A principios de 2023, el «prompt engineering» era una profesión desconocida, de la que hablaban cuatro frikis. Este rol se centraba en la creación y optimización de preguntas y comandos para interactuar con modelos de lenguaje generativo avanzados, como GPT-3 y ChatGPT.
Los presuntos especialistas en esta área jugaban un papel casi “de brujo”, traduciendo necesidades humanas complejas en instrucciones comprensibles y efectivas para la inteligencia artificial, buscando facilitando respuestas precisas y relevantes. Su trabajo era tanto un arte como una ciencia, más una buena dosis de marketing oportunista, y requería una comprensión mezcla de la lingüística y la psicología, así como de la tecnología subyacente.
Para marzo de 2023, la demanda de ingenieros de prompts se disparó. La habilidad para diseñar prompts eficientes se convirtió en una de las más codiciadas en el mercado laboral, con organizaciones y empresas dispuestas a ofrecer salarios exorbitantes para atraer a los mejores talentos y avispados ofreciendo cursos a precio de oro. Reconozcámoslo también, muchas de esas galácticas ofertas eran solo descaradas manipulaciones de las redes sociales.
Esta demanda -y moda- se debía a la creciente dependencia de las compañías en la inteligencia artificial para una variedad de aplicaciones, desde atención al cliente hasta análisis de datos. Los ingenieros de prompts, entre hechiceros y gurús, eran vistos como los arquitectos clave en la construcción de puentes efectivos entre los seres humanos y las máquinas.
Sin embargo, este auge ha sido sorprendentemente breve, como las estrellas fugaces que atraviesan el cielo. El segundo lunes de noviembre de 2023, el campo del «prompt engineering» comenzó a declinar tan deprisa como creció. La causa principal fue la evolución autónoma de modelos de lenguaje como ChatGPT y GPT-4, que desarrollaron la capacidad de generar y ajustar sus propios prompts a partir de preguntas simples.
Este avance redujo la necesidad de intervención humana especializada, llevando a la desaparición, en un mes, de la demanda de estos profesionales. Los GPT presentados por Sam Altman son el verdadero cambio.
Paralelamente, ha ido emergiendo la figura del “automatizador de procesos con IA”, un rol más completo y sostenible. Esta nueva profesión integra las habilidades del «prompt engineering» con conocimientos en auditoría de procesos, como son el dominio de las normativas ISO y UNE. Los automatizadores de procesos con IA no solo se especializan en la interacción eficiente con sistemas de inteligencia artificial, sino que también se enfocan en integrar estas tecnologías en procesos empresariales y operativos.
Su trabajo asegura que la implementación de la IA cumpla con estándares de calidad y eficiencia, proyectando un impacto más duradero y significativo en el tejido empresarial y tecnológico. Así, mientras que la figura del “ingeniero de prompts” demostró ser transitoria, la del “automatizador de procesos con IA” representa una evolución y expansión de este campo, indicando un enfoque más realista, holístico y a largo plazo en la intersección de la inteligencia artificial y la automatización de procesos.
