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“Ahora mismo pesa más Teruel Existe, con un solo diputado, que todo el arco político salido de los votos andaluces” 

Juan José Morón presenta en ‘Andalucía, ¿a qué esperas?’ Un incontestable y pormenorizado análisis de la comunidad más poblada del país y las razones de su ancestral atraso en todos los indicadores desde el franquismo hasta la actualidad

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análisis

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Los andaluces solemos mirarnos el ombligo y sentirnos muy orgullosos de nuestra tierra, pero la realidad es que seguimos a la cola del desarrollo en España y en Europa, tal como refleja el estudio recién publicado por Juan José Morón, ‘Andalucía, ¿a qué esperas?’.

Las causas y los datos sobre la evolución y situación actual de Andalucía, quedan reflejados en este extenso estudio analítico, preguntándose el autor a qué tenemos que seguir esperando los andaluces para dejar de ser una colonia de España. Muy crítico con la situación de abandono y alejándose de criterios demagógicos y políticos, Morón aporta datos económicos y sociales que van desde 1955 a la actualidad. La conclusión última es que la diferencia en el PIB per cápita, con relación al resto de España, ha ido continuamente a peor, siendo esa falta de convergencia una de las causas del retraso que padece Andalucía frente al resto de España y de Europa. 

  • Usted es muy crítico con la situación de Andalucía, algo con lo que seguramente no estarán de acuerdo los partidos políticos que se han repartido el poder. 

Claro, cómo van a admitir que la situación, por diferencia del PIB per cápita actual, es mucho peor que en época franquista. Aquí cuando votamos por nuestra Autonomía pensamos que se iban a solucionar todos los problemas, pero lo que nos encontramos, con las cifras y datos en la mano, es que estamos mucho peor, cuando somos una autonomía esencial para España, ya que por sí sola podríamos intervenir y decidir sobre todos los asuntos del Estado, pero ni sucede ni creo que seamos capaces de organizarnos para ser decisivos y para trabajar en todos los problemas que seguimos padeciendo. Lo que nos están ofreciendo desde las estructuras del poder no se corresponde con el peso y la aportación de Andalucía, por no hablar de la inexistente convergencia, ya que cada vez se acentúa más ese distanciamiento económico de nuestra tierra. 

  • Entiendo que lo que me está diciendo es que los propios andaluces somos culpables de estar a la cola en desarrollo en España y Europa. 

Desde luego, lo veo clarísimo. Aquí nos envolvemos en la bandera, en el escudo y en el himno, pero no somos capaces de articular una alternativa que ejerza su fuerza, tanto en las Cortes españolas como en el Parlamento Europeo. ¿Por qué?, pues sencillamente porque no contamos con partidos andalucistas, o nacionalistas, o como quiera llamarlos, como si cuentan otras autonomías, como Cataluña o el País Vasco, que con muy poca representación parlamentaria son capaces de condicionar esa gobernabilidad de España y obtener grandes réditos para sus comunidades. Andalucía, por ejemplo, aporta 61 diputados al Congreso. Nadie, nadie en España, tendría tanta fuerza como nosotros si esos votos estuvieran destinados a objetivos prioritarios andaluces. Ahora se diluyen en los partidos mayoritarios que, lógicamente, miran por otros intereses. Hemos intentado conseguir autonomía propia desde 1883, cuando se hablaba de los cantones andaluces; después, en la II República, llegó Blas Infante y se elaboró el proyecto de Estatuto, pero la guerra civil no solo lo defenestró, sino que el franquismo lo borró de nuestras cabezas. Todo lo que tocaba Queipo de Llano quedaba destruido, no nos dejó ni un solo documento. Con la actual autonomía llegó la esperanza, el sentir de que todo podía cambiar y ahí, en 1976, nace Alianza Socialista de Andalucía, reconvertida posteriormente en Partido Socialista de Andalucía (PSA), el que en 1979 adoptaría el nombre de Partido Socialista de Andalucía-Partido Andaluz (PSA-PA), un partido de ámbito exclusivamente andaluz, algo que hoy nos falta. Aquel incipiente andalucismo empezó a perderse y con ello la esencia de que representaba, diluyéndose al no obtener una fuerte representación. Terminaría disolviéndose, ya que fue el Partido Socialista Obrero Español el que acaparaba los triunfos y representación, tomando Andalucía durante 40 años. No solamente gestionaba la comunidad autónoma, sino que confundía con su acento familiar, en lo más alto del Congreso, la representación propia de los andaluces en la Cámara baja. Es decir, no significó que Andalucía como autonomía tuviera voz propia y tuviera representación por si misma en el Congreso. Ciertamente, con la autonomía se unió al pueblo y se creó una identidad andaluza, pero, insisto, seguimos sin estar realmente representados, ni en España ni en Europa. Estamos en un punto en el que necesitamos a una tercera generación del andalucismo, ya que nuestra juventud no vivió esa etapa ilusionante que hoy se ha diluido. 

“Cada vez hay más diferencia negativa entre un andaluz y cualquier ciudadano del resto de España” 

  • Entiendo que usted es un firme defensor de una política y una estrategia propia, independiente de los partidos estatales. 

Lo que digo, y no tengo ninguna duda, es que, si el voto andaluz lo tuviera un partido andalucista, como partido que mira preferentemente por el interés de Andalucía, la situación socioeconómica sería muy diferente. Y sería posible salir de esta situación de infradesarrollo en que estamos instalados, porque nos callan la boca con las subvenciones que impiden abordar los verdaderos problemas endémicos que tenemos y van a más. ¿O cómo explicar los más de dos millones de andaluces que han tenido que emigrar por falta de oportunidades? No es que nos falte talento, porque nuestros titulados también se ven obligados, en una gran proporción, a emigrar. Gracias a esta válvula de escape no se ha producido una revolución andaluza contra el actual sistema. Usted repase el reparto presupuestario de este país y ahí verá la discriminación, permitida por la falta de peso político, al estilo de Cataluña o País Vasco, territorios más pequeños y con menor población. Y lo que es tremendo es la falta de industrialización y canalización de nuestras grandes posibilidades económicas. Existen aún grandes latifundios, poco productivos y eso también nos lastra. Usted mire los gráficos, diseñados todos con datos oficiales, y vea cómo evoluciona el PIB per cápita (por habitante) de los andaluces entre 1955 y 2022. Los datos son contundentes, cada vez hay más diferencia negativa entre un andaluz y cualquier ciudadano del resto de España. El distanciamiento es continuo y profundiza en la diferencia de riqueza que tenemos los andaluces. Si Andalucía estuviera bien representada a nivel estatal, esta situación desaparecería, por eso necesitamos una mejor representación que defienda, en España y en Europa, los intereses andaluces. Representación que hoy brilla por su ausencia. Podríamos influir en cualquier ley que se tramitase en el Parlamento, porque realmente tendríamos en nuestra mano, con 61 diputados, casi todas las leyes del Estado y, sin embargo, no solo no ocurre sino que no nos beneficiamos del peso que podríamos tener. Ahora mismo pesa más Teruel Existe, con un solo diputado, que mira exclusivamente por su tierra, que todo el arco político salido de los votos andaluces. ¿Quién se lleva los trozos más grandes de la tarta? Claramente, los territorios que están de por sí representados. 

  • Veo que no deja títere con cabeza, cuando tanto en extensión, como en población, como en sectores punteros, Andalucía está a la cabeza. 

Exacto, Andalucía tiene una autonomía formal y eso es lo que me preocupa. Todo el País Vasco cabe en la provincia de Málaga, la más pequeña de Andalucía. Y, sin embargo, ellos en la política estatal, con una representación muy pequeña, tienen una enorme influencia. Pareciera que seguimos sentados a ver qué nos concede el Estado, cuando deberíamos liderar y estar representados en sectores tan estratégicos como el turismo, la pesca, la minería o la agricultura, entre tantos otros. ¿Cuántos andaluces deciden? A Nerva, en Huelva, por ejemplo, llega la basura tóxica de muchos lugares, sin embargo, los recursos económicos que dejan esos depósitos de basura en el vertedero no se quedan en Nerva, se van a otros lugares. Usted extienda esta misma situación a Andalucía respecto al resto de España. Nuestros recursos son administrados desde fuera y eso que exportamos más de 40.000 millones de euros en el año 2022, somos la segunda comunidad más exportadora de España, cuando la exportación del resto del país sumó 357.000 millones de euros.  Pues pese a ello, seguimos sometidos a una mísera pobreza que, en otra situación, ya habría roto la paz social, que, como digo, no se ha roto aún por el gran peso de la emigración que tantos recursos aporta desde fuera. Somos pobres porque queremos, porque está en nuestra mano cambiar la situación. Esto es como un elástico que vamos estirando hasta que llega un momento en el que se rompe. Estoy convencido de que, si esa diferencia en el PIB per cápita va en aumento, esa paz social se romperá, aunque sigan llegando las subvenciones. Lo diré de otra forma, si Andalucía fuera una isla, los andaluces emigraríamos en patera. Y a pesar de esta situación estamos tranquilos, como si no pasara nada. ¿Imagináis que del País Vasco se hubieran marchado dos millones de personas? Pues, sencillamente, estaría vacío. 

