Cada día es un secreto más sonoro que hay importantes federaciones socialistas que no aguantan más a Pedro Sánchez como líder de su partido. Después del 25-S el malestar puede ser de tal magnitud que sería casi milagroso que el todavía secretario general del PSOE consiguiera mantener el tipo al frente del partido. Pero posiblemente se consumará el milagro.

Y es posible que él siga con su plan de fraguar un gobierno alternativo, lo veremos en las próximas semanas. Si algo está claro a día de hoy es que Pedro Sánchez se ha convertido en el enemigo a batir no solamente para el PP (con la vista puesta en conseguir una investidura de Mariano Rajoy con la abstención socialista) sino para buena parte de su propio partido (con la vista puesta en redefinir de alguna manera un proyecto político que ocupe un espacio propio distinto al del populismo podemita). No hay más que pasearse un rato por los mentideros socialistas y escuchar lo que allí se dice.

El batacazo en Galicia ha sido mayúsculo, el sorpasso se ha consumado en tierras gallegas al tiempo que ha quedado demostrado que el PSOE necesita discursos de amplitud, entendibles por el conjunto de los ciudadanos españoles en cualquier sitio de España y no relatos pequeños y seminacionalistas como los desplegados por Xoaquín Fernández Leiceaga.

Alberto Núnez Feijóo lo ha entendido de maravilla y por eso ha arrollado allí, convirtiéndose al paso en la gran alternativa a la sucesión de Mariano Rajoy. Feijóo maneja a la perfección la combinación amable de un galleguismo abierto con una mirada al resto de España como algo “que le es propio”. A Fernández Leiceaga le preguntó Pepa Bueno en La Ser durante la pasada campaña por los asuntos nacionales y respondió que “él solamente hablaba de Galicia”, causando, por cierto, la irritación de la periodista.

El PSOE tiene que entender que su camino no es empequeñecerse mimetizándose con el populismo y/o el nacionalismo sino ofrecer relatos ampliamente españoles capaces de enraizar en las capas más desfavorecidas pero también más alérgicas a los cantos de sirena del independentismo o del populismo.

En el País Vasco el batacazo del PSOE-PSE adquiere la dimensión de hecatombe. De ser un partido relevante en Euskadi durante los últimos cuarenta años, el PSE ha quedado reducido prácticamente a lo irrelevante, salvo que el PNV necesite alguna muleta para apuntalar su hegemonía incontestable. Lo ocurrido es bastante grave por más que se quieran poner paños calientes. Es grave, además , que en el País Vasco PSOE y PP sean partidos casi anecdóticos por más que se quiera mirar esa realidad edulcorándola con el recurso a lo positivo del “efecto Alonso”.

Pero la patata caliente ha quedado de nuevo en la mesa del PSOE, y salvo que el sábado en el Comité Federal se pongan sobre la mesa las navajas que hace tiempo circulan por debajo, todo seguirá en la misma tónica. Estamos en la historia de una gran resistencia.

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