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Progresismo, Federalismo, Independentismo…y nación de naciones

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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Mucha gente se pregunta qué diferencia práctica hay entre nuestro estado de las autonomías y un estado federal como pretenden algunos. El grado competencial de nuestras autonomías, en especial el de algunas de ellas, es superior al de muchos estados federales del mundo.

Ha sido Víctor Arrogante el que, con su atrevimiento habitual, me ha sacado de las incertidumbres. En el artículo que escribe hoy en un periódico digital hace un repaso de los conceptos de nación y nacionalidad que ya expuso en un artículo anterior donde nos cuenta las distintas y variadas posiciones que los “Padres de la Constitución” tenían al respecto. Había de todo, pues los conceptos son lo suficientemente difusos como para ello. Fraga se oponía radicalmente a que se hablara de nacionalidades, mientras que Miguel Roca se mostraba bastante más dispuesto. Y entre estos, había algún que otro “federalista” como Solé Tura.

Así pues, se concluyó en hablar de “nacionalidades” que eran regiones “especiales”, pero regiones, al fin y al cabo, para contentar a los que pensaban que España era, y es, una nación de naciones. Al fin y al cabo, pensaron los independentistas, “nacionalidad” se parece mucho a “nación”, y en algún momento que resultará propicio podríamos intentar darles “gato por liebre”.

El siguiente paso para la disgregación de España, que es en el que estamos ahora, es el de impulsar un Estado Federal que declare que España es un Estado con “naciones” dentro, y no como ahora que es un “país con regiones o nacionalidades”. Se trata de “elevar” un grado conceptual a la totalidad del concepto España, de País a Estado, y las Autonomías, de regiones a naciones. Es un paso conceptual importante que propiciará, dentro de unos años, un cambio constitucional que recoja este sentimiento y que propicie el desmembramiento, la yugoslavización de España.

Lo importante no son tanto los conceptos, estado federal sí o no, sino el contexto histórico, social, y cultural en que se producen. Cuando Alemania o EEUU se constituyeron en estados federales había una vocación de país unido, de país con futuro como país, aún con la necesidad de dar cuenta de las peculiaridades de sus territorios, y del aumento de la eficiencia que se produce al gobernar países grandes y complejos desde territorios más pequeños que hagan los problemas concretos más abordables. Sin embargo, en este caso español, el federalismo no nace en un contexto de centripeticidad, sino de centrifugocidad. No se plantea para unir “de una manera diferente al centralismo a ultranza”, sino para dividir de una vez por todas un territorio que se considera propio por ¿derecho?. No es lo mismo hacer un fuego en una explanada preparada para ello, que ese mismo fuego en medio de un bosque en pleno verano. El fuego es el mismo, pero las consecuencias bien distintas.

El Independentismo necesita triunfos. Y no solo para poder abstenerse ante la investidura de Pedro Sánchez, sino para justificar un relato de todo lo que ha pasado, y su fracaso (es decir, deben poder explicar a sus correligionarios que “esto” ha servido para algo…). Necesita triunfos de cara al futuro, para aguantar la “travesía en el desierto español” que aún le queda durante años antes de hacer una nueva intentona independentista. Y necesita que, la próxima vez, la cosa salga bien. Por ese motivo ahora se está hablando de conceptos, y no de concesiones concretas inconstitucionales. No pensemos que no corremos peligro porque no se transija ante un referéndum ilegal. Ya es suficientemente grave lo de la “nación de naciones”, y un federalismo que defina a España como un Estado con federaciones nacionales (naciones), dentro. Es la semilla del diablo interpuesta con nocturnidad, alevosía, y algo de saliva (yo soy más de saliva que de vaselina…) para que dentro de unos años haya en España un conflicto de tres pares de narices.

Lo último que debemos preguntarnos es si estas decisiones que se están tomando son o no progresistas, porque el Psoe es un partido progresista, y se presupone que sí lo son. Y ese es el problema, que no lo son. El progresismo es muchas cosas, pero una esencialmente: procurar que la gente viva mejor y aquilatar mejor los recursos, con justica e igualdad de oportunidades. Cuando EEUU y Alemania se definieron como estados federales, esto suponía en ese momento una apuesta por el futuro, por unificar países muy diversos internamente con la intención de ser más fuertes, abordar los compromisos del futuro con más autonomía y peso internacional, y conseguir un mejor posicionamiento económico para sus ciudadanos y ciudadanas a través de una mayor hegemonía en el mundo. Es decir, hacer países más fuertes, unificándolos. Eso era bueno para sus ciudadanos y ciudadanas, y, por lo tanto, era progresista. Sin embargo, el fin último del federalismo en España es su disgregación como país. Esto debilitaría a España (lo que quedara de ella…), y a los territorios independizados, y empeoraría la vida de sus gentes. Por no hablar del terrible conflicto civil que se produciría y la catástrofe económica. No hoy, pero sí mañana, sí algún día. No podemos plantar esa semilla. Las generaciones futuras no se lo merecen. No es progresista, es absurdo y suicida. El Psoe no puede estar en eso.

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2 COMENTARIOS

  1. da nauseas leer articulos de fascistas como este. Que mienten tratando de engañar haciendo ver como progreso el fascismo. Porque fascismo es imponerles a la gente un estado cuando ellos no se sienten de ese estado y por mucho que traten de negarlo las naciones son naciones porque asi lo demuestra la realidad. Es decir, que por mucho que se empeñen los gallegos, vascos y catalanes son lo que son y no son españoles porque simplemente la nacion espalola no existe solo es un estado impuesto por la aristocracia y el clero con los militares en la edad media que asi continua existiendo. Pero sin que la gente lo aprecie ni se sienta a gusto a el salvo los franquistas como el autor.

  2. totalmente de acuerdo con urria. de todas maneras no es educado empezar una crítica con un «da nauseas…» Si te las da (y a mi también, hay que respetar la opinión de los demás por muy fachas que sean y por muy mal que interpreten la realidad y que por lo tanto mientan.

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