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Platería de Lamiako y Los Últimos de Filipinas

EN UN BARRIO OBRERO DE LEIOA (VIZCAYA) TRABAJA UNO DE LOS ULTIMOS SUPERVIVIENTES EN EL ESTADO COMO ORFEBRE/ RESTAURADOR DE OBJETOS DE ORO, PLATA, BRONCE Y COBRE

Félix Lareki Garmendia
Félix Lareki Garmendia
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao. Su carrera profesional fundamentalmente la ha desarrollado en Xerox España S.A.U.. Exprofesor de la Escuela Superior Universitaria de Marketing en la Cámara de Comercio de Bilbao, del Master de Marketing y de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del País Vasco UPV - EHU. Durante 8 años ha estado en política en el País Vasco. Vicepresidente de la Asociación Internacional Aulamar para personas discapacitadas para el disfrute de la navegación a vela. Tiene publicados varios libros con ESIC Editorial. Su lema es “pasión por el arte y las personas”, lector empedernido, escritor y analista social.
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análisis

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La orfebrería desde el ámbito de la reparación y restauración se muere como otros tantos oficios en los que ya no quedan artesanos. Es dramático que en un país como España en el que hay verdaderas obras de arte, muchas de ellas en el ámbito eclesiástico, no queden artesanos restauradores que garanticen nuestras obras de arte a futuro. Y la administración mirando para otro lado.

Se llama Prudencio Cancio González y tiene 72 años de edad, reside en Berango de toda la vida. Lleva trabajando en el negocio de la platería desde los 14 que comenzó, Ya no queda nadie más, salvo unos pocos en Andalucía y en Valencia. Son los “últimos de Filipinas”, como en la película. Prudencio dice que cuando muera le sacarán del taller de restauración directamente a la caja para el cementerio.

Estoy en su taller de Lamiako ( Bizkaia), lo compró cuando la empresa donde trabajó durante 25 años se fue a pique. Estaba en Alameda de Mazarredo en Bilbao. De los 44 que componían la plantilla decidieron montarse entre 15 personas en plan de cooperativa, pero la cosa tampoco marchó bien.

Entonces se le ocurrió comprar, una lonja pequeña en el Barrio de Romo en Getxo (Bizkaia), pero era tan pequeña que no reunía las condiciones necesarias para funcionar. A los tres años compró otra más amplia de unos 150 metros cuadrados para seguir haciendo lo que hacía en el taller anterior, montó baños electrolíticos, una pulidora grande, incidiendo en una cosa muy importante, la RESTAURACION, le puso por nombre “PLATERIA DE LAMIAKO”. Desde hace muchos años solo se dedica a la restauración. Artesano restaurador de objetos de orfebrería. Una decisión que tomó con 37 años y fue todo un acierto. Lleva 58 años en el oficio de Maestro Restaurador en Orfebrería.

Comienza afirmando que “las empresas que fabrican no quieren restaurar. Muchas piezas que vienen a restaurarse llegan con mucha suciedad en sus tubos o brazos y eso contamina mucho las cubas donde se producen los baños de los objetos. Supone un alto coste de nuevos líquidos que son muy caros. Por otro lado el trabajo de restauración es muy lento, con lo que el coste final es alto. Hay muchos objetos de plata que se arrumban en casas señoriales y en muchas iglesias a expensas de poder disponer de un presupuesto para su restauración”. Muchos anticuarios se han valido de ello para hacer el agosto, con compras a muy bajo precio.

Recuerda que inicialmente Neguri y Romo estaban divididas por la vías, a los neguríticos les costaba acercarse al taller de Lamiako, situado en zona obrera. Tenía que ir a las casas a buscar el género, llevarlo y era un engorro. Con la desaparición de las vías y el cambio de mentalidades, el trabajo comenzó a desbordarle.

En inundaciones de Bilbao, tuvo que restaurar muchos objetos en la Iglesia de Santiago, la Catedral, la Basílica de Begoña, en ambas piezas de orfebrería, hacer inventario de las piezas, todas las piezas del Museo Eclesiástico (Diocesano), el de Bellas Artes, cuatro días trabajando de noche restaurando dos cruces procesionales. Está recibiendo actualmente trabajos de todo el País y del extranjero, Europa, América. Solo, contento y reconocido por lo que hace. Para Prudencio eso es muy importante. Aunque en alguna ocasión le viene alguien ayudarle. A veces le molesta pues se retrasa en algunos trabajos más de lo que quisiera.

