Tú

Todo el andén y el vagón del metro hipnotizado con la pantallita de un Iphone, Smartphone no-teléfono, y tú mirando caras, paisajes, posturas, y el raro eres tú.

Familias enfrascadas en conversaciones de besugo, histerias y chismes, arriba y abajo bipolarmente a la puerta de sus domicilios o en la cena «en familia», o en esa celebración donde vuelan fotos y besos y acto seguido puñaladas traperas, con pantallas gigantes atronando y reguetón reventando tímpanos, y tú que te marchas ya, o no asistes a semejante evento social, tan propio de gente normal, sana y equilibrada, y el raro eres tú.

Mentiras en la consulta del médico, mentiras en el juzgado, mentiras en la ventanilla y frente a la educadora o trabajadora social, y tú, cómo te atreves, incapaz de aguantarte verdades, fuera del circuito y la sociedad de la mentira, la estafa, la injusticia, mereciendo la cárcel (ninguna acción justa queda sin castigo), y el raro, cómo no, eres tú.

Prisas, gasolina, gastos innecesarios, dietas y gimnasios y operaciones, fotos, autorretratos sin freno, cada diez minutos, comida basura y comida de mierda y montañas de papel higiénico llenando carritos, maleteros, y más gasolina y vuelta a casa en el atasco y el viaje a la playa cargado de papel higiénico, y tú, callado, en casa, con lo justo, y el raro eres tú.

Todo el mundo viviendo como todo el mundo, pensando, reflexionando, tomando posiciones según lo que todo el mundo ingiere vía pantalla, comprando y consumiendo tiempo, ocio, odio, según se lleve en las pantallas, como dicten las «redes» y los que aseguran que las redes aseguran tal o cual, y tú, leyendo un libro impreso hace treinta, cincuenta años, a tu manera, y el raro, por supuesto, eres tú.

¿Y sabes qué? Toda esa población que se repite igual, viaja, come, consume, traga y vomita odio y se acelera buscando necesidades, toda esa gente, si se dispersa en forma de individuos aislados, es tan rara como tú. El principal factor que los hace unirse, gregarizarse en ¿cómodo? rebaño, se llama miedo.

Nos gusta el autolátigo, hemos de admitirlo, pues resulta imprescindible para toda sociedad que se precie, compuesta de seres normales, trabajadores, consumidores de primer orden y como el correspondiente Dios manda.

El raro eres tú. Déjanos alargar esta agonía autodestructiva que nos lleva al inminente desastre, a diario. Únete a nosotras, oh, tú, y deja de ser tú, o lo pagarás, como aquella de la foto.