A favor del “sólo sí es sí”

Todo parece indicar que la controvertida ley del “sólo sí es sí” va generar la mayor división del gobierno progresista en sus tres años de existencia. Hasta el punto de que se puede romper la coalición. Y todo es debido a las presiones que está recibiendo el ala socialista del ejecutivo que preside Pedro Sánchez.

A un sector muy influyente del PSOE nunca le ha gustado esta ley. Pero es que, si obviamos sus consecuencias penales, nos encontramos con una normativa realmente interesante en la que se contienen elementos tan importantes como es el fomento de la educación, la creación de redes de asistencia y lo más importante de todo: se considera agresión sexual cuando no hay consentimiento. Es decir, se acaban las excusas que dan lugar al acto sexual, aunque la mujer no quiera o no desee. Hace unos años, un juez en Lleida exculpó una violación porque “la mujer se insinuaba con minifaldas en su centro de trabajo”. Eso se ha acabado. Y eso es lo verdaderamente importante de la nueva legislación

Pero los jueces no lo ven así. Se limitan a “imponer la cuadratura del círculo”. Si el literal de la ley rebaja las penas por agresiones sexuales, ellos van y aplican la norma al pie de la letra. En otras ocasiones no lo hacen. Pero ahora es la influencia de la sociedad patriarcal en la que se han formado desde que eran niños. Porque, desgraciadamente, hay un componente machista en la judicatura. Por mucho que intentemos negar la evidencia que denuncia Unidas Podemos. Los jueces de este país son machistas y aplican la ley según les dicta su razón, no la del espíritu del legislador.

España es un país machista, se quiera o no. Intentar polemizar sobre una ley que lo que hace es proteger los derechos de la mujer es sólo un artificio que utiliza la derecha cavernaria para desviar lo que realmente está sucediendo. Intentar convencer a la opinión pública de lo contrario es un insulto a la inteligencia. Decir que se han reducido las penas a casi 300 condenados y se han excarcelado a 18 es magnificar cifras cuando la consecuencia de una modificación del Código Penal es una situación como la que se está viviendo. Y a veces los beneficios de la nueva legislación son infinitamente mayores que los que está produciendo la ley Montero. Una ley que, si se somete a un detenido examen, se comprueba que es impecable técnicamente. Y otra cosa es que luego lleguen los jueces y la interpreten a su manera. Es como si a un abogado se le desautoriza porque utiliza la legislación en favor de los intereses de su cliente.

Ahora sucede lo mismo. Que los jueces de este país, y nadie puede decir lo contrario, les interesa interpretar la ley a su conveniencia. ¿A que no ha habido magistrado ni tribunal que se hayan acogido a la disposición transitoria  del Código Penal que permite activar la posibilidad de denegar la reducción de penas a pesar de que la legislación nueva  así lo indica?. Pues va a ser que no. Algún caso aislado. Pero contados con los dedos de la mano.

La justicia de este país está aleccionada en la cultura de la represión y de machismo.  En la ambigüedad del llamado “consentimiento”. Aquí sigue imperando el principio de que la mujer es la culpable de la violación porque “el consentimiento” todavía es un tema tabú para esos señores que se sientan con la toga y las puñetas en el estrado en el que se decide el lugar en el que hay que poner a la víctima y  al acusado de una violación.

Y ahí está la equivocación del equipo de Irene Montero. Pensar que hay que priorizar la educación social y la reinserción antes que la represión. Porque desgraciadamente, el que agrede a una mujer piensa que lo que está haciendo es algo habitual porque “la mujer es objeto de deseo” y hay que cumplir con los estereotipos tradicionales.

Desgraciadamente ese es el planteamiento de la derecha cavernícola de este país y de los jueces que la secundan. Muy pocos magistrados estarán de acuerdo con el planteamiento expresado aquí. Porque, desgraciadamente, la carrera judicial en España está llena de aspirantes a jueces y magistrados con una conciencia reaccionaria. Son la gran mayoría los que piensan que el feminismo en España es una cosa “de la izquierda comunista y bolivariana”. Lógicamente, ese determinante sector de la judicatura nunca se va a poner del lado de la mujer. No. La mujer es la culpable de que haya sido agredida. Siempre. O en la mayoría de los casos.

Con este planteamiento es prácticamente imposible poder aplicar una ley como la de “sólo si es si” donde se busca más que la represión la prevención. Pero de eso no habla la “caverna”.