Hay muchos objetos diseminados por el suelo, desde jarrones, juegos de café, candelabros, lámparas suntuosas, máquinas automáticas, Cubas rebosantes de cianuros de plata, líquidos de diodos, sales y otras sustancias químicas que duermen durante años, porta retratos con grabados, caballos de bronce, reliquias de plata, fuentes y cazoletas de cobre.

Me advierte que hay todavía algunos fabricantes que están utilizando el estaño para soldar sobre plata en juegos de café por ser menos costoso, lo que está totalmente prohibido. Luego –afirma- sin darte cuenta, le das calor a la pieza y el estaño se come a la plata, se funde con ella. No se puede meter a la plata de ley, estaño. Hay que estar atento a la hora de restaurar.

Nos movemos por el taller con cierta dificultad y mucho cuidado en que nada resulte dañado. Entra en el taller una luz cenital que le da a todas las estancias un halo de arte y sabor de gremio ilustre. Pienso por momentos cuanto sudor, horas de trabajo, ilusiones y muchos años de vida han transcurrido entre esas paredes veteranas con pinturas muy desgastadas. Sobresalen los brillos de los objetos de plata, alpacas, etc.

Su difunta madre al ser viuda -su padre falleció cuando Prudencio tenía 11 años- le dijo, claro ahora tendrás que aprender un oficio. Por mediación de unos amigos le buscó trabajo en una platería, en LAINOR, en la calle Alameda de Mazarredo de Bilbao. No sabía nada absolutamente del oficio. Entró de “pintxe”, de aprendiz, casi para hacer recados, aunque desde el primer momento destacó por su laboriosidad y arte en el manejo de las herramientas.

El aprendizaje duraba muchos años y se hacía de forma nada reglada, pues no había ningún centro formativo que desarrollara la carrera de “orfebre” como hoy en día sucede con otras materias relacionadas con el arte y los oficios, desde la formación profesional derivando en Oficial de Primera. Pero como afirma “en la orfebrería nunca terminas totalmente de aprender debido a las grandes variables que tiene el trabajo del día a día”. Le tocó aprender el oficio dándose de bofetadas. Fijándose mucho en cada oficial de cómo iba resolviendo las dificultades. Así se hizo gremial.

Reconoce que cuando llevaba 10 años en el oficio se preguntó si eso era realmente lo que le gustaba. Si había nacido para ser un artesano de la plata. Si ello podría darle para vivir el resto de sus días. La respuesta fue muy breve. Disfrutaba enormemente con lo que hacía y optó sin lugar a dudas en seguir adelante.

Dice “es todavía una gran satisfacción sentirse orfebre y verse reconocido por tantos miles de clientes que han pasado por mis manos durante muchos años, clientes particulares, ayuntamientos, instituciones oficiales, Iglesias, catedrales, conventos, museos como el Bellas Artes y el Museo Diocesano de Bilbao y de otras ciudades del Estado, casas de ricos de Neguri, el barrio rico de Getxo, con sus juegos de café en plata labrada y sus lámparas artísticas de bronce, marcos de plata para pinturas al óleo de artistas renombrados”.

Reconoce que cuando trabaja para la Iglesia le sale un precio hora muy bajo, pero entiende que es la única forma de respetar el tesoro eclesiástico, que es de nuestra sociedad al mismo tiempo. Es hombre religioso por tradición.

Me recuerda que la pieza más valiosa que ha producido es como consecuencia de las inundaciones de Bilbao, hizo una pieza que creó y diseño Néstor Basterrechea, llamada de “Las 7 plagas”. Era la cabeza de un faraón. “Me facilitó un molde en cartón, yo lo fui montando en pequeñas piezas de latón de 4 mm de espesor. Todo era cortar, soldar, doblar, dar baños de oro. Se hicieron tres años por mediación del Ayuntamiento de Bilbao, lo dieron a bastantes personalidades como Plácido Domingo, el lehendakari vasco, el Elay-Alay de Portugalete para su Festival Internacional, un trofeo que en su día valía 200.000 ptas. de unos 45 cm. de altura. Lo fabriqué con mucho orgullo. He fabricado otros motivos para Leioa, Getxo, Berango, etc. Trofeos en latón y en plata de ley”.

