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Vox y el PP resucitan el lenguaje franquista en el discurso político

Tanto el partido de extrema derecha como el PP vuelven a utilizar términos como «enemigos» cuando en democracia los adversarios políticos están distinguidos por la legítima discrepancia que enriquece y evita la creación del discurso único de las dictaduras

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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Uno de los momentos más tensos de la Transición española se produjo en el debate sobre la Ley de Reforma Política, el texto legal aprobado por las Cortes franquistas y que supuso el desmantelamiento del aparato político del régimen. En ese debate se produjo un choque entre dos políticos. Uno de los defensores del mantenimiento de las esencias de la dictadura, el franquista José María Fernández de la Vega, afirmó que «Todo estaba atado y bien atado; atado con un nudo insalvable para esa misérrima oposición que, con su resentimiento a cuestas, ha recorrido durante cuarenta años las cancillerías europeas (…). Pero no estaba atado para los de dentro, para los de los juramentos y los compromisos, éstos son los que han desatado el nudo».

Ante este discurso lleno del odio que había caracterizado al aparato represor de la dictadura hacia quien no estaba dentro del pensamiento único franquista, el entonces procurador Fernando Suárez, un hombre del régimen, le espetó que la reforma que se votaba se hacía para evitar que se siguiera llamando «misérrima oposición» a quienes pensaban de manera diferente y que había que desterrar el término «enemigo» por el más «civilizado y cristiano concepto de adversario político».

PP y Vox vuelven a los enemigos

A lo largo de la historia de la democracia española ha habido duros enfrentamientos entre la derecha y la izquierda. Sin embargo, ni siquiera José María Aznar se atrevió a calificar a sus oponentes socialistas o comunistas como «enemigos».

La entrada de la extrema derecha en las instituciones ha provocado que el Partido Popular, que debería ser el garante del conservadurismo democrático, se eche al monte y haya incorporado a su lenguaje político los términos de odio utilizados por Vox.

Quién es enemigo de quién

Este fin de semana se ha producido un choque entre los populares y la extrema derecha sobre quién es enemigo de quién. Por un lado, en una entrevista a Europa Press, el portavoz del PP, Pablo Montesinos, ha criticado a Vox que se estuvieran confundiendo de «enemigo». Estas declaraciones se produjeron a raíz de las durísimas críticas vertidas por la extrema derecha a causa de la declaración de Santiago Abascal como persona non grata en Ceuta o las amenazas de Vox de demandar a los gobiernos autonómicos del Partido Popular si implantan el pasaporte Covid.

Sin embargo, los de Abascal no se arredraron ante estas críticas y han impulsado una verdadera batería contra el PP aumentando la tensión del lenguaje belicista. En un mensaje de su cuenta de Twitter se señala lo siguiente:

Por otro lado, en otro tuit, esta vez del Grupo Parlamentario en el Congreso, Vox vuelve a insistir en que el PP «aún no ha entendido quiénes son los auténticos enemigos de España».

La historia se repite

Por tanto, esta guerra entre el PP, que debería ser el garante del conservadurismo democrático, y Vox, retrotrae a las guerras partidistas entre los republicanos conservadores, unidos en la CEDA, contra los fascistas de Falange Española y el carlismo radical. La historia tiene el inconveniente de que vuelve a colocar a cada uno en las tesituras de los errores pasados.

En aquellos años, los partidos democráticos de la derecha, tanto en España como en Europa, apoyaron o compraron el discurso de odio de la extrema derecha. Finalmente, fueron neutralizados y absorbidos por los fascistas. El Partido Popular, en la actualidad, está jugando al peligroso juego que en el pasado jugaron José María Gil Robles, Dimas de Madariaga, Manuel Giménez o Ricardo Cortés.   

Esta vuelta al lenguaje belicista del franquismo demuestra que la extrema derecha está ganando, tanto la de Vox como la que aún queda enquistada en el PP. El problema está en que Pablo Casado es como un tentetieso, va y viene, porque tan pronto hace alegatos contra el neofascismo de Vox, como durante la moción de censura de Abascal, como vuelve a retornar al lenguaje neofalangista. Y esto es muy peligroso.

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3 COMENTARIOS

  1. ¡Coño, que novedad! El PP y Vox son franquistas, y si pueden nos retrotraen a los tiempos del tirano-general genocida. Wilkipedia dio información de quien financian a estos partidos, y tienen todos sus raíces en el franquismo puro y duro.

  2. A ver; si solo hay que prestar atención a sus propios discursos para entender que unos y otros, e incluso otros terceros a los cuales les interesa esta disputa canina, son de una simpleza intelectual tremenda y yo sinceramente me escandalizo de que alguien pueda prestarse a este desierto neuronal. Pero nada, continúen ustedes detrás de la cabaña. Nos extinguimos seguro: No doubt

  3. apañaos vamos con estos como cojan poder la gente que no votamos sus ideas enemigos mal y luego diran como la ayuso que gobierna para todos si si cerrando sitios de atencion primaria por ejemplo eso no es gobernar es joder a los de siempre

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