“Andalucía aporta 61 diputados al Congreso. Nadie en España tendría tanta fuerza como nosotros si esos votos estuvieran destinados a objetivos prioritarios andaluces” 

  • Pero es verdad que, a pesar de las grandes bolsas de pobreza, no parece a nivel de calle que la situación sea tan extrema. 

Aunque estamos manejando datos económicos para llegar a las conclusiones que le expongo, ya le reitero que me baso solo en datos económicos oficiales, padecemos, y siento decirlo, una gran incultura y eso también influye al resignarnos por el nivel de pobreza al que nos someten. ¿Usted piensa que como se planteó la pregunta del referéndum de autonomía, en 1980, se hubiera dado en el País Vasco o en Cataluña? Se la recuerdo porque fue surrealista, siendo consciente de a quiénes se dirigía, sin ningún interés en que los andaluces pudiéramos administrarnos por sí solos: “¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo 151 de la Constitución, a efectos de su tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?”. Ahí es nada, pero es que Andalucía registra bajos índices de lectura, donde hay menos población universitaria y encima exportamos titulaciones, soportamos una gran fuga de talentos, porque los que tienen formación tienen que irse ante la falta de oportunidades. Ningún político lo va a reconocer, si no es para atacar a su contrario. Andalucía siempre ha representado mano de obra barata y disponible. Con la autonomía no hemos arreglado nada. Es así, aunque cueste reconocerlo, nos falta poder en las Cortes. Ahí quedan muchas asignaturas pendientes, como el enorme desempleo, el nivel de pobreza, la falta de industrialización o los inmensos latifundios improductivos e ineficaces al no ser explotados debidamente. Muchos abandonados y otros dedicados a cotos de caza, con exclusivos fines de recreo, y recibiendo subvenciones sin generar el empleo que pudieran aportar y una rentabilidad que genere riqueza para todos. Un asunto sin resolver en nuestra Andalucía, pues con las subvenciones, en muchos casos necesarias, tratan de acallarnos. 

  • No es un buen panorama el que nos dibuja. 

No, es precisamente lo que quiero denunciar, porque pienso que el mayor responsable del retraso que padecemos no es más que el propio andaluz, por su inactividad para rebelarse y por el propio voto que ha ido siempre a partidos estatales atados en la toma de decisiones por los representantes de otras autonomías. El himno de Andalucía empieza bien, “andaluces levantaos, pedid tierra y libertad”, pero el cómo termina … ‘Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad´; muy solidaria sí, pero no a costa de renunciar a que no se nos reconozca el peso que deberíamos tener, por territorio, por población y por la propia riqueza que generamos. Aquí no existe una burguesía que pueda liderar los cambios. Nuestra burguesía, que podría liderar esos cambios, como suele suceder en otros sitios, está muy acomodada al servicio de los poderes centrales del país y mientras eso continue no habrá movimiento político que consiga cambiar la situación que va a peor. Insisto, las subvenciones han hecho mucho daño, porque han servido también para adormilarnos. Nuestra juventud tiene que dar el paso definitivo. Los andaluces, de todas las ideologías y tendencias, tienen que unirse en un andalucismo “descarao”. En el Gobierno central tiene que estar representada Andalucía y ‘por Andalucía’, si queremos tener fuerza. Y quiero añadir, el que lea mi libro, no lo guarde cuando lo termine, que lo pase. La información que contiene, siempre basados en datos oficiales públicos, es esencial para entender lo que ocurre en Andalucía. 

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