Como él afirma “la orfebrería sale de la estampación, posteriormente sus piezas se van soldando, hay que pulir la pieza, hay que soldar las asas si se trata de una cafetera, o un jarrón, también soldar los pitorros, las patas, las bisagras a la tapa, y al cuerpo, todo vuelve otra vez al pulido. Posteriormente se va al baño de plata, que son sustancias químicas que contienen cianuro de plata, sales y ánodos de plata. Vuelve al pulido, se le da el brillo, se limpia y se envuelve adecuadamente. La combinación del baño debe ser siempre la misma. Hay que tener cuidado con el manejo”.

Prudencio no utiliza guantes de goma pues muchas veces hay que manejar varillas para meter el objeto en la cuba y los guantes dificultan la operación. Además si un guante se rompe el cianuro te puede causar heridas y es muy doloroso. Solo los utilizo para sacar la pieza del baño.

Muchas veces hay que tirar de cincel y saber hacerlo con maestría. Me enseña unos juegos de martillos, más de 15 y de cinceles, más de 50, ordenados para ser inmediatamente usados. Un trabajo de precisión y de relojería.

En restauración generalmente las piezas vienen destrozadas, hay que recomponerlas. Es como el trabajo de un traumatólogo, al que se le presenta un paciente con una pierna partida. Muchas veces debo hacer trasplantes de piezas en sitios inverosímiles. Por ello cuando ves todo en orden muy revuelto, es que lo necesito todo. Aquí nada se tira. Se provecha al máximo para parchear y restaurar.

Afirma que “en Andalucía debe quedar alguien todavía aunque más dedicado a la joyería y algo de orfebrería, creo que en Málaga. En Madrid había un restaurador pero se ha jubilado. Realmente voy quedando solo en todo el Estado”.

En el ínterin de esta conversación le llaman recordándole el ensayo de hoy. Cuál es mi sorpresa al conocer que además de buen artesano orfebre canta de tenor en el Ochote de Erandio, anteriormente cantó en la Coral Ondarreta de Getxo, con nuestro amigo común Andrés Egaña (q.e.p.d). El día 11 de Junio cantarán un concierto en homenaje a su anterior directora que falleció recientemente. Traerán un buen coro de Oñate (Gipuzkoa).

“Ya ves Félix, como se dice vulgarmente “ando a calzón caído”, 59 años trabajando como orfebre en restauración. Prudencio se sigue levantándose todos los días a las seis de la mañana para ir a trabajar, concluyendo a las siete de la tarde con un pequeño descanso para la comida. De 7 a 12,15 y de 4 a 7. Dos días a la semana me voy a cantar y el resto a tomar unos “potes” a Berango con los amigos, lo necesito”.

Notas adicionales: Por transparencia conviene decir que el número de entradas sobre Orfebrería en redes sociales (bases de datos) es aproximadamente de cuatrocientas cuarenta y tantas empresas de todo tipo (todas PYMES). Prácticamente hay un número limitadísimo de profesionales que se dedican a la reparación de objetos de plata y oro, es decir considerados como auténticos orfebres. El resto son solo fabricantes, distribuidores, comercializadores, casas de compraventa, venta al por mayor, anticuarios y en este capítulo se incluyen no solamente los que fabrican artículos de oro y plata, sino los que comercian con artículos de regalo, joyería, relojerías, bisutería, antigüedades, pero que están incluidos en el epígrafe de ORFEBRERIA.

Si queremos precisar en orfebrería solo desde el ámbito de la reparación, es decir auténticos artesanos, nos encontramos a nivel del Estado algunas empresas – no más de diez- entre Andalucía (zona de un fuerte arraigo por la Semana Santa) en Sevilla, Málaga, Córdoba, en la Comunidad Valenciana en Valencia y poco más, en Madrid alguna. Muchas están extinguidas o constan como en liquidación.

Debido al patrimonio ingente en España, habría que hacer un esfuerzo para la restauración de nuestras obras de arte en Orfebrería. Y apoyar mucho más a los escasos artesanos orfebres que quedan. Y para Pruden de Lamiako el reconocimiento del Gobierno Vasco e Instituciones como así lo merece.

Los últimos de Filipinas.

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