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Un Nobel a la mentira

Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Nacido en Valencia el 4 de Junio de 1961. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid en 1986. Especialidad de Psiquiatría. Ejercicio actual en el Hospital Universitario La Paz.
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análisis

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Recientemente Drew Weissman y Katalin Karikó han recibido el galardón mas prestigioso, el que todos los años otorga el Instituto Karolinska para aquellos descubrimientos de especial trascendencia para la ciencia, en este caso la Medicina. Me refiero claro, al Premio Nobel. Karikó si mal no recuerdo es vicepresidenta senior de BioNTech y Weissman uno de los fundadores del laboratorio Moderna con lo cual sus empleadores respectivos se encuentran inmersos en un litigio que tiene que ver con las famosas» vacunas» de ARNm que «han salvado millones de vidas y son seguras y eficaces» según reza el primer mandamiento de la Ley de Dios (disfrazado ahora de propagandista con rostro de Albert Bourla). En concreto Moderna demandó a Pfizer y BioNTech por violación de sus patentes en la vacuna contra el covid el pasado año 2022.

Weissman y Karikó has sido decisivos para desarrollar unas «vacunas» que ni previenen los contagios, ni propician la mítica «inmunidad de rebaño», ni impiden que el inoculado pueda padecer un proceso severo e incluso morir. Ya conozco el segundo mandamiento, » si el vacunado sufre una enfermedad leve es gracias a la vacuna y si termina en la UCI es que las vacunas a veces fallan «. Aunque no alcance en mi ignorancia a vislumbrar la especial trascendencia de semejante fiasco pienso que en realidad el premio Nobel otorgado resulta muy coherente con el estado actual de la investigación médica y científica en su conjunto, en manos de gigantescas corporaciones que gastan mucho más en propaganda, control y manejo de la información que en la investigación propiamente dicha. Recomiendo vivamente en este mismo diario la lectura de un artículo de Fernando Vizcaíno Carles dado que, volviendo al litigio. las dos compañías Pfizer y Moderna son en gran medida propiedad de Vanguard y BlackRock y en consecuencia tanto da el resultado. Teniendo en cuenta que Vanguard o BlackRock son igualmente propietarias de los medios de comunicación que han evangelizado con la buena nueva de «las vacunas» y amenazado con las llamas del infierno a los «no purificados» volvemos al viejo «yo me lo guiso y yo me lo como». Los perpetradores del mejunje genético se premian a sí mismos. Me intriga la relación personal que puedan tener los dos galardonados con el Nobel aunque debe ser que me atocino demasiado con «First Dates».

Los Nobel fueron idea de Alfred Nobel quien no deseaba ser recordado tan solo por el desarrollo de la dinamita que le hizo rico. Ha transcurrido mucho más de un siglo y muchos premios han sido merecidísimos. Otros no tanto y se han denunciado numerosos sesgos, por sexo (masculino), raza (blancos), país (predominio europeo y norteamericano) por ser obsoletos en sus valoraciones (la investigación actual es producto casi siempre de la colaboración de múltiples profesionales e instituciones y no de individuos aislados) o por el llamado «efecto Mateo» descrito por Robert K. Merton en 1968 ( son los investigadores más famosos los que más opciones tienen de acaparar premios según la conocida parábola de los talentos). Sin embargo, con todo, el Nobel sigue gozando de indudable prestigio y proyección y, para algunos imbéciles como yo, nos recuerda viejas fantasías narcisistas adolescentes del periodo previo al comienzo de la carrera. Si, de acuerdo, todos pasamos en la vida por . fases de intensa estupidez.

Es doloroso contemplar que la devastación ética tan evidente durante la pandemia  y que ha afectado a todo tipo de profesionales e instituciones ha alcanzado también al Nobel. Podrían haber dejado un pequeño reducto de pureza e ilusión. No ha sido posible. Menos mal que siempre nos quedarán Boris Johnson o nuestro castizo «Tito Berni» que con sus cínicas, desprejuiciadas y chabacanas fiestas nos recordarán (tardíamente por desgracia) todas las trolas que nos han vendido y las desquiciadas medidas a las que hemos sido obligados «por nuestro bien». Desde ya, propongo un Nobel para los mejores propagandistas. Creo que es una categoría que falta, dado que las artes, las ciencias o la política se encuentran en el mundo occidental  atravesadas por la propaganda, totalmente invadidas por este «ultracuerpo» que las deforma hasta transformarlas en grotescas caricaturas. La propaganda bien merece un premio Nobel por su indudable efectividad.

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2 COMENTARIOS

  1. ¿qué quieres? mira los nobel de la paz (kissinger, obama…), de literatura (bob dylan, cela…). a lo mejor algún día sabremos cuánto costó el nobel de don Camilo.

  2. Sr Pascual. D los demás no hablaré, pero ha leido ud alguna canción de B. Dylan en castellano? Y muchas? Pues yo si las he leido y cuenta historias de todo tipo y con un gran uso dl lenguaje real y utópico. Dylan está considerado el mejor poeta en USA, y eso en esta época, no es asunto menor. Yo no he leido a Cela y no puedo opinar. Asi es q lea a Dylan en castellano o en ingles, me da igual, pero cuanda lo haya leido nos da su importante opinión. Pero lea y despues opine.

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