martes, 30abril, 2024
15.2 C
Seville

¿Mundo global civilizado?

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Acaba de saltar una noticia que hiela la sangre. Dos mujeres de veintiuno y veinticuatro años, que vivían en Terrassa, han sido asesinadas en Pakistán por miembros de su familia. Las engañaron para que volvieran a su país de origen por enfermedad de su madre. Su pecado fue solicitar el divorcio a sus primos con los que las casaron a la fuerza. Volvieron y encontraron la muerte por haber mancillado el honor familiar.

Denominan a esto crimen de honor, que consiste en que los varones violentan o asesinan a una mujer de la familia por haberlos deshonrado. Las causas son varias, entre las que se encuentran la no aceptación de matrimonio arreglado, divorciarse sin consentimiento del marido, acusaciones a miembros de la familia, ser sorprendidos en adulterio y hasta por la vestimenta. Se considera que tales acciones llevan consigo deshonor o vergüenza para el ámbito familiar, lo que solo se resuelve con el derramamiento de sangre de la mujer, que limpia las impurezas de la tribu y devuelve el honor perdido.

Asesinar por cuestión de honor es una aberración cultural. Una cultura ancestral de siglos ha convertido esto en hábito. Quien lo ve, ya está pensando en lo que debe hacer, aunque sea su hermana más querida. Ella es solo una y la familia es el completo. Fuera de la familia el individuo no es nada, en la familia lo es todo.

En el Siglo de Oro español uno de los temas más tratados en el teatro fue el honor y la honra. Sin honor no se podía ser virtuoso y honrado, ni tener limpieza de sangre. Pertenecía a las clases altas, que se comportaban conforme a él y por eso eran tan respetadas por el pueblo. El honor no se podía perder nunca.

En cambio, la honra no es una propiedad individual, sino que depende de la opinión que tienen los demás sobre el sujeto. Dependía del respeto a las normas sociales y muchas veces era pura apariencia. Los casos de honra “mueven como fuerza a toda gente”, según López de Vega.

Hacienda, vida, linaje, sangre…, todo esto se puede dar al rey, si lo pide, pero el honor no, porque Calderón lo eleva a patrimonio del alma, que solo es de Dios, ni tan siquiera del rey. Todo esto sucedía hace más de cuatro siglos. Casi todas las culturas han sido patriarcales, pero esto tiene que acabar alguna vez. No puede permanecer in aeternum, porque debe llegar el fin de la injusticia.

¿Cómo puede enorgullecerse alguien conscientemente de cometer un crimen? ¿Cómo se atreve a proclamar su deber dar muerte a un familiar? Se mire por donde se mire, esto aparece siempre como monstruoso. Además, por la defensa de la honra familiar, quebrada por alguien a quien queremos y con quien hemos vivido desde que nacimos. Nacidos de la misma madre, fecundados por el mismo padre, resulta atroz solo pensarlo y más si lo planifica por toda la familia en conjunto.

El mismo Dios bíblico mandó a Abrahán que sacrificara a su hijo Isaac, pero el asesinato no se consumó, porque un ángel detuvo su mano. En el crimen de honor, en lugar de pararlo, lo estimulan y animan. ¿Cómo pueden cometerse todavía tales bestialidades?

Esto se hace por cuestiones tribales de pertenencia al clan, que se impone por encima de todo. Aquí la mujer carece de cualquier derecho. Está sometida al varón en una situación de abismo irremediable. Estas culturas desean descendencia y unas familias extensas, pero matan lo que está vivo, por sentirse ofendidos en su honor. Claro que las mujeres no tienen ya honra, cuando la han perdido voluntariamente. Traicionan a su propio clan.

Las mentalidades patriarcales y machistas no descienden, sino que se afianzan todavía más. Los conocedores ofrecen una lista de países en los que se da este proceder aún: Turquía, Jordania, Líbano, Yemen, Irak, Irán, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait, Emiratos, Palestina, Egipto y Sudán, entre otros. Desconozco la situación de cada uno, pero algo tendrá el agua cuando la bendicen. El caso es que los ciudadanos del mundo occidental se horrorizan ante tales informaciones, pero los visitan y disfrutan de su forma de vida. Esto solo acabará, cuando se haga una presión internacional, que les resulte insoportable, pero encima los admiramos.

Todavía más, estos asesinatos se consideran justos, es decir, que hay que aplicar la justicia sobre quien atenta contra el honor familiar. Y a veces se ejecutan actos sin pruebas, solo por sospechas. Sus autores queden impunes y su actuación constituye la admiración del resto de las personas del clan. Aunque las tuvieran, toda persona es inviolable en sus derechos, pero aquí no los hay. Quizás sea todavía peor que la muerte someter a las mujeres que han deshonrado a la familia a violaciones grupales, lapidaciones, palizas o quemaduras crueles.

Las mujeres son propiedad de los progenitores y después de su esposo, como las cosas que poseemos y que siempre están a nuestra disposición. Sería antinatural que se rebelaran contra sus dueños, que las tienen como un precioso regalo, para asegurarse el sexo permanentemente, ya que para eso están, pues son el descanso del guerrero. Todo por no aceptar la sexualidad, que parecen considerar maldita, por lo que necesita un control estricto, que solo el varón puede garantizar.

Dejar que las personas sean libres, educándolas para hacer el bien, no es ninguna ilusión delirante, sino la llamada a la responsabilidad individual y colectiva para poder convivir en una colectividad nacional. Los errores pueden corregirse, utilizando la racionalidad, que la naturaleza ha proporcionado a los humanos. Es nuestro gran recurso contra el que chocan todas las violencias posibles. Los varones no pueden seguir imponiendo la moral a una sociedad dinámica, capaz de superar sus propias dificultades.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído