Médicos Sin Fronteras denuncia la situación que viven los habitantes de Bombay con respecto a las dificultades para contener la Covid-19: los afectados están hacinados, densamente poblados y arruinados.
Esta semana India notificó el mayor número de casos de COVID-19 registrados en un día con más de 83.000. El país supera los 3,8 millones de casos confirmados. Maharashtra, donde se ubica Bombay, es el estado que acumula el mayor número de casos de COVID-19 de todo el país: uno de cada cuatro casos confirmados. De estos, dos de cada tres residen en la ciudad de Bombay.
Densamente poblada
Bombay es una de las ciudades más densamente pobladas de India y ha sido un punto caliente para la propagación del nuevo coronavirus desde que se declararon los primeros casos en el país a mediados de abril. Bombay constituye un gigante económico y como tal la ciudad ha atraído a población rural en busca de trabajo. La mayoría de estas personas acaba viviendo en condiciones de misería mientras tratan de ganarse la vida.
Los asentamientos informales de Bombay, extremadamente saturados, suelen carecer de servicios básicos, como sistemas de agua y saneamiento adecuados y de recogida de basuras. Es habitual que en una sola estancia de tres metros cuadrados convivan cinco o seis personas. Las escasas posibilidades de mantener distanciamiento físico en este contexto hacen que sea extremadamente difícil reducir la escalada de infección por COVID-19 en los barrios marginales del distrito Bombay Este donde los equipos de MSF empezaron a trabajar a principios de junio.
“Cuando me dijeron que había dado positivo por coronavirus, sentí pánico”, recuerda Radha, una mujer de 25 años hospitalizada en el Centro de COVID-19 apoyado por MSF. “Tenía mucho miedo porque sabía los problemas que habían padecido otras personas al confirmarse el positivo. Después de conocer el resultado de mi test, mi familia también estuvo bajo mucha presión. Mi madre empezó a llorar. Cuando mis vecinos se dieron cuenta de que era positiva, dejaron de hablarnos. Cerraron sus puertas. Pensaban que se infectarían por mi culpa. Cuando me veían, volvían a sus casas, me evitaban”.