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Salud y enfermedad: hermanas enemigas

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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Tanto la salud como la enfermedad, términos con una gran flexibilidad semántica, han sido, son y serán más que simples conceptos que expresan las actitudes y comportamientos existenciales del ser humano. También tienen el poder de facilitar o dificultar la capacidad del individuo para comprender y encontrar sentido en el mundo que le rodea. En este sentido, la salud y la enfermedad actúan como «hermanas enemigas», tanto a nivel personal como en la vida pública.

De hecho, podríamos decir que estos dos términos resumen la perspectiva del mundo que caracteriza a cada época histórica. La enfermedad representa el fracaso, la desestructuración simbólica y las fuerzas caóticas que constantemente emergen como una parte oscura y nocturna de la humanidad, con consecuencias imprevisibles para el tejido psicológico y social de la existencia humana.

Una persona enferma no solo es contagiosa desde un punto de vista clínico, sino también desde un punto de vista cultural y simbólico. La enfermedad revela el trabajo del desorden y genera temor ante la posibilidad de que se extiendan sus efectos. Su curación no se limita a una relación terapéutica individual, sino que involucra a toda la comunidad, ya que se reconoce que todos están afectados. La enfermedad se presenta como un mal plural, una metáfora del desorden expresado en el lenguaje del sufrimiento y la precariedad humanos.

Por otro lado, el término salud etimológicamente es sinónimo de salvación y representa el sentido último y reconciliado de la existencia, el triunfo del ser humano, aunque sea de manera temporal y siempre sujeta a diversas formas de negatividad e informalidad que constantemente acechan. La salud alude a las posibilidades que tiene el ser humano de enfrentar y dominar la contingencia mediante prácticas provisionales de autorrealización.

La salud no es simplemente un orden natural, sino una realización humana. Es la capacidad de elevar el cuerpo a un plano superior al de su condición congénita, con el propósito de alcanzar lo invisible e incorpóreo más allá de lo meramente físico.

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