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¿Por qué ser médico?

Juan Gérvas / Mercedes Pérez Fernández
Juan Gérvas / Mercedes Pérez Fernández
Juan Gérvas, Doctor en Medicina, médico general rural jubilado, Equipo CESCA, Madrid, España. Mercedes Pérez-Fernández, especialista en Medicina Interna, médico general jubilada, Equipo CESCA, Madrid, España.
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análisis

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Lola está en los cuarenta

Lola está ya en los cuarenta. Es especialista de Medicina Interna. Tuvo un hijo, Paco, con un compañero que la engatusó a los treinta. Literalmente. Era guapo, alegre y muy galante. Pero no valía para la vida diaria; era un inútil perfecto. Le hizo pasar buenos ratos, bailaba como una peonza (y a Lola le encanta bailar) y en la cama tenía su «punto» pues sabía hacerlo despacio en un «crescendo» delicioso.

Como médico era bueno en lo suyo, la Traumatología, pero nada más. No se comprometía con el paciente, siempre parecía huir del sufrimiento; sólo era feliz en el quirófano, con el enfermo anestesiado y concentrado en resolver el problema mecánico.

Con Paco, el niño, le pasa lo mismo, le encanta verlo dormido pero no vale para nada cuando el niño despierta. Es un desastre cuando se hace cargo de él. Sin arreglo de comidas, sin normas y sin apaño, Paco vuelve con Lola más delgado y más salvaje. «Menos mal que no se empeña en tenerlo con frecuencia», le dice Lola a su madre.

Lola precaria, suplente de acá para allá

Lola vive sola, sin domicilio fijo entre semana por la precariedad laboral. Su madre cuida de Paco. Lola va de aquí para allá, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo según le salen substituciones y suplencias. Hace lo que sea, no dice no a ninguna oferta. Ejerce su especialidad en el hospital, pero eso es raro; lo más frecuente son las ofertas que le sale «como» geriatra, médico general/de familia, pediatra, a veces nefrólogo, o lo que sea, en lo privado y en lo público.

Prefiere lo público pero a nada se niega, ni de especialidad ni de lugar. Por eso no se asienta, por eso prefiere ir a Cuenca los fines de semanas (y los «huecos»; es decir, los periodos en los que no encuentra trabajo). En Cuenca Lola se dedica a su madre y al chico, que cada vez es más guapo. «Se parece a su padre», piensa Lola mientras lo mira. Se parece en lo físico a su padre, pero es reflexivo.

Un día, cuando Lola le estaba contando a su madre que había hecho una suplencia rural en un pueblecito de Salamanca, Paco le preguntó a su madre: «¿Por qué sigues siendo médico, por qué no lo dejas y te quedas a trabajar con la abuela?». La abuela tiene un pequeño negocio de arreglo de aparatos de electrónica. Lo llevaba el abuelo hasta que murió bruscamente de un infarto, y ella se hizo cargo sin ningún problema, con los dos excelentes operarios, que arreglan una batidora con la misma alegría que un teléfono de última generación, o una cámara digital con instrucciones sólo en japonés. El negocio tiene fama en toda España, y allí termina lo que nadie puede o quiere arreglar.

Lola respondió a la pregunta de su hijo con un automático: «Porque me gusta». Pero se lo pensó largamente. «Es verdad, ¿por qué ser médico? ¿por qué elegir ser médico?»

Razones personales: historia

Desde luego, me gusta ser médico, se dijo Lola. O «médica», como prefieren muchas compañeras.

“Disfruto con el trabajo, me siento plena cuando acierto en el diagnóstico y ayudo a resolver los problemas del paciente. Es algo personal. Es una satisfacción enorme el impedir o aminorar el sufrimiento. Ya me gustó de siempre. El abuelo Enrique fue médico, ginecólogo, y a mí me gustó verlo «atender» pacientes, lo mismo en la consulta que por teléfono. Siempre respondía a los problemas, cuestiones y preguntas que le planteaban las pacientes y sus familiares. Cuando decidí elegir Medicina me invitó a pasar consulta con él. Fue un gran orgullo tener una nieta médico, ya que ninguno de sus hijos siguió su ejemplo. En las vacaciones de verano, de estudiante, llegué a ayudarle en el quirófano (con las pacientes «particulares»)”.

Médico, cúrate a ti mismo

“Las razones personales son clave en la elección, y fundamentales para seguir siendo médico en tiempo de incertidumbre y de crisis. No me veo convertida en negociante, ni en ningún otro trabajo. Me gusta ser médica, seguir la estela de mi abuelo.

Además, cuando atiendo a mis pacientes, muchas veces me enfrento a mí misma, a mis propias dudas y angustias. Los pacientes no son sólo «jeroglíficos» a resolver, seres con cuadros clínicos. Los pacientes son personas; básicamente seres dolientes. En sus problemas me veo reflejada. Por ejemplo, ahora con el desempleo, la ansiedad por encontrar trabajo, el sufrimiento por encontrar una fuente de ingresos. Es algo profundo y de lo que se suele hablar poco, pero con un gran impacto en la vida personal. Los que no tenemos trabajo fijo y vivimos a salto de mata terminamos con «neuras» comunes, como el asalto continuo a nuestra autoestima. Terminamos admitiendo que no nos contratan porque no lo hacemos bien, porque somos malos profesionales. Llegamos a creer que los «fijos» son de otra clase, que «se lo merecen», como nosotros nos merecemos encontrar lo que sobra, lo que nadie quiere. En mí encuentran los pacientes sin trabajo a un médico que les comprende. Es empatía un poco patológica, pero intento que no se note en demasía.

Desde luego, estoy mejor cuando trabajo que en Cuenca. Y eso que allí no me puedo quejar, pero me gusta ese escuchar a los pacientes y buscar alternativas apropiadas a cada problema y situación. Me ocupa la mente, me ayuda a madurar y a enfrentarme a mis propios demonios, a este ser madre «soltera», por ejemplo. Sus problemas se convierten en los míos, y bien dicen que «un clavo saca a otro clavo».

En lo personal me gusta ser médica, sin dudar”.

Razones sociales

“He estudiado poca salud pública, pero resulta una exigencia ir de la consulta a la sociedad y de los problemas personales a los sociales. Ahora, por ejemplo, con la destrucción de lo público y con la guerra de los ricos contra los pobres (el 5% contra el 95%). La crisis, y sobre todo sus causas me indignan.

Los políticos y los sindicalistas robaron al menos 36.000 millones de euros (casi mil a cada español) en las Cajas de Ahorro y nos lo sacaron de los riñones, de nuestros sueldos y de nuestros impuestos. Los políticos prestaron 60.000 millones a los bancos y no los han devuelto, e idem. ¡Y ahora con la pandemia, miles de millones en contratos y en comisiones, y encima para cosas inútiles como las mascarillas y las vacunas!

Destruyen lo público en sanidad, educación, investigación y pensiones; destruyen el futuro de mis pacientes, mi propio futuro y el de Paco (y sus amigos), el de mi madre (y todos los mayores) y el de mis compañeros (y el de todos los españoles). Por su codicia, en el fango de su corrupción.

¿Cómo no va a aumentar la tuberculosis, si es fiel compañera del desempleo y de la pobreza, del hacinamiento y de la falta de expectativas? Tengo más tuberculosis en la consulta, como era esperable. También han aumentado los suicidios, pero bien se cuidan de que no salga en los periódicos su conexión con la corrupción política”.

Corrupción

“Este sufrimiento y estas muertes van en la lista de «efectos colaterales» de la corrupción. La valentía de los jueces de primeras instancias la combaten los cobardes de altas instancias. Es importante que esos jueces valientes tengan el apoyo de saber que otros profesionales también lo somos. En esta guerra estamos perdiendo las primeras batallas, pero ganaremos la final (la derrota no nos doma, somos incombustibles e indomables).

Los determinantes sociales fueron decisivos en mi forma de entender la Medicina, como la del grupo de estudiantes de la Complutense de mi promoción con el que todavía formo peña. Hubo influencia de cristianos de base y de comunistas; ahora casi todos conservan sólo un «desencanto activo», que es suficiente habiendo sido estudiantes comprometidos.

Las enfermedades, las lesiones y las minusvalías no se reparten al azar. Los problemas de salud son realmente biológicos, psicológicos y sociales y en los pobres se mezcla todo tipo de problemas, desde el nacimiento hasta la muerte.

En la consulta vemos el concentrado del dolor que provoca la desigualdad social. Hay enfermedades de ricos y de pobres. Claramente, la más frecuentes son las de los pobres, relacionadas con los determinantes sociales. Así, la omnipresencia de la diabetes entre los que no llegan a final de mes y comen basura, bebidas como Coca Cola incluidas”.

Ley de Cuidados Inversos

La privatización del sistema sanitario lleva a mayor rigor del cumplimiento de la Ley de Cuidados Inversos. «A mayor necesidad de cuidados, menos se reciben; y esto se cumple más intensamente cuanto más derive hacia lo privado el sistema sanitario». En mi consulta me comprometo con los más débiles de la sociedad, con los marginados y excluidos. Ellos reciben menos y peor atención, y al menos mis cuidados no les faltan. Lo hago en lo personal y en lo general. En este sentido, por ejemplo, registro siempre el nivel de estudio y la profesión, para que se puedan hacer estudios según clase social. Pero poco se hace de esto. Aquí lo que priman son los problemas biológicos, tipo «la hipertensión» y sus factores de riesgo. Se habla de «estilos de vida» en lugar de «condiciones de vida». Al menos eso lo evito en mi consulta y con mis compañeros.

Hay razones sociales para ser médico, y más fuertes ahora con la situación de incertidumbre y de crisis. Los pacientes nos necesitan y no es extraño que nos aprecien. Somos parte de la respuesta solidaria de la sociedad y por ello nos tienen en un alto aprecio, Por ejemplo, al ver la defensa cerrada de lo público con la «Marea Blanca» de Madrid, con plataformas vecinales, sindicatos y asociaciones sanitarias en contra de la privatización que llaman «externalización» para evitar su verdadero nombre: «corrupción».

Razones científicas

“La Medicina es una ciencia social, no exacta. En su ejercicio es casi más de Letras que de Ciencias, más de Humanidades que de Matemáticas. Tal combinación le da un atractivo mayúsculo. Ahora el campo se ha ampliado pues no basta ofrecer lo mejor sino que también toca luchar contra los excesos de la Medicina, contra la oferta sin límites de prevención y la creación continua de «miedos». Es esencial la práctica clínica con las éticas de la negativa y de la ignorancia para poner un cierto sentido en unas expectativas excesivas. Todo ello exige el estudio continuo, el intentar estar al día sin lograrlo. Es un desafío diario. Un reto apasionante. Me encanta. Me ha encantado desde estudiante”

Razones prácticas

“Sé pasar consulta, en el hospital y el ambulatorio, en un pueblo y en la ciudad, en el extrarradio y en el centro, en lo privado y en lo público. Sé llevar los pacientes ingresados. Sé enfrentarme con ternura, piedad y compasión a un paciente «difícil». Se acompañar y ayudar a morir. Entiendo el sufrimiento de quien aborta voluntaria o involuntariamente. Sé lo que es estar desempleada y vivir a salto de mata.

Me contratan mal, y a destiempo. Apenas saco para mantenerme y para sacar adelante a mi hijo. Pero no me quejo, me defiendo. Tiempos vendrán en que lograremos que nuestra dignidad de médicos y pacientes se imponga a la corrupción de los políticos de turno.

Síntesis

Vale la pena ser médico, incluso en lo práctico y ahora, con el concentrado de ambiciosos y débiles mentales que ocupan los gobiernos, el Parlamento y los parlamentos. Día llegará en que habrá una nueva Ley de Partidos Políticos y una nueva Ley Electoral, justa. Día llegará en que se entenderán fácilmente las razones personales, sociales, científicas y prácticas que justifican ser médico. A mí hoy me valen”.

Para saber más, de los mismos autores

-Cómo ser estudiante de medicina crítico y no perecer en el esfuerzo

http://equipocesca.org/como-ser-estudiante-de-medicina-critico-y-no-perecer-en-el-intento/

-Ética clínica en tiempos de exigencia expectante

http://equipocesca.org/etica-clinica-en-tiempos-de-exigencia-expectante/

-Los territorios ignotos de nuestra mente. En: ¿Por qué ser médico hoy?

http://equipocesca.org/los-territorios-ignotos-de-nuestra-mente/

-Perdedores de largo recorrido, incombustibles e indomables

http://equipocesca.org/el-mirador-perdedores-de-largo-recorrido-incombustibles-e-indomables/

-¿Por qué ser médico si ya hay Internet? Carta abierta a una estudiante de primero de Medicina

http://equipocesca.org/por-que-ser-medico-si-ya-hay-internet-carta-abierta-a-una-estudiante-de-primero-de-medicina/

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1 COMENTARIO

  1. Descripción realista. Imagino que será un caso real. Describe bien el insufrible puteo del ejercicio de la profesión. Y describe también las razones por las que no cambia nunca. Por una masa crítica dispuesta a soportar lo insoportable: «Porque me gusta». Pero Lola cumplirá los cincuenta sin cambios advertibles en sus condiciones de trabajo. Justo porque, como ella, hay muchos miles pensando lo mismo. Y, entonces, Lola empezará a olvidar aquellos años en que el curro le gustaba. Y sonreirá pensando en la ansiada jubilación.

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