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Sobre la muy posible dimisión de Pedro Sánchez

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análisis

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La situación creada no es sobre un particular sino sobre un presidente del gobierno de un estado no menor de la UE. No es algo «personal» solamente, ni algo sobre «ética política» de una conducta individual. Puede analizarse en esos términos, pero procede analizarlo en términos de R78.

Es preciso valorar que implica la línea Sánchez para el R78 y qué tiene de particular. Lo más notable es que Sánchez orientó sus alianzas al espectro soberanista y al hacerlo normalizó políticamente a EH Bildu y a los independentistas de Junts. Este giro supuso sin duda un traspaso de ciertas líneas rojas del R78 que toleraba a los nacionalistas, porque sin ellos el propio R78 no se sostenía, pero tras el choque frontal buscado en su día por los gobiernos Aznar y Rajoy y la deriva de la derecha catalana al independentismo, se pudo ver que los centros de poder de la derecha no tenían miedo al enfrentamiento y se veían sosteniendo un pulso hasta el final.

Al entrar en crisis el bipartidismo con la entrada de otras fuerzas, los equilibrios del R78 quedaron rotos y el sistema se bloqueó varias veces con la imposibilidad de formar gobiernos. Al final, Sánchez opta por buscar apoyos en las exizquierdas posmowokes, variantes centrípetas o centrífugas, y en los soberanistas diversos, logrando formar gobierno y revalidarlo en elecciones repitiendo la fórmula. Este gobierno plural con apoyo externo de estas fuerzas hasta hace poco externas al núcleo de poder del R78, no ha supuesto amenaza alguna de tipo político o económico para la oligarquía, la embajada USA, la OTAN , la UE, el IBEX o la Banca, al contrario, ha traído desmovilización popular, complicidades y también una creciente pérdida de credibilidad popular de las exquierdas posmowokes. Pero en política en España, las derechas y los centros de poder real no operan solamente en clave racional, hay factores ideológicos.

Para acusar a Sánchez de izquierdista, rompedor de España, terrorista, proHamas y etarra, hay que estar muy enajenado mental y políticamente, pero se ha hecho con extraordinaria intensidad en un amplio abanico, desde todas las derechas extremas a las extremas derechas. Se saben fuertes y creen ser los herederos del reino y las decisiones de Sánchez en política de alianzas les han hecho bramar de odio.

Complejidad añadida es que un sector del PSOE, y de las conexiones del PSOE con los centros de poder real, considera rechazable de plano la política de extender las complicidades con el R78 al espectro soberanista y a los posmowokes.

El hecho es que desde hace tiempo y en vista de que la aritmética parlamentaria y el voto situaba la línea de Sánchez como la única posible para que el PSOE siguiera en el gobierno, en vez de ponderar que esto había rebajado tensiones en Cataluña, asegurado la paz social y no ha impedido en modo alguno la deriva belicista y atlantista, se mantuvo la tesis de que todo esto solo daba oxígeno a grupos que cuestionaban la estructura de repartos de poder del R78, asi que la acción política derivó a los ataques personales de todo tipo, lawfare, persecución mediática, acusaciones en tribunales con independencia de si eran fundadas o no. La lista de casos es enorme.

Y ese proceder ad hominen ha acabado por cercar al presidente Sánchez. De acusarle de ser pariente de un destacado militar franquista, un puro delirio, a los peores ataques y acusaciones por el trato con Marruecos, como si las relaciones que mantenemos con este país no fuesen de suyo tan particulares y no tuviera, por ejemplo, el propio rey Juan Carlos Borbón, notorias intimidades con sus monarcas. El flanco al descubierto ha sido su esposa sobre la que se ha vertido todo tipo de basura. Esto, como digo, de forma independiente de si hizo algo o no hizo nada que no debiera. Recuérdese que quienes pusieron en duda que fuese una mujer real, a eso se ha llegado, son un tipo de escoria muy particular y no le importa la verdad: la consideran sacrificable, a quienes promueven estos ataques les dan igual los hechos. En este sentido debo expresar mi total apoyo personal a Sánchez y su esposa ante tales ataques. Podremos estar en desacuerdo en lo que sea, pero este tipo de acciones es propia de la reacción más miserable y debe ser combatida.

Además de que la presión personal se hace sentir siempre y puede quebrar a cualquiera, la cuestión pertinente es si el presidente Sánchez se ha sentido respaldado por los suyos con la fuerza necesaria o si no ha sido así. Entra en lo posible que no haya sentido apoyo en grado suficiente en los entornos cercanos a los grupos de poder sistémico de su propio partido o con los que su partido y él como presidente tienen relación. En los tiempos de extrema crisis internacional con la guerra en Ucrania y la matanza desatada por el sionismo en Palestina / Gaza, Sánchez se ha granjeado el rechazo de pleno del gobierno de Netanhayu y hemos podido ver con claridad cómo el propio Partido Popular hacía de altavoz del sionismo más crudo, acusando a Sánchez de cómplice de Hamas, en un alarde de irracionalidad pocas veces vista. Su reciente gira europea buscando apoyos para un reconocimiento del estado palestino ¿fue iniciativa propia de Sánchez? ¿Se creyó que tenía manos libres para seguir ese proceder’ No podemos saberlo. Sí sabemos que el último presidente español que intentó seguir una política independiente en el mediterráneo y apoyar a los palestinos fue Suárez, precisamente alguien que estaba siendo objeto de ataques personales brutales y que fue obligado a dimitir.

En su vida política, siendo como es pese a todo un personaje sistémico, Sánchez ha conjugado el verbo dimitir varias veces. Ya lo ha hecho, puede volver a hacerlo. Y es posible que lo haga si considera que no ha recibido apoyos suficientes del entorno de poder de su partido y de lo que no es su partido. Si así fuese estaríamos ante una conspiración que ha tenido éxito. Puede que no haya tal, tal vez esto se salde con otra taza de línea Sánchez, plantear una moción de confianza, emplearse a fondo y tratar de ganarla, muy posible. O puede que no haga eso.

Podría dimitir y proponerse un candidato del mismo PSOE, que renovaría la línea seguida de alianza múltiple con los incomprendidos del R78, tan encantados ellos con el gobierno más progresista del universo. Si esto pasase, tendríamos que preguntarnos cuanto más puede hacer el PP por arreciar en sus ataques y descalificaciones.

Puede también que muy dignamente, Sánchez se refugie en su honor personal y familiar puesto en cuestión y nos comunique que lo mejor es que el pueblo hable y opte por la convocatoria de elecciones. Tal escenario no sería fruto de una simple elección personal por cuestiones éticas, sino una operación sistémica en toda regla. El escenario sería complejo. Las exquierdas posmowokes sin credibilidad alguna y atomizadas, sin capacidad para plantear una respuesta o una alternativa a nada. El PSOE en un viraje que sólo podría ser hacia su propia derecha, y no se olvide que no hay mucha diferencia entre ellos y el propio PP. Un PSOE en esa línea se desplomaría en votos muy posiblemente. El PP por su parte ha demostrado creerse sus propias intoxicaciones y su propia propaganda y actúa como si pudiera vencer solo o en compañía de otros (VoX y la reacción navarra), incluido un PSOE sin careta que les apoyara en la investidura para impedir el caos, caso de ser el PP el más votado. La constelación soberanista no tendría con quien pivotar en el ámbito español si no tiene diputados en posición o si son despreciados por un PPSOE que buscaría, ahora sí, retomar el control del R78 en un momento en el que toda Europa deriva hacia el belicismo o quien sabe si algo peor.

La dimisión de Sánchez no es un asunto personal. Es una cuestión que debe abordarse en términos de régimen, que es por otra parte lo que hacen los grupos de poder que saben de qué va esto. En breve sabremos qué pasa. No hay mucho margen y el tipo de respuesta que ofrezca, al menos por esta vez, nos dirá por donde irá el futuro y que nuevos peligros enfrentamos. Lo terrible es que una vez más, surge una crisis sistémica y nos pilla sin una fuerza republicana española, capaz de articular una respuesta social y política que pueda confrontar con este régimen en serio. Los republicanos españoles no le reconocemos legitimidad alguna a la monarquía, y no consideramos que sea nada ni nadie para decidirse bajo ella el futuro de España. Solo tras lograrse una victoria compartida sobre el R78, podremos los españoles decidir nuestro futuro y en él resolver la cuestión nacional, la social y desde luego la necesaria soberanía e independencia de España de poderes cercanos o lejanos. La suerte de Sánchez. vistas así las cosas, no es lo que más nos preocupe y no se nos verá arrastrarnos por las calles pidiendo que no se vaya. El lunes veremos que ocurre.

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