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No soy la dueña de mi destino

Susana Pérez Alonso
Susana Pérez Alonso
Escritora de novelas, poesía y ensayo. Sus obras han sido publicadas en editoriales de prestigio internacional y por reconocidas publicaciones periódicas académicas. Comienza sus trabajos en la humanización del sistema socio sanitario en el año 1982. Funda la Asociación de Usuarios y Pacientes de la Sanidad. Trabajó en la reestructuración del Área de Oncología y Radioterapia del HUC. Participa en numerosos programas de televisión y radio, así como de reuniones científicas internacionales sobre humanización de la sanidad. Graduada Social y Técnica Fiscal IUDE por la Universidad de Oviedo. Procuradora de los Tribunales.
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análisis

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Se resiste a llegar la primavera. Las flores se repliegan sobre si mismas y la huerta no prospera. Regresó la nieve a los montes que me separan de los Picos de Europa y el viento es frío, muy frío. Normalmente no me importa, tenemos buena ropa, calefacción y chimeneas. El frío, me gusta. He encendido la salamandra, pruebo que esté en buen uso por si debemos usarla, y funcionó, somos privilegiados.

En estos días me gusta menos el frío, el gasóleo de calefacción sube sin cesar. La carga de leña, ya me han avisado, también. La luz ya había subido, no puede ni debe de ser coartada la guerra cercana. Así que lavamos muchas cosas a mano y recuerdo los lavaderos de ropa de mi tierra: manos de mujeres metidas en el agua helada, frotando sobre la piedra y luego retorciendo dejándose la piel. Lo nuestro no llega a tanto, pero me lo recuerda. Ahora, esos lavaderos están en desuso, normalmente cayendo después de haber gastado fortunas en reconstruirlos. Es España…

Aquí tenemos mucha agua, hasta en las minas. Las minas de mi tierra están anegadas, inundadas con agua, inservibles. Teniendo pozos de carbón a la puerta de casa, esas, las casas, se alimentan de gas. Nunca lo entendí. Creo que la cuarta parte de la energía en Alemania procede del carbón, pero aquí inundamos las minas. Yo protesté, como siempre, pero, como siempre, nadie escuchó. Así que somos muy ecológicos, pero no podemos calentarnos decentemente. Tampoco entendí nunca lo de los bonos de CO2, realmente lo entiendo, pero me provocan tanto asco las fortunas que algunos ganan con esto, que me bloquea la entendedera.  En el año 2019 West Cumbria Mining se disponía a abrir la primera mina de carbón en 30 años, en Escocia. Pero en España somos absolutamente ecológicos, tanto que preferimos morir de frío, pagar el combustible a precio de oro, pero ecológicos. Yo, atea confesa en estas cosas políticas, no creo nada de lo que nos cuentan. El calentamiento de la Tierra es evidente, pero tampoco entendí nunca que no pudiésemos instalar, en la transición, filtros decentes de CO2. ¿Tan inútiles somos?

También pienso que las bombas, en toda guerra, seguro que contaminan mucho. Y los cruceros turísticos y los aviones… Pero no: era el carbón. El español era caro, dijeron, resultaba más barato traerlo de “otros países” Se les olvidó terminar la frase: países de esclavos. En muchos casos carbón de sangre, pero eso daba igual.

Ayer he leído que USA y Europa empiezan negociaciones con Venezuela e Irán para comprarles combustible fósil. De nuevo me sorprende: compramos a dictaduras, eso nos llevan diciendo hace años, que esas dos naciones lo son. Pero no importa, ahora ya no.

Poner en funcionamiento una mina inundada cuesta mucho tiempo, demasiado. Sacar el agua, secar, entibar, meter maquinaria… Pero qué se yo de esto… Sé de lavar a mano, de mirar las horas de calefacción, de mirar los montes a ver si de una vez se va la nieve, de guardar toda la leña que encuentro o apuntar todo lo que gasto, soy, al fin, un ama de casa que según algunos, no debemos opinar. ¿Se dan cuenta de que hasta critican que opinemos? ¿Se dan cuenta de que por esa regla terminan diciendo que los ignorantes no pueden votar?

Ofenda o no, pienso que nos gobiernan miserables marionetas de grandes grupos que sacan beneficio de las renovables, de los bonos de CO2, del carbón, del gas, del petróleo. Por supuesto de reconstruir lo derribado en cualquier guerra, de la chatarra que genera, de la trata de seres humanos y largos etc. Las farmacéuticas ganan mucho en las guerras, supongo que estarán satisfechos de sus resultados, Pandemia, Guerra, las ganancias se han multiplicado y lo harán más. Destruyeron el norte de África, el resto del continente era un erial, y ahora empezamos por otro punto del planeta, un no parar.

Sé que parezco tonta, pero no se fíen nunca de las apariencias, es peligroso. Mi último pensamiento es que habría hecho Estados Unidos si México quisiese adherirse a un supuesto eje con Rusia, a una coalición tipo a la OTAN. Respondo: invadir de inmediato ese país. Reitero la pregunta hecha en otros artículos ¿De quién fue la idea de animar a Ucrania para que entrase en la OTAN? A quién beneficia todo esto, exactamente no lo sé, a quien perjudica está claro: a todos los idiotas que cada cuatro años vamos a votar como borregos. Las Guerras por la energía han comenzado, próximamente serán las del agua.

Invictus es un poema hermoso, pero falso: puede que sea la capitana de mi alma, de mi destino, evidentemente no.

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