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Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Soy profesor y, al regresar a las primeras horas de clase postelectorales, la chavalería me aguarda para hablar de lo ocurrido. Me gusta su miedo y su sorpresa, porque son consciencia. Me asusta que cuenten de sus alrededores, de sus amistades y familias, que el discurso xenófobo y patriotero, que el victimismo machirulo y el tradicionalismo esencialista sean denominador común de sus conversaciones vulgares de ciudadanía vulgar que vive vidas vulgares.

No estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo. Claro que hay una preeminencia ética en buscar la Justicia, en definir la Igualdad, en aspirar a la Paz y a una vida en armonía con la Naturaleza; yo me defino como progresista no por una discusión ideológica o teórica, sino porque intento ser una buena persona sin caer en la estupidez. Yo no me considero de izquierdas por mis ideas sino por mi actitud racionalista, comprometida, librepensadora y promotora del análisis y el debate libres, todo sin hagiofilias y siempre repleto de contradicciones. Las únicas personas de derechas con las que debato a gusto son las que defienden abiertamente su liberalismo naturalista, quienes optan por asumir a nuestro salvaje interior como sustento de la vida social y no se rodean de hipócritas teorías para justificar egoísmos ramplones.

Por tanto niego ese tópico reciente que atribuye un prurito ético supuestamente falso a la izquierda: la izquierda sí es ética, y si no lo es no es izquierda; la derecha es moral, dícese: Derecho Natural, y yo pienso que cabe el debate pero prefiero la Libertad frente a la constricción. Lo que cada vez tengo más claro es que la Verdad lleva a los campos de exterminio o al gulag y me duelen los testículos, por aquello de mi anatomía, de aguantar una falsa voluntad de objetividad, de supuesta equidistancia no militante por parte de autodenominados demócratas ante quienes, al parecer, la Historia pasa indiferente mientras en su soberbia adoctrinal y arresponsable mira inocente cómo todos los demás cometemos crímenes. Soy de izquierdas y claro que Stalin me parece un asesino megalomaníaco, no hace falta que me pregunten por personajes cómo Hitler o Franco.

Los gulags de hoy, los Auschwitzs de estos días los hemos construido con la economía desde la Crisis del Petróleo del 73 y el fin de las políticas reguladoras; hemos cambiado el concepto de “judío” o de “contrarrevolucionario” por “inmigrante”, y lo que todavía es peor, en un giro de tuerca criminal e ideológico: el concepto de “inmigrante” ha sustituido al de “pobre”… Nadie afirmaría que un pobre no deba ser socorrido, sin quedar abiertamente como un criminal; pero si definimos a priori la nacionalidad dándole prioridad a esta mentira esencialista (apoyada en una “verdad”) el problema del socorro a un extranjero pasa por encima del de la necesidad, y nos preguntamos por qué ayudar a una colombiana antes que a una pobre española necesitada.

Una sociedad justa discutiría sobre equilibrios en el reparto de la riqueza, una sociedad neonazi sobre inmigrantes; unos Estados justos debatirían sobre la libre circulación de las personas y cómo articularla, una sociedad neoconservadora sobre el movimiento del capital… Los seres humanos cuando encuentran en mitad de la mar a otros seres humanos, les ayudan bajo el peso ético de sus conciencias y bajo el peso de la Ley; los canallas desde la distancia y el despacho muelle, discuten sobre dónde deberían recalar esos ilegales… ¿Ven las diferencias?

Por eso hay que alzar la VOZ más que nunca, por eso hay que preguntarse más qué nunca por nuestras ideas, por eso tenemos que ser obligatoriamente (y esto es el compromiso) cultos, sabias, porque para no dejarse entontecer por la demagogía más criminal del último medio siglo hay que saber argumentar, explicarse, preguntarse el por qué y tener alternativas… si no: vencen los que vencen, y esto es siempre, porque siempre hay que estar alerta porque es más cómodo pisar que ayudar a moverse.

Decaigo, me pierdo, me hundo, la estulticia ignorante nos alaga como una melaza que nos impidiera avanzar y respirar; el disfraz de supuesta demócrata sólo sirve para mantener el estatus, bajo la hipócrita careta de la paz: descansamos sobre el crimen… y lo sabemos, pero simulamos que no. Equidistancia en la esclavitud femenina llamada sociedad, familia… equidistancia con el terrorismo que impone su ideal violentamente… equidistancia con los aspirantes a eyacular en un jacuzzi sin tener en cuenta a quienes tendrán que limpiar su semen pegado… equidistancia con los dictadores muertos que descansan en la paz robada a sus víctimas… equidistancia es el término que ilustra la definición del fascismo más torpe. Mirésela.

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