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Ramón Tamames: «Todo lo malo que hoy tenemos empezó a gestarse en los primeros gobiernos socialistas»

Tras el anuncio de que Ramón Tamames será el candidato en la moción de censura de Vox, reproducimos íntegramente la entrevista que concedió a Diario16 y que fue publicada en el número 58 de la revista mensual en papel

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análisis

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Con una larga carrera política, académica y empresarial a sus espaldas y habiendo publicado más de ochenta libros, sobre todo de economía, actualidad internacional y nacional, Ramón Tamames es uno de los intelectuales españoles mas reputados en varios campos. Actor en primera persona de nuestra Transición y buen conocedor de algunos de sus protagonistas, como Santiago Carrillo y Enrique Tierno Galván, al que tuteaba, todo hay que decirlo, hoy desde su retiro nos abre las puertas de su casa para darnos su opinión sobre los últimos acontecimientos políticos, tanto en España como en el exterior. Cataluña, como no podía ser menos, es uno de los epicentros de atención que más le preocupan e inquietan, aunque no cree que la sangre llegue al río al final, como se suele decir.

En los últimos tiempos hay una moda que consiste en denostar la Transición. ¿Qué destacaría de aquel periodo cuando han pasado más de cuarenta años?

Yo sostengo la tesis, que tomé prestada de un colega italiano, de que los españoles hicimos el compromiso histórico que los italianos no llegaron a hacer. A Aldo Moro, que lo intentó hacer con Enrico Berlinguer, lo asesinaron, incluso con sospechas de que la CIA pudo estar detrás del crimen para evitar que los comunistas llegaran al gobierno de Italia. Y a Berlinguer, el líder comunista de aquella época, lo relegaron de mala manera para que no fuera una figura tan destacada y, entonces, el compromiso histórico italiano quedó en nada.

Sin embargo, en España el compromiso histórico español, el núcleo duro de la Transición, lo conforman cuatro piezas fundamentales, y esta es una apreciación mía: la reforma política de Adolfo Suárez, realizada en un momento de gran tensión, incluida la que ejercíamos los que estábamos en la oposición; en segundo lugar, las elecciones del 15 de junio de 1977 y la importancia que tuvieron en un momento tan difícil; los Pactos de la Moncloa, que fueron un gran esfuerzo por adecuar las instituciones económicas fundamentales del Estado y acometer importantes reformas sociales y económicas, un proceso que después incluso otros países tratarían de imitar; y cuarto, como paso fundamental y más importante, la aprobación de la Constitución de 1978.

Yo creo que esas cuatro piezas componen el núcleo duro de la Transición y el compromiso histórico que se logró en ese momento en nuestro país. Además, considero que la Transición crea las condiciones para el paso de la dictadura a la democracia en un proceso que me atrevería a decir que no ha habido en otra parte de Europa porque, por ejemplo, la “revolución de terciopelo”, en Checoslovaquia, llevó a la destrucción del país y no fue un proceso tan perfecto en ese sentido como el español. Luego, en otros países, sobre todo en el Este de Europa, el paso de la dictadura a la democracia ha tenido altos costes sociales y económicos, como la pobreza y graves fallas, mientras que en España el proceso de cambio político vino acompañado por un notable desarrollo social y económico innegable. Todo eso significó que hubo una Transición y no una ruptura, que es otra cosa, fruto de un pacto entre el régimen anterior y la oposición democrática al régimen. 

Yo creo que la Transición después se vitupera porque tuvo un gran desarrollo que alcanza su punto álgido de optimismo en el año 1992, en que se dan cita las Olimpiadas de Barcelona, la Expo de Sevilla y la capitalidad cultural de Madrid. Después, claro, ha habido problemas, que yo creo que muchos de ellos son achacables a una Ley electoral que no respondió a las expectativas políticas y que nadie se atrevió a cambiar en años.

Yo creo que estamos hablando de problemas tácticos de los presidentes de gobierno que tuvieron mayorías absolutas y no se atrevieron a hacer esos cambios en la Ley electoral, sobre todo, y también de haber hecho algunos ajustes en la Constitución de 1978, que quizá fue demasiado lejos en el desarrollo territorial que le dimos los constituyentes a la misma.

La fundación de Izquierda Unida

Usted fue uno de los fundadores de Izquierda Unida y tuvo una parte activa en ese proyecto. ¿Qué fue lo que falló en el mismo ahora visto con la perspectiva de los años?

Yo creo que se tenía que haber hecho mucho antes que cuando se hizo, que fue en una fecha tan tardía como 1986. Yo ya le había propuesto a Santiago Carrillo, cuando era secretario general del Partido Comunista de España (PCE), en unas conversaciones que tuvimos en París, cambiar el nombre del partido, porque yo era consciente que con esas siglas no teníamos nada que hacer en la política española, donde reinaba un profundo anticomunismo y porque tampoco ya éramos el partido que quería la dictadura del proletariado ni tampoco compartíamos la ciencia del marxismo-leninismo.

Entonces Carrillo me preguntó que si no queríamos la ciencia del marxismo-leninismo qué ciencia queríamos y yo le respondí que las ciencias eran las matemáticas, la física, la química, entre otras; que el marxismo-leninismo más bien sería una corriente filosófica.

Además, después de una dictadura de cuarenta años, le dije a Carrillo que no le podía hablar a nadie que nosotros defendíamos una dictadura del proletariado porque sería un argumento inaceptable para la mayoría del país, pero no lo entendió y así nos fue. Se tenía que haber hecho el cambio a una Izquierda Unida mucho antes y, sin embargo, se hizo muy tarde, cuando ya el PCE no significaba nada en la sociedad española y había perdido todas las batallas electorales.

El PCE, cuando se fundó Izquierda Unida, estaba hundido y había pasado de 23 diputados a 4 en 1982. Izquierda Unida luego logró, en 1986, siete diputados. Yo creo que el proyecto lo desarrollamos muy tardíamente y perdió la fuerza inicial que tuvo el PCE en la Transición y que después nunca más volvió a tener.

Yo había hablado con Felipe González en una ocasión, creo recordar que en la embajada alemana en 1976, de que había que superar el cisma que había supuesto la separación en dos partidos de los comunistas y los socialistas y, sin embargo, no se hizo nada, quizá porque no era el momento y los socialistas sospechaban del PCE.

Los socialistas, como se ha demostrado por las conversaciones que mantuvieron con Adolfo Suárez, no tenían ningún interés en que se legalizara el PCE en 1977. Preferían que los comunistas no participáramos en las primeras elecciones democráticas porque nos tenían miedo electoralmente hablando aunque, como se vio después, esos temores eran infundados y los socialistas superaron con creces en las elecciones a los comunistas. 

En fin, yo creo que muchos ataques a la Transición tienen que ver con una reivindicación del protagonismo por parte de una izquierda que reclama su espacio en este tiempo histórico.

Incluso, si usted mira lo que está pasando ahora, en que la izquierda está en el gobierno, no hay ese ambiente de una suerte de Frente Popular ni nada parecido, sino que esas fuerzas de cierto talante populista se han adaptado al sistema y juegan en el mismo; era algo, por otra parte, inevitable. Nosotros, España, está en la OCDE, en la Unión Europea, en la OTAN y cambiar nuestros compromisos internacionales por otros es casi imposible. Incluso la actual reforma laboral está cogida con alfileres y está teniendo muchas dificultades para salir adelante, tal como se está viendo.

El Gobierno de Felipe González

¿Cómo juzga los 14 años de gobierno de Felipe González, periodo del que usted en su momento fue muy crítico?

Todo lo malo que hoy tenemos empezó a gestarse entonces, como las concesiones a los nacionalistas en numerosos campos, como la educación. La inmersión lingüística, que fue una concesión de González a Pujol en aquellos años, fue una propuesta casi de exterminio. El camino estaba marcado por eso que sostenían los nacionalistas con su famosa consigna de ahora paciencia, mañana independencia.

Eso estaba todo larvado y en esa época de González se puso en marcha el proyecto independentista con fondos del Estado español. Luego yo también le critico a González que, habiendo tenido dos periodos continuados de mayoría absoluta, no hiciera grandes reformas, como la del sistema electoral, que nadie ha cambiado en estos años.

Yo creo que de González hay una buena memoria porque fue una época pacífica, llegó el AVE, los juegos olímpicos, la Expo, el Rey estaba muy ligado a su gobierno, no como ahora que parece más bien un funcionario, y la gente, en general, guarda buen recuerdo de todo aquello, que es lo que ha perdurado hasta ahora. 

¿Parece que la situación de Cataluña es un asunto irresoluble que lastra a todos los españoles desde hace décadas?

Yo he escrito un libro sobre este asunto y he ahondado en el problema. Pienso que ese embrollo puede tener soluciones, como en su momento cuando se fundó Ciudadanos, que quería dar respuestas desde Cataluña a sus problemas, aunque luego esa vía fracasó. Luego el Partido Socialista está en una posición intermedia, entre los nacionalistas y los constitucionalistas, y no define claramente su proyecto para Cataluña.

Por ejemplo, fruto de esa indefinición es que nombran a ministros para el gobierno de España, como Joan Subirats, que han votado por la independencia de Cataluña y la gente no lo entiende. Tampoco Vox me parece que sea la solución, ya que viene a ser como el aceite de ricino para la purga.

Yo creo que a la larga tendrá que darse una solución lógica y racional para el desafío que significa Cataluña. Los nacionalistas catalanes lo han intentado con la independencia once veces, desde el compromiso de Caspe en 1412 hasta cuando Artur Mas proclama la independencia porque no se le había dado supuestamente el tratamiento fiscal del País Vasco, mostrando Mariano Rajoy en aquel momento una clara falta de reflejos y liderazgo y dejando que las cosas lleguen hasta el estado actual.

Crisis del bipartidismo

De la España de la Transición ahora muchas cosas han cambiado y parece que el bipartidismo ha muerto, ¿lo cree así?

Eso de que el bipartidismo ha muerto no lo tengo tan claro. No cabe duda, por ejemplo, que seguramente Ciudadanos desaparecerá. La gran amenaza para el PP a la derecha era Ciudadanos, pero ahora es Vox, claramente, pero sin amenazar al bipartidismo porque acabarán apoyando finalmente a los populares si algún día llegan al gobierno de la Nación.

¿Tendrá un gran impacto la pandemia del Covid-19 en nuestras economías?

Ya lo está teniendo, está transformando nuestras economías con el teletrabajo, el rápido desarrollo de la economía digital, ha acelerado numerosos procesos que pensamos iban a darse en años, ha transformado, en definitiva, nuestras vidas. También ha contribuido a un notable desarrollo de la inteligencia artificial. Luego cada vez va a ver una mayor demanda de trabajadores preparados y titulados en esas especialidades y áreas de trabajo.

Estamos viviendo una explosión tecnológica y súbita. En lo que respecta al Estado de bienestar, se ha tenido que ampliar en sus funciones y se está todavía dando vueltas al ingreso mínimo vital, en torno al cual hay un gran debate. En lo que respecta a España, se ha visto que todavía las autonomías no están lo suficientemente preparadas para dar respuestas a todos los problemas y eso se ha visto durante la pandemia.

Yo no soy un crítico del Título Octavo de la Constitución pero sí creo que lo que hay que hacer son  reformas con respecto al papel de las comunidades autónomas y sus competencias. 

Cambios en el orden internacional

Resurgen los grandes imperios, como China, Rusia e incluso Turquía, ¿cómo examina estos grandes cambios que se están dando en la escena internacional?

Llevó muchos años siguiendo con interés el ascenso de China y su evolución en la escena internacional, habiendo viajado en numerosas ocasiones a este país y habiendo sido profesor visitante en la Universidad de Macao. También soy catedrático emérito de la Universidad de Pekín. Yo sostengo que China ya es la primera potencia del mundo por delante de los Estados Unidos y así lo he dicho en varios medios de comunicación, tal como he podido corroborar con otros colegas.

En muchas áreas y dominios, China le ha tomado la delantera a los Estados Unidos, como en la industria de defensa y en las nuevas tecnologías. Estados Unidos, además, está cediendo y trata de evitar una confrontación directa con China, algo que sería fatal para el mundo. Hay que hacer un esfuerzo y la Unión Europea (UE) podría ser un buen mediador entre Estados Unidos y China para pasar la página de la hegemonía de los Estados Unidos, es decir, avanzar de un mundo hegemónico a un mundo multipolar en que la UE ocupe su necesario espacio.

También China demanda su espacio y lo está haciendo con fuerza. Yo creo que el siglo americano, que comenzó con la caída de las colonias españolas en 1898, se acaba con el atentado contra las Torres Gemelas y emergen, claramente, otros liderazgos, como el de China, en un mundo multipolar.

¿Cómo ve la evolución de Rusia?

Rusia está recuperando su espacio y su poderío en la escena internacional, manteniendo un tono económico muy mediocre. Pese a ese mal desempeño en la economía, Putin se va a mantener en el poder y es además, pese a tantos años en el poder, muy popular en su país. Putin va a sustituir a la antigua Unión Soviética por la Gran Rusia de siempre, la imperial; poco a poco va consiguiendo éxitos, como la anexión de Crimea y el papel determinante que está jugando en Siria. 

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1 COMENTARIO

  1. La vanidad y el narcisismo conduce a la autodestrucción. Esto es lo que acontece con Tamames. Pasará a la historia como un imbéc… ególatra que se niega a si mismo.

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