky.

Las diferentes primaveras árabes han derivado, por desgracia, en gobiernos autoritarios y dictatoriales en algunos países. En Turquía, Erdogan controla absolutamente a la disidencia y la oposición a través de la represión más absoluta. Un ejemplo de ello lo tenemos con el ex futbolista Hakan Sukur, una estrella en la primera década del 2000, que actualmente vive como conductor de Uber en Estados Unidos porque el régimen de Erdogan le tiene retenidos todos sus bienes por oponerse al gobierno dictatorial. Por no hablar de la represión con los medios de comunicación. En Egipto ocurre lo mismo. Las libertades y los derechos humanos son socavados constantemente con casos como el de Zaky. Todo ello por no hablar de lo que ocurre en Libia, que se ha convertido en un Estado fallido en manos de los señores de la guerra.

Otros países árabes, como Marruecos o Arabia Saudí, por ejemplo, no tuvieron una primavera árabe, sino que han mantenido su constante violación de los derechos humanos en todos los ámbitos que uno pueda constatar.

Por tanto, la ONU y la Unión Europea deben actuar de inmediato de la mano de los gobiernos democráticos del sur de Europa para solucionar la situación de este joven investigador cuya única «falta» ha sido la de hacer efectivos los derechos humanos reconocidos por la ONU y ratificados por Egipto. La diplomacia está para hacer cumplir las libertades e impedir que se socaven los mínimos derechos de los seres humanos. Zaky sólo discrepó y luchó por un Egipto mejor y más democrático. Eso no es delito